SONRÍA, POR FAVOR

La columna de hoy viernes, en plan luminoso, positivo y alegre. ¡Qué ya se va terminando agosto! 🙂  

 

Hay días, cuando vuelvo de correr, en que al final del camino me encuentro con una amiga que, aún sudando por todos y cada uno de los poros de mi piel, no duda en plantarme dos besazos y, a través de una enorme y luminosa sonrisa, me desea una feliz tarde. Una sonrisa, abierta, generosa y natural que consigue hacer que me olvide del cansancio, del calor y de la sed, alegrándome el resto del día.

 

Sonría, please
Sonría, please

Seguramente ya conocen ustedes esa frase que, al estilo Autoayuda-New age, reza así: «Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe, sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo y su recuerdo nunca se borra.»

 

Aunque un tanto engolada, reconozcamos que la frase es de libro. Para enmarcar. Para escribir con mayúsculas en el espejo en que nos miramos cada mañana, al levantarnos, mientras nos lavamos la cara y hacemos planes para el resto de la jornada. Uno de esos consejos que todos deberíamos aplicarnos y seguir a rajatabla.

 

«Why so serious?», se preguntaba el Joker en los carteles publicitarios de la última y fantástica película de Batman. Un Joker que, a través de su maléfica y trágica sonrisa, se erigió en el verdadero protagonista del filme y cuya imagen de portada en el tebeo «La broma asesina», armado con una cámara de fotos y diciendo «Sonría», he usado muchas veces en mails dirigidos a personas que andaban tristes, alicaídas o en baja forma.

 

¿Por qué tan serios?
¿Por qué tan serios?

Como Marta Domínguez. La atleta palentina, una de las mejores deportistas españolas de todos los tiempos, gane o pierda, siempre tiene una inmensa y festiva sonrisa en su rostro. ¿La recuerdan en Pekín, después de caerse en el final de su maravillosa carrera de 3.000 obstáculos, al tropezar con una de las vallas, cuando cabalgaba directamente hacia el medallero olímpico? A mí se me saltaron las lágrimas, viéndola sonreír frente a las cámaras de televisión, con el corazón todavía a mil pulsaciones, quitándole hierro al accidente. Y quizá por eso, el pasado lunes me emocioné como un niño pequeño cuando ganó la medalla de oro en los Mundiales de Berlín, viendo su enorme cara de felicidad al entrar en meta.

¡Sonrisa de oro!
¡Sonrisa de oro!

O Usain Bolt. Un tipo feliz que, antes, durante y después de sus carreras, majestuosas e imperiales, siempre sonríe y bromea con desenfado y alegría, incluso antes de batir su sideral récord del mundo, en uno de los Instantes Decisivos atléticos más impresionantes de la historia.

 

Bolt, un tipo feliz
Bolt, un tipo feliz

Hay profesiones, como la de la hostelería, en que las sonrisas deberían ir con el puesto. Por ejemplo, las que acompañan a la cañas que nos pone Isa, las noches de concierto en la Plaza de las Culturas. ¡Impagables!  

 

Así que, ahora que las autoridades sanitarias nos prohíben los besos, abrazos, apretones de mano y demás muestras de afectuoso cariño, hagamos caso al Maestro Tuitero Antonio Domingo y «regalemos sonrisas, que son gratis, no se nos gasta el semillero y dan una cosecha buenísima de momentos felices».

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.