Granada Noir colabora con autores, colectivos y empresas de Granada

Granada Noir, festival patrocinado por Cervezas Alhambra, está cerrando su programa y además de traer a autores provenientes de toda España y de Francia, Grecia y de Argentina; contará con una amplia y nutrida presencia granadina en su tercera edición

 

Granada Noir regalará a los autores y artistas invitados a GRN3 un ejemplar de “La araña del olvido”, la novela gráfica de Enrique Bonet, en edición especial para el Festival, gracias a la colaboración de Cervezas Alhambra y CAJAGRANADA Fundación 

El festival multidisciplinar Granada Noir, gracias al patrocinio de Cervezas Alhambra, está cerrando la programación de una tercera edición que contará con una nutrida presencia de decenas de autores, cineastas e ilustradores, tanto de España como del extranjero, de países como Argentina, Grecia o Francia.

 

Pero el festival granadino, fiel a su origen, pone un especial énfasis en contar con autores, ilustradores, colectivos y empresas andaluces, especialmente, de Granada; de forma que GRN dé proyección y visibilidad a su obra y contribuya a generar riqueza para las empresas locales.

 

De esta forma, Granada Noir apunta a la internacionalización en su programación, pero sin perder su esencia, su raíz granadina y andaluza.

 

Así, además contar con el dibujante granadino Juanjo Guarnido, el domingo 1 de octubre, en #GRN3 hay que sumar la presencia del novelista Juan Madrid, galardonado con la I edición del Premio Granada Noir y que presentará su más reciente y extraordinaria novela: “Perros del duermen”.

El proyecto Hnegra que, coordinado por Fernando Marías, ofrece un maridaje entre literatura escrita por mujeres e ilustración, cuenta con la presencia de dos reputados artistas de Granada: la escritora Clara Peñalver y el dibujante Enrique Bonet.

 

Regalo de “La araña del olvido”

 

Granada Noir regalará este año a los autores y artistas participantes en la tercera edición del festival un ejemplar de “La araña del olvido”, el cómic escrito y dibujado por Enrique Bonet que cuenta la investigación de Agustín Penón sobre la muerte de Lorca. Se trata de una edición especial de Astiberri para Granada Noir, hecha posible gracias a la colaboración de Cervezas Alhambra y CAJAGRANADA Fundación.

En palabras de Jesús Lens, director del Festival: “la novela gráfica de Enrique Bonet define a la perfección el espíritu de Granada Noir, al combinar diferentes disciplinas artísticas, convertir a la ciudad en parte de la trama y contar una concienzuda investigación imbuida de un destacado componente social”.

 

Lorca estará presente en GRN3, también, en su condición de personaje de ficción, sobre el que hablarán Fernando Marías, Alejandro Pedregosa, Enrique Bonet y el dibujante granadino Juanfran Cabrera.

 

Rasputín, combates entre investigadores y poesía noir

 

Otro de los actos culturales con marcado sabor granadino se desarrollará en el Teatrillo del Hotel Alhambra Palace, donde se recordará el centenario de la Revolución Rusa. José Antonio Muñoz, periodista cultural de IDEAL, y Benamí Barros, profesor de filología eslava y coordinador del Centro Ruso de la UGR, experto en la Rusia zarista; abordarán a un personaje tan fascinante como controvertido: Rasputín. Y lo harán desde múltiples perspectivas: su entorno, su vida -que es de novela- y los intentos para acabar con ella, las conspiraciones de Palacio, sus costumbres -más bien sórdidas- y su alter ego por lo disoluto y por lo corrupto, el Príncipe Yusúpov, a quien siempre se atribuyó su asesinato.

 

La Escuela de Escritores de Granada, puesta en marcha por Alfonso Salazar y Alejandro Pedregosa, va a estrenar en Granada Noir un proyecto pionero en España: enfrentamientos literarios entre famosos detectives de la historia que nos permitirán conocer el método de investigación de cada uno y hacer un acercamiento fresco y original a personajes míticos del Noir. ¿Cómo afrontaría cada detective la investigación de un caso famoso?

Así, Philip Marlowe se verá las caras con Pepe Carvalho, a cuenta del caso de “El Nani”; Lisbeth Salander se las tendrán tiesas a la hora de investigar el crimen de los Urquijo y los detectives Fandorin y Gunther se las verán nada menos que con el Vampiro de Düsseldorf.

 

En cada caso, los propios Alfonso Salazar y Alejandro Pedregosa pondrán en escena a estos personajes, en formato dialéctico-pugilístico.

Y Alejandro Pedregosa, poeta además de novelista, también estrenará en #GRN3 una originalísima propuesta, imprescindible en una Capital Internacional de la Poesía como es Granada: una charla/lectura sobre los grandes crímenes en la historia de la poesía. Los crímenes líricos que encontramos en la obra de Lorca, Machado, Borges, en los cantares de ciego o en el Romancero tradicional castellano.

 

Radio, investigadores del fuego y viajeros

 

El radio teatro en directo tendrá su espacio en Granada Noir, agracias al proyecto que está diseñando la Escuela de Teatro y Doblaje Remiendo: la adaptación de un relato negro a la ficción sonora.

 

Además, Granada Noir, que en su primera edición contó con un memorable Lunes Científico, vuelve a la carga con la investigación criminal más apegada a la realidad y, en su tercera edición, contará con el concurso de Simón Soriano, bombero de profesión y reputado investigador de incendios. Porque, cuando se apagan las brasas y con los restos calcinados y humeantes aún calientes, comienza la investigación. ¿Fue provocado? ¿Cómo por qué y por quién?

 

Una visión diferente sobre el mundo de la investigación criminal, a cargo de un subinspector de bomberos con 30 años de servicio, técnico superior en robótica, experto universitario en Criminología por la UGR y detective privado.

 

Y es necesario contar, también, con una visión rigurosa e histórica de la Granada negra. Porque, parafraseando a la mítica serie de televisión “La huella del crimen”, la historia de una ciudad es también la historia de sus crímenes, de aquellos crímenes que dejan huella.

 

La empresa Masquetours, especializada en viajes diferentes para viajeros curiosos, transforma el concepto de visita guiada para convertirla en una experiencia de conocimiento del lugar, realizada en espiral. Su responsable, la arquitecta y guía turística Blanca Espigares Rooney, está diseñando dos rutas turísticas para conocer, de forma pormenorizada, la Granada más negra y criminal, la que dejó huella. Porque una ciudad milenaria tiene, también, una larga trayectoria de asesinatos y crímenes famosos en su historia.

 

Autores andaluces que vuelven a Granada

 

Autores andaluces que escriben por ahí fuera, vuelven a Granada para hablar de su obra y de cómo se vive una ciudad como ésta desde la lejanía. En GRN3 contaremos con la presencia de Juan Ramón Biedma, con su visión del otro lado de una ciudad turística como Sevilla, José María Espinar, ganador de la XX edición del Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe con “El peso del alma”; Susana Martín Gijón, autora de la serie policiaca “Más que cuerpos” y Álvaro Botija, autor de “Operación Matrioska”, récord de ventas en Amazon; participarán en una charla literaria.

 

El Festival Granada Noir

 

Granada Noir es un festival multidisciplinar de carácter popular dedicado al género negro y policíaco, puesto en marcha en 2015 por Gustavo Gómez y Jesús Lens y que cuenta con el patrocinio de Cervezas Alhambra y la colaboración de Diputación de Granada, CAJAGRANADA Fundación, la Alianza Francesa de Granada, Consejería de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Granada a través de su programa Granada Ciudad de Literatura UNESCO, además de otras empresas, comercios y particulares.

 

GRN es un festival que promueve un variado maridaje de propuestas culturales de calidad contrastada; una cita de carácter abierto, creador, innovador, participativo y gratuito, que saca la cultura a la calle, a los barrios y a los pueblos y que, además, la lleva a bares, bibliotecas, clubes, cines y cafés.

 

Un festival cuyo programa está abierto a todas las artes y que permite maridar las disciplinas más diferentes, posibilitando el contacto y la relación directa entre autores, creadores, público y aficionados.

De antorchas, fuego y furia

Aterroriza, y mucho, que el ex líder del Ku Klux Klan le recuerde al Presidente de los Estados Unidos, a través de Twitter, que “fueron los americanos blancos quienes te llevaron a la presidencia y no los radicales de izquierda”. Aterroriza e indigna que lo haga cuando un supremacista blanco ha empotrado su coche contra una manifestación pacífica que protestaba por una reunión de nazis, racistas y antisemitas en la ciudad de Charlottesville, matando a una persona y dejando varios heridos a su paso.

De las muchas imágenes del atentado terrorista ejecutado por James Alex Fields y del contexto en que se produjeron, vamos a poner el acento en dos. La primera, la imagen del terrorista, un fulano de Ohio de veinte de años de edad, descrito por su tía como “un chico muy tranquilo” y relacionado con la organización Vanguard America, un grupúsculo de extrema derecha que aboga por “un gobierno basado en la ley natural” y opuesto a lo que consideran una “falsa noción de igualdad”.

La otra imagen relevante es la de un grupo de hombres blancos blandiendo antorchas, en Virginia, el día del atentado, para reivindicar una América blanca que ponga coto a la inmigración. Una imagen que nos retrotrae a un pasado ignominioso que creíamos superado, pero que se empeña en volver a la actualidad.

 

Desde esta sección defendemos una cultura noir que reflexione sobre algunos de los temas sociales de más candente actualidad. Y, hoy, el racismo manda. Por desgracia. Hablemos, pues, de dos películas que nos van a ayudar a contextualizar y comprender el entorno en que se forjan mentalidades como la de Fields o las de la turbamulta supremacista que, antorcha en mano, amenaza con hacer justicia a través del fuego y la furia.

Año 1932. El director de cine alemán Fritz Lang es convocado a una reunión con Jospeh Goebbels, jefe de la propaganda nazi, quien le propone que se ponga al frente de los estudios UFA y, por tanto, de la cinematografía alemana. El realizador le confiesa al dirigente nazi que su madre tiene ascendencia judía, a lo que Goebbels le responde que “nosotros decidimos quién es judío y quién no”.

 

Nada más terminar la reunión, sin hacer equipaje ni ordenar sus asuntos, Lang compró un billete de avión para París y se marchó con lo puesto, dejando atrás su carrera, su vivienda, sus propiedades, a su familia y amigos y… la posibilidad de convertirse en uno de los cineastas más poderosos e influyentes del mundo.

En París rodó una película, con poco éxito, y se trasladó a Estados Unidos. En 1936 filmó su primer filme norteamericano: “Furia”, en la que se cuenta la historia de Joe Wilson, un viajante de comercio que, de paso por una pequeña ciudad, es detenido y falsamente acusado de un crimen que no había cometido. Mientras está en prisión preventiva, la rumorología congrega a una multitud de “buenos ciudadanos” frente a la cárcel, a la que terminan por prender fuego mientras tratan de hacer justicia… por la vía de linchar al sospechoso forastero.

Interpretada por Sylvia Sideney y Spencer Tracy, “Furia” es una obra maestra del género negro a través de la que Lang invita a los espectadores a reflexionar sobre la furia ciega que, prendiendo de forma irracional, convierte a un grupo de supuestas buenas personas y ejemplares ciudadanos en una masa irracional capaz de los peores dislates, crímenes y desatinos.

 

Una feroz crítica al fascismo que, apelando a los más bajos instintos -miedo, odio y falsa seguridad- convierte al forastero, al que viene de fuera, al que es distinto, al Otro; en víctima de una ira irracional.

Yendo un poco más allá, profundicemos en el sustrato de la Norteamérica racista, en cómo son y cómo se forjan esos supremacistas blancos de la América profunda. Que los hay de ascendencia nazi y los hay que no. Lo explicaba, inmejorablemente, el cineasta Costa Gavras en una película excelente cuyo visionado debería ser obligatorio: “El sendero de la traición”.

 

Dirigida en 1988, la película del cineasta griego disecciona el fenómeno del racismo con enorme clarividencia, dándole a la narración un montón de matices que la hacen creíble, atractiva y antipanfletaria, igual que haría dos años después con el nazismo residual en la espléndida “La caja de música”.

Tom Berenger, que un par de años antes se había consagrado con “Platoon”, interpreta a un hombre atractivo, fuerte, familiar y carismático del área rural de Nebraska. Lo que podríamos definir como un hombre de una pieza. Un buen tipo.

 

Debra Winger es la mujer que, irremediablemente, se enamora de él. Pero, en cuanto ella empieza a profundizar un poco en la vida Gary y a rascar en la superficie de su idílica existencia, surgirán aspectos contradictorios que la llevarán a cuestionarse su elección.

“El sendero de la traición” es un thriller muy interesante que toca un tema poco habitual en el cine y que, por desgracia, ha cobrado la máxima actualidad. Un retrato de la sociedad norteamericana que dista mucho de la imagen cosmopolita con que identificamos a Nueva York, Los Ángeles y, de un tiempo a esta parte, Chicago; urbes en las que transcurren buena parte de las tramas de las películas de Hollywood.

 

Cuando, a comienzo de este año, glosábamos las maravillas de “Comanchería”, decíamos que era una película inmejorable para comprender la base sociológica que condujo a Trump a las Casa Blanca.

Menos de un año después, la irresponsabilidad de su mandato provoca que el líder del Ku Klux Klan felicite a Trump por sus declaraciones en Charlottesville y que los acontecimientos de estos nos parezcan algo más que una anacronía o una raya en el agua.

Vean “Furia”, “El sendero de la traición”, la citada “Comanchería” o la prodigiosa “Nebraska” de Alexander Payne. Porque las cosas no ocurren por casualidad y el cine siempre está ahí, para ayudarnos a contextualizarlas y entenderlas.

 

Jesús Lens

Energúmenos fobia

Hace unos días, unas voces estridentes me despertaron a las 5.45 am. No llegaban a ser gritos histéricos ni alaridos de pánico. Eran unos jóvenes que, antes de retirarse a dormir, decidieron fumarse un último cigarro de en mitad de la calle, comentando las mejores jugadas de la noche.

¡Qué risas! ¡Qué de anécdotas! ¡Qué emoción! Lo podrán imaginar ustedes. Que si un gintónic por aquí, que si la rubia aquella por allá, que si dame fuego, que si me vas a quemar el flequillo, que si qué tontopollas eres, compae…

 

Me tenían tan entretenido que, desde el cuarto piso en que vivo, estuve por invitarles a subir a casa y ponerles un café, para que siguieran departiendo amigable y relajadamente.

 

No. Esto no es una queja contra los jóvenes. Esto es una queja contra tres vecinos del Zaidín que me han jodido el sueño desde muy temprano. Lo de su juventud era circunstancial. Porque, por la noche, no son precisamente chaveas los clientes de la terraza del restaurante de enfrente de mi casa que, sin miramiento y al borde las dos de la madrugada, apuran el limoncello mientras comentan la victoria del Madrid en la Supercopa.

Tampoco son críos los que tardan media hora en despedirse apasionadamente y a grito pelado… cuando han quedado en bajar juntos a Torrenueva al día siguiente. Ni son unos niñatos esos padres que permiten a sus hijos jugar al fútbol en la calle, por la noche, utilizando como portería la persiana metálica de la tienda de la esquina ya que, como hay una farola, se ve bien el balón.

 

Se ha puesto de moda lo de la turismofobia. Por encarecer las ciudades y causar molestias. Los del terruño estamos muy enfadados. Que ciertas partes del Centro de Granada están masificadas y los guiris son un incordio. Pero, ¿qué tal si antes de clamar al cielo por las molestias que causan los de fuera, nos fijamos un poco más en el ancestral y atávico energumenismo de los nativos?

Les aseguro que los clientes del bar de enfrente de mi casa que tertulian hasta las dos de la mañana, a voces, no son turistas. Ni los morlacos que vuelven de fiesta al amanecer. Ni los dueños de los perros que no recogen sus cagadas. Ni los guarros que tiran al suelo cualquier papel que les estorba. Ni… ¿seguimos?

Jesús Lens

A la baja

Si hacemos caso a una cronología del conflicto del aeropuerto del Prat y arrancamos en el mes de julio, con los primeros paros, estaremos equivocándonos. Gravemente. Porque la cosa empezó antes. Mucho antes. La cosa empezó con la privatización de la mitad de AENA. Y siguió con la contratación de una empresa privada, Prosegur, para que hiciera el trabajo de seguridad que, hasta entonces, había realizado la Guardia Civil.

GRA223 EL PRAT DE LLOBREGAT BARCELONA 13 08 2017 – El asesor del comite de huelga de Eulen Juan Carlos Gimenez ensena los resultados posterior al recuento de votos tras la asamblea en la que se ha decidido mantener la convocatoria de huelga indefinida de 24 horas a partir de manana lunes en los controles de seguridad del aeropuerto de Barcelona al volver a rechazar en una votacion la propuesta de mediacion de la Generalitat EFE Quique Garcia

Pero el asunto termina de enconarse cuando AENA cambia de contratista y acepta la “irresistible” oferta a la baja de Eulen. Una oferta tan a la baja que la “obliga” a realizar recortes de puestos de trabajo, recortes de sueldos y recortes de prestaciones.

Lo fácil, lo populista, es fomentar la tesis de que si en el Prat hay un problema con los vigilantes de seguridad, la culpa de que miles de personas se vean atrapadas en el aeropuerto es de ellos. De los trabajadores. Por ponerse en huelga. ¡En verano! De ahí se pasa a decir que los huelguistas han tomado como rehenes a decenas de miles de turistas y ya tenemos, otra vez, un conflicto laboral convertido en otra cosa. En un escándalo. En un problema de orden público. Como ocurrió con la estiba. ¿Se acuerdan? Escribí de ello en esta columna de IDEAL…

En Granada tenemos un ejemplo cercano de lo escandaloso y pernicioso de aceptar insensatas ofertas a la baja en contratistas de obras públicas. En 2015, el gobierno adjudica las obras del tramo de Loja del AVE a una UTE formada por Dragados y ACS. El concurso había salido a licitación por un importe 48,4 millones de euros, de acuerdo a los cálculos de los técnicos. Las obras se concedieron a la oferta que aseguraba poder ejecutarlas por 23,8 millones de euros.

Los resultados de tan catastrófica decisión ya sabemos cuáles son, ¿verdad? La adjudicataria comenzó por reclamar una modificación del contrato con un incremento del 10% y, a continuación, retiró maquinaria y trabajadores, dejando las obras empantanadas. Por fin, en agosto del año pasado, solicitó a Adif la rescisión del contrato, por no salirle las cuentas. (Lean aquí la información de IDEAL)

La UE sacaba pecho, la semana pasada, al anunciar que podíamos dar por terminada la crisis, tras diez años de sufrimiento, suplicios e incertidumbres. Lamentable conclusión, cuando la inmensa mayoría de los trabajadores de este país tenemos peores condiciones laborales que en 2007 y perspectivas profesionales mucho más oscuras.

Jesús Lens

La Visión de Gabriel

Ya he tenido La Visión. En mis manos. Frente a mis ojos. La he leído, la he paladeado con mimo y delectación y ya le estoy buscando un lugar de privilegio en mi biblioteca, de tanto que me ha gustado.

Visión es uno de los integrantes de Los Vengadores. Se trata, por tanto, de un superhéroe. De un androide sintético muy especial: fue creado por Ultrón, el archienemigo de la pandilla supervengativa. Pero en el devenir de su existencia, vio la luz y se unió a los buenos, luchando por la paz y la concordia y por mantener a la Tierra de una pieza. De hecho, Visión ha salvado a la Tierra en cerca de cuarenta ocasiones. Casi tantas como Jack Bauer…

 

A partir de este planteamiento, el guionista Tom King y el dibujante afincado en Granada Gabriel Hernández Walta han creado “La Visión”, una miniserie que Panini ha compilado en dos tomos y que cuenta el episodio en que el sintezoide decide instalarse en un barrio residencial de las afueras de Washington D.C. con su mujer y sus gemelos, Viv y Vin, para tratar de llevar la vida más normal y normalizada posible.

Y ahí es donde radica la clave de la historia. En la normalidad. En la aspiración a ser normal por parte de una familia de sintezoides que, por naturaleza, no lo son. Y en la reacción que su aparición provoca en la comunidad. Una comunidad aparentemente amable y afable que recibe a los nuevos vecinos con un plato de galletas que, lógicamente, terminarán en la basura. Porque los sintezoides no comen. Ni duermen. Entre otras rarezas.

A través de una inquietante voz en off combinada con los diálogos tradicionales, iremos comprobando que la convivencia no va a ser pacífica. Ni dentro ni fuera del hogar. Ni en la comunidad humana ni en la superheroica. Porque, con su decisión, la Visión y su familia se convierten en una presencia incómoda tanto para los vecinos, que los fotografían como si fueran bichos raros, como para los propios superhéroes, que sospechan del ansia humanizadora de su socio.

 

“La Visión” es, por tanto, una extraordinaria serie que invita a reflexionar sobre cuestiones como la (a)normalidad y la figura del Otro; la aceptación y la pérdida y, por ende, sobre el racismo, el miedo, la exclusión y la xenofobia. Un tebeo magistral.

 

Jesús Lens