NÚMEROS UNO

Dejamos la columna de hoy de IDEAL, en clave turística, ahora que comienza el año y ha terminado ese FITUR…

Más difícil que llegar a ser el Número Uno en cualquier disciplina es mantenerse ahí arriba, de forma continua, mes a mes, un año detrás de otro. ¡Que se lo digan a Federer, ese suizo tan elegante, peinado, aseado y aparentemente inalterable, que vivió en lo alto del top ten del tenis mundial durante años, hasta que llegó el ciclón Nadal para arrancarle sus lágrimas de campeón, el pasado domingo, en Australia!

 

Viendo la foto de Rafa con el trofeo y, en segundo plano, a Roger llorando a lágrima viva, me acordaba de Granada, FITUR y de las magnitudes económicas derivadas de un sector turístico en que, hoy por hoy, seguimos siendo los reyes. Pero a la baja.

Está claro que la Alhambra es el motor de desarrollo de un turismo cultural que atrae a millones de visitantes a nuestra ciudad, que Sierra Nevada es un paraíso para los amantes de los deportes de invierno y que la magia de un nombre, Granada, sigue siendo suficiente para conseguir que vengan personas de todo el mundo.

 

Pero ni podemos, ni debemos relajarnos. Hay proyectos tangibles, como la ampliación del Parque de las Ciencias o la construcción del Centro Cultural CajaGRANADA y Museo de la Memoria de Andalucía que están contribuyendo a ampliar nuestra oferta cultural y de ocio hacia zonas distintas de la ciudad, de forma que, por primera vez, los turistas podrán pasar un fin de semana en la capital sin necesidad de cruzar la hipotética frontera del río Genil que da paso al centro histórico de la misma.

 

Y, sin embargo, hay otros muchos aspectos en los que no hemos avanzado ni un ápice. Un dato: en Madrid se vendieron a lo largo de 2008 más entradas para el teatro que para el fútbol. ¿Piensa alguien que la programación de nuestros teatros -o el tirón de nuestros equipos deportivos, excepción hecha del CeBé- es susceptible de atraer a un solo visitante de fuera?

Por unos meses, los vuelos baratos parecieron ser la panacea de un nuevo e incipiente turismo: el de los viajeros ilustrados e independientes que aspiran a disfrutar de un novísimo Turismo de las Sensaciones y que prefieren la autenticidad del Albayzín en una tarde de miércoles o una visita temática y especializada a la Alhambra más desconocida que el bullicio de los grupos organizados del fin de semana.

Pero pronto despertamos del sueño para darnos de bruces con la realidad de los acuerdos congelados y las conexiones aéreas suspendidas. Y, aunque ahora ciframos las expectativas del sector en la celebración del Milenario de la ciudad, no deberíamos dormirnos en los laureles si no queremos terminar llorando como Federer, rememorando laureles pasados y viéndonos sobrepasados por la pujanza, el empuje y el músculo de destinos como Bilbao, Madrid, Barcelona o Valencia, auténticos torbellinos que han sabido aprovechar las infraestructuras culturales para revolucionar la vida ciudadana en su integridad.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.