Eminencias

Si hablar sobre un vídeo que te han mandado por güasap, describiéndolo con palabras, es signo inequívoco de rampante viejunismo; no les digo ya escribir sobre él. Y, sin embargo, allá voy.

Todo comienza con un acertijo que la narradora plantea al espectador: “Un padre y un hijo viajan en coche. Tienen un accidente grave, el padre muere y al hijo se lo llevan al hospital porque necesita una compleja operación de emergencia.

Llaman a una eminencia médica, pero cuando llega y ve al paciente dice: “no puedo operarlo, es mi hijo”. ¿Cómo se explica esto?”.

A partir de ahí, diferentes personas tratan de encontrarle la lógica a una situación que, aparentemente, no la tiene. Uno de los participantes plantea, por ejemplo, que el personaje del padre se podría desdoblar entre médico y sacerdote…

¿Y usted? ¿Ha dado con la clave de un enigma que, en realidad, no es tal? Efectivamente: la eminencia médica que decide no operar al paciente es una mujer. La madre. Y así, todo encaja. ¿A que no era tan complicado?

La narradora del vídeo explica los mecanismos mentales que nos llevan a identificar “eminencia médica” con “hombre” y a descartar inconscientemente la posibilidad de que el cirujano fuera una mujer y, por tanto, la madre del paciente.

Parcialidad implícita, se llama el proceso. Está basado en todos los impactos, estímulos y aprendizaje cultural que recibimos desde niños y que nos llevan a realizar conexiones neuronales que integramos en nuestro pensamiento automático. De ahí que, más allá de nuestros hipotéticos principios feministas y en pro de la igualdad, lleguemos a identificar el rol de eminencia con el hombre, masculino y singular.

Siento haberles reventado la sorpresa de un vídeo que se ha hecho viral y lo está petando, en las redes. Pero resulta muy interesante y es un ejemplo más del mucho trabajo que tenemos por delante a la hora de desmontar tópicos y tratar de propiciar una igualdad real entre mujeres y hombres, igualdad que estamos lejos siquiera de atisbar.

A mucha gente le ha provocado perplejidad el éxito de la huelga del pasado jueves, con cientos de miles de personas desafiando las inclemencias meteorológicas para gritar que el momento es aquí y el lugar es ahora.

No cabe complacencia. No cabe el acomodamiento. La cuestión de la igualdad nos compete por igual. A todas y a todos.

Jesús Lens