El 4 es la nueva LAC

Con el follón de los autobuses pasa como con el gobierno de Rajoy: había que cambiar. La duda era si limitarse a hacer lo justo y necesario o aprovechar la ocasión para ir más allá de lo imprescindible, afrontando una transformación de calado.

Rajoy, según los analistas, volverá a hacer un Puerta de Alcalá y se limitará a seguir ahí, viendo pasar el tiempo. Nombrará a un nuevo Ministro de Economía que sustituya a Guindos y aquí paz y después gloria, que no es cuestión de amargarle a Zoido la Semana Santa.

El PSOE municipal ha optado por meterle mano, de forma radical, al tinglado del transporte urbano. Podría haber modificado únicamente las líneas de autobuses pisadas por el Metro, pero el incontestable descenso de usuarios de la Rober, hasta un millón y medio menos de viajes, aconsejaba hacer las cosas a lo grande.

Y lo grande ha resultado ser, en líneas generales, volver a lo de antes: un 4 que asume el recorrido de la LAC, pero desde el PTS hasta la Chana; y el regreso de dos líneas circulares, además de alargar hasta el centro algún otro recorrido.

En principio y sobre el papel -ya sabemos que el papel lo soporta todo- me parecen cambios razonables: terminar con los incómodos transbordos obligatorios para ir a cualquier sitio era un clamor y facilitar el tránsito de la gente, de los barrios al centro de la ciudad y viceversa, parece lo lógico y lo normal.

Primera incógnita: ¿será suficiente la frecuencia prevista para el 4, llamada a ser la línea de referencia para una gran mayoría de granadinos? Y, sobre todo, ¿se cumplirá dicha frecuencia? Porque yo he llegado a estar 20 minutos en la Avenida de Dílar, esperando a un SN4 más pesado que el mismísimo Godot…

La segunda incógnita, si volverán los atascos de autobuses al centro, me preocupa menos. Que la política de todo para el centro y por el centro, pero echando a todo el mundo del centro; termina resultando empobrecedora.

Que la oposición municipal esté en contra del cambio de autobuses, con la siempre sensata excepción de Paco Puentedura, lo dábamos por descontado. Y que haya zonas de Granada que se sientan agraviadas, me temo que resulta inevitable.

Muchas ganas, ya, de que llegue abril, para comprobar el éxito de esta nueva reordenación.

Jesús Lens

Viejos Noir o el valor de la experiencia

“Se me tensan los músculos y noto cómo se me escapan unas gotas de pipí. Por suerte, estoy sentado, porque he manchado el pijama. Olga me insiste en lo del pañal, que hay unos la mar de discretos, dice”. 

El que así habla es Justo, protagonista absoluto de la última y extraordinaria novela de Carlos Bassas del Rey, titulada precisa y sencillamente “Justo” y publicada por la imprescindible editorial Alrevés, refugio de la mejor novela negra española contemporánea y del que hemos hablado en esta reseña sobre su novela «Mal trago»

Y sí. Justo es un señor mayor. Un anciano. Un abuelo. Un yayo. Un venerable. Un viejo, o sea. Como viejo es el protagonista de “Ya no quedan junglas adonde regresar”, de Carlos Augusto Casas, publicada por MAR Editor.

“Se había convertido en un viejo medio loco que hablaba con su mujer muerta, con sus padres muertos, con los amigos muertos que se fueron hace tanto… —Son los únicos a los que aún les interesa lo que digo. Y ahora se supone que tengo que dar gracias por un nuevo amanecer. Oh, Dios mío, otro día más. Otro puto día más”.

Quiere la casualidad que dos de las mejores novelas negras del momento estén protagonizadas por viejos. ¡Bendita casualidad! Porque los viejos están de moda. Esos viejos habitualmente invisibles y en los que nadie repara. Esos viejos que, según ciertas voces neoliberalistas, tardan demasiado en morirse, comprometiendo nuestros sistemas de pensiones. Viejos que estorban. Que molestan. Que incordian. Viejos que sobran.

Viejos que, sin embargo, vuelven a darnos una lección de dignidad, valor y sentido común, echándose a las calles en defensa de esas pensiones suyas, que también son nuestras, como escribía en mi columna de IDEAL de hace unos días. (Leer AQUÍ)

 

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Jesús Lens