RECORTAR CULTURA = SUICIDARSE

La columna de hoy en IDEAL, un grito al que, espero os unáis. Porque nos la jugamos. Estoy convencido y espero convenceros. Si lo veis, moved esta columna por ahí, calentando motores para la Rentrée, en Facebook, Twitter y por dónde os mováis. La cultura es cuestión de pasta, también. Pero, ¿tú qué opinas? Encuesta, en la Margen Derecha…

 

Que, en tiempos de crisis, sea lógico hacer recortes en Cultura es algo sobre lo que habría mucho que discutir. Hacerlo en Granada es, directamente, un sinsentido, un absurdo y un error estratégico rayano en el suicidio.

¿Alguien sabe qué modelo de ciudad queremos para Granada? ¿Nos creemos, aspiramos a ser la Capital Cultura de Andalucía? Leer en IDEAL el largo, completo y aterrador reportaje sobre los recortes de las áreas de cultura de las diferentes instituciones de la provincia era para echarse a llorar. Y no parar. Porque de su lectura se infiere que la Cultura sigue siendo un lujo accesorio, un capricho del que, cuando vienen mal dadas, se puede prescindir tranquilamente y sin menoscabo de intereses más legítimos.

Cuando escuchamos según qué opiniones y comentarios, constatamos que seguimos teniendo una visión “continental” de una Granada que jamás profundiza en sus contenidos. Granada, la ciudad de la Alhambra, el Albaycín y el Sacromonte. Granada, a las faldas de Sierra Nevada, las Alpujarras al sur y, de propina, el mar. Una perfecta postal. Para los turistas y viajeros que vienen un par de días, tan impresionante como inenarrable. Ahora bien, ¿nos conformamos con ser una ciudad de acuarela? Si queremos ir más allá tenemos que cuidar los contenidos de un continente sin duda exquisito. Y Granada debería tener un sustrato inequívoca -que no exclusivamente- cultural.

Preciosa estampa, pero ¿es suficiente?

La pregunta sería, por tanto, ¿qué es cultura? Quizá, para empezar a tener claro un modelo de ciudad, tendríamos que ponernos de acuerdo en esa cuestión. Al turismo, por ejemplo, se le ve cada vez más y mejor acompañado de su prima hermana, la industria. Lo que antes era un oxímoron, industria turística, hoy empieza a ser, por fortuna, un pleonasmo. Ya no hay turismo sin industria. ¿Cuándo conseguiremos que la expresión “industria cultural” no sea algo que chirríe a nuestros oídos o que, directamente, nos provoque las carcajadas?

Aquí si hay industria. Y cada vez mejor.

Mucho me temo que, en Granada, la cultura sigue teniendo algo de pose, de acontecimiento, de verse y dejarse ver. De continente, o sea. Pero la cultura es, también, sinónimo de dinero. De riqueza. De generación de empleo. De utilización de recursos. De pernoctaciones. De uso, disfrute y promoción de la hostelería. La cultura, cuando es industria, rinde. La cultura, bien gestionada, produce.

Por ejemplo, el Festival de Jazz y el Hocus Pocus, sus programas oficiales y todas sus extensiones, llenan de gente Granada, en noviembre. Dejan sin entradas al Isabel la Católica, pero también atiborran decenas y decenas de bares, cafeterías, restaurantes y hoteles de la ciudad, además de dar empleo a técnicos y especialistas de ramos muy diversos.

La magia y el jazz, además de ilusión y placer, generan PASTA

Cuando entendamos que cada euro bien invertido en Cultura sirve para generar y producir muchos otros euros a su alrededor, empezaremos a comprender dónde están parte de los auténticos y necesarios Brotes Verdes de la economía granadina.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.