Melchor

En Granada hubo, hay y habrá muchas personas llamadas Melchor, pero cuando charlabas con alguien y el nombre de Melchor salía en la conversación, todo el mundo sabía de qué Melchor se hablaba.

Acabo de leer las excelentes piezas que han dedicado a Melchor Sáiz-Pardo dos personas de IDEAL que lo conocían bien, Carlos Morán y Eduardo Peralta. Además, me he empapado de todos los posts que se van colgando en las redes. ¡Qué maravillosa huella ha dejado Melchor en decenas y decenas de personas!

La última vez que vi a Melchor fue doblemente feliz: coincidimos en una librería -¡dónde si no!- y me dijo que le gustaba mucho esta columna. Que lo estaba haciendo muy bien. Lo que no resulta en absoluto baladí ni gratuito, dado que este era su espacio diario, la sección fija de Melchor en IDEAL, en los últimos tiempos. Aquellas palabras fueron, para mí, una brutal inyección de autoconfianza.

Con Melchor se va, además de un hombre del Renacimiento, apasionado por la historia y la cultura; un hombre bueno. Un hombre de curiosidad infinita, comprometido con el periodismo y a quien le tocó lidiar con una España compleja y contradictoria, tanto en los estertores del régimen franquista como durante la Transición.

Comentan los compis de IDEAL que estuvo hace unos días en el periódico, y que era el Melchor de siempre, repartiendo sonrisas y buenas palabras. Y preguntando. Y comentando la actualidad. La actualidad. La información. El periódico de cada día. Era lo que más le importaba.

Recuerdo otro encuentro, de hace poco tiempo: antes de despedirse, se quiso asegurar de que a la mañana siguiente tendría en casa, a primerísima hora, un suplemento especial que editaba el diario. Como decía antes, su curiosidad y su interés por todo lo que ocurre a nuestro alrededor no tenía límites.

Se nos está yendo mucha gente buena en los últimos tiempos. Demasiada. Resulta complicado de asumir. Difícil de aceptar. Se nos va gente comprometida con la sociedad y con los ciudadanos. Gente culta y preparada. Gente a la que ni la edad ni las enfermedades les mermaron un ápice las ganas de seguir leyendo, de seguir aprendiendo, de seguir formándose, de seguir dialogando, de seguir escribiendo.

Así, Melchor es el mejor ejemplo posible de que no es lo mismo saber lo que pasa que estar informado. Buen viaje, Maestro.

Jesús Lens

Lecciones de baloncesto

En el fin de semana en que se disputa la Copa del Rey de baloncesto, una de las competiciones más apasionantes del deporte español, la NBA celebra su fiesta particular: el Partido de las Estrellas.

A mí me gusta mucho más la competición que el deporte de exhibición, pero los concursos de triples, mates y habilidades sí me parecen apasionantes, que los piques entre los jugadores son parte del show. Y cada uno de ellos nos ha dejado lecciones extrapolables a la vida cotidiana.

Por ejemplo, lo de Diallo saltando a Shaquille O’Neill y quedándose colgado del aro por el codo, después de un mate inverosímil y espectacular. Lo de saltar por encima de jugadores es habitual en los concursos de mates, pero Shaq mide nada menos que 2,16, lo más parecido a una montaña humana que se pueda imaginar. Sobrevolarle y acabar con un mate brutal, metiendo hasta el codo en el aro, es una perfecta metáfora sobre la posibilidad de superar los obstáculos de la vida, por grandes que sean. Eso sí: además de tener condiciones, hay que entrenar, esforzarse y… mejor lo dejamos, que se me va la pinza con la verborrea de la autoayuda más facilona.

Pasemos a los triples. A la final llegaron esa bestia parda que es Stephen Curry, megaestrella de los campeonísimos Golden State Warriors; y Joe Harris, discreto jugador de los Brooklyn Nets. ¿Cómo consiguió ganar Harris al mejor tirador de la historia del baloncesto? Haciendo un notable ejercicio de concentración para meter todas las canastas que valían doble, las llamadas Moneyball, y dejar los fallos para los lanzamientos sencillos. ¡Impresionante, su seguridad y su clarividencia, dando lo mejor de sí mismo en cada uno de los lanzamientos que más valían!

Y nos quedan las habilidades. En la final, Trae Young iba bastante por delante de Tatum, más alto y más lento. Solo les faltaba por meter el triple. Young llegó antes a la línea de tres, se cuadró para lanzar… ¡y se encontró con que Tatum encestaba su tiro antes que él! ¿Cómo?

El alero de Boston, viendo que iba a perder, lanzó desde el centro del campo. Quizá lo hizo para entorpecer el tiro del propio Young, más que para anotar. Quizá fue una casualidad. Una chufla. El hecho es que, con su osadía y su arrojada decisión, ganó el concurso.

Jesús Lens

El quimérico teleférico

Lo reconozco: cada vez que he escuchado o leído sobre la posibilidad de un teleférico que conecte Granada con Sierra Nevada, mentalmente he desechado la idea. Por imposible. Imposible e impensable, una empresa de semejante jaez en Granada, tierra poco proclive a pensar a lo grande. Ni a lo mediano, si me apuran.

No he llegado a plantearme cuestiones sobre impacto económico y ecológico, rentabilidad, contaminación… ¿para qué? La mera posibilidad de que salga adelante una propuesta como la del teleférico es tan poco probable que no merece la pena ahondar en la cuestión ni dedicarle tiempo y esfuerzo. ¿O sí? Porque una gran mayoría de lectores de IDEAL se han mostrado a favor de la iniciativa, por ejemplo.

En contra están, por supuesto, los ecologistas. Pero eso hay que darlo tan por descontado que su negativa apenas suma al debate. Decir “no” forma parte de la naturaleza del ser ecologista. En esta tierra, fijo que hubieran estado en contra hasta de la construcción de la Alhambra, con el buen pasto que había en la colina de la Sabika.

A favor se muestra el tejido empresarial granadino. Lo que, teniendo en cuenta que la iniciativa privada debe desempeñar un papel básico en la construcción, explotación y rentabilización del proyecto, sí debería ser tenido en cuenta.

Escribo estas letras mirando a la Sierra. Y a las torres de iluminación del estadio de Los Cármenes, desde donde debería partir un teleférico que haría parada en Guëjar Sierra y Monachil, antes de llegar a Pradollano, con sus cabinas para treinta pasajeros. Y, de repente, me pregunto, ¿por qué no?

En esta ciudad siempre hemos sido cortos de miras y faltos de ambición. ¿Para qué hacía falta tamaño Palacio de Congresos? ¿Era necesaria una Circunvalación? ¡Hay gente que hasta le pone pegas al AVE! ¿Para qué tanta velocidad, habiendo talgos más baraticos y económicos?

Así, en la tierra del chavico, nos quedamos sin la estación de Moneo, sin el soterramiento del AVE, sin gran espacio escénico, sin museos de referencia, sin equipos deportivos de primera división, sin aeropuerto digno de tal nombre…

Sobre el tema del teleférico, lo que más me angustia es que, sin haber analizado los pros y los contras, sin haberle echado un ojo a un plan de viabilidad; el ser granadino que llevo dentro ya lo había tachado de imposible.

Jesús Lens

28-A: Día del bacteriólogo

Para mí, el día ideal para que el autor de “Manual de resistencia” convocara elecciones generales era el Domingo de Resurrección: Pedro Sánchez ha sido dado por muerto tantas veces como ha acabado resucitando. Sin embargo, ha elegido el 28 de abril, de acuerdo a los consejos de su gurú personal. ¿Qué habrán visto en el 28-A, que no veamos el común de los mortales?

Vaya por delante que yo estaba en contra del Superdomingo: le tengo tanto respeto a la democracia municipal y a las elecciones locales que me hubiera indignado que el debate se centrara en Cataluña, Franco, el Relator y un Casado pasado de vueltas.

Separemos debates y separemos votaciones. Centrémonos, ahora, en el 28-A. ¿Sabían ustedes que en esa fecha se celebra el Día del Bacteriólogo? No tengo muy claro, todavía, qué significa, pero alguna conexión debe tener con lo de las elecciones. ¿O habrán elegido los consejeros aúlicos de Sánchez ese día porque también se celebra el Día Mundial de la Salud y la Seguridad en el Trabajo, declarado por la OIT. ¿Casualidad?

Más datos significativos del 28-A: se celebra, además de San Pedro Chanel -ejem, ejem- nada menos que San Prudencio. ¿Consideran ustedes prudente la fecha elegida por Sánchez? ¿Osada? ¿Valiente? ¿Arrojada? Hasta que no se escrute el último voto, no lo sabremos.

En Andújar, están que trinan, que coincide con la romería de la Virgen de la Cabeza. Pero cabeza, cabeza, la de Sánchez, con su resistente resiliencia. ¿Y si la cosa fuera, más bien, de cholismo y de ir partido a partido? Porque el Cholo Simeone cumple 49 añazos el 28-A. Y el ser atlético, como el ser Demente del Estudiantes, imprime carácter. La estética de la derrota, que tiene mucho tirón.

¡Qué buena Semana Santa vamos a pasar! ¿Qué le pedirán ustedes al Cristo de los Favores? ¿Qué pecados conviene expiar, electoralmente? ¿Habrá que encomendarse al Cristo del Silencio, para huir de la propaganda electoral?

O, quizá, la fecha elegida recuerda que en 1977, se legalizaron la UGT y Comisiones Obreras, un claro guiño al sindicalismo y a la clase trabajadora.

Sea la razón que sea, me alegro de que las Generales no coincidan con las Municipales. Los ciudadanos nos merecemos debates específicos sobre cuestiones tan diferentes como los Presupuestos Generales del Estado y la Operación Nazarí.

Jesús Lens

Caminando Sevilla

El miércoles me levanté temprano, en Sevilla. Tenía previsto aprovechar las primeras horas de la mañana para visitar el Caixa Fórum, que todavía no lo conozco, antes de volver a casa. Pero el hombre propone y sus pies disponen.

El martes por la noche, tras la presentación del Carvalho de Zanón en la Fundación Tres Culturas, estuvimos tomando unas cervezas y picando algo de pescado por Triana. Volvimos al hotel caminando. ¡Qué sensación, atravesar el Callejón de la Inquisición y salir a la ribera del Guadalquivir, en una noche excepcional!

Tras dejar la habitación, con mi escueto petate al hombro, me encaminaba hacia la Torre Pelli cuando los pies decidieron llevarme en dirección contraria, que hacía un sol luminoso. No les contradije. Me comprometí a dar una vueltita de media hora y, ya sí, entregarme a la exposición de dedicada a los dioses del Prado.

Recorrí el Paseo Nuestra Señora de la O, camino del puente de Triana, para disfrutar del callejón inquisitorial a la luz del día. ¿Y qué me encuentro nada más cruzar al otro lado? ¡El mercado!

No sé si se lo he contado alguna vez, pero soy un forofo de los mercados. Cuando viajo por ahí lejos, es una de mis visitas obligadas. Dos sorpresas en el de Triana: la cantidad de turistas haciendo visitas guiadas con la tapa como protagonista, incluyendo lecciones prácticas de cómo hacer un montadito, y una  microteatro en su interior: CasaLa Teatro, con sus tres metros de escenario y sus 28 butacas; posiblemente, la sala más pequeña -y mejor aprovechada- del mundo.

A partir de ahí, ya no me planteé lo de encerrarme entre arte pictórico. Tiré por la calle Betis, giré por Troya, anduve por la plaza del Altozano y vagabundeé por Pureza y San Jacinto.

Tiene algo de clandestina rebeldía eso de caminar sin rumbo fijo ni propósito definido por las calles de la ciudad, una mañana cualquiera de un día de diario, mientras los chaveas juegan en el patio del recreo y la gente se afana en sus labores cotidianas.

Hace un par de días les comentaba el lujo de salir a correr por Granada. Hoy, caigo rendido al placer de caminar por un barrio de Sevilla cargado de historia y belleza. Qué gozada, esta Andalucía nuestra. En ocasiones, hasta me olvido de sus asimetrías e injustas diferencias… y deficiencias.

Jesús Lens