DESTINO

Dejamos la columna de hoy viernes de IDEAL, que sabe a despedida. Más hasta pronto, por supuesto, que a adiós. A ver qué les parece…

Por haces del destino y aún siendo una persona esencialmente de letras, esta noche inauguramos una exposición de fotografía con tres trabajos míos y tres de Sacai. En Agüimes, Canarias, en el marco de su extraordinario Festival del Sur, presentamos la exposición colectiva “De Dakar a Saint Louis”, con algunas de las imágenes que captamos en nuestro reciente viaje a Senegal.

No sé si una imagen vale mil palabras, pero, desde luego, lo que esperamos todos los participantes en dicha exposición es que nuestras fotografías sean lo suficientemente estimulantes como para provocar sensaciones, reacciones, conversaciones, pensamientos, diálogo y discusión. Nada más. Y nada menos.

Nos vamos, pues, a un festival de teatro que ha cumplido veinte años y que reúne a compañías de África, América Latina y España en el singular pueblo de Agüimes. Un encuentro multicultural en que Antonio Lozano consigue que personas de los orígenes más distintos y las procedencias más dispares se relacionen, se comuniquen, charlen, rían e intercambien experiencias. Un encuentro en que los diferentes colores, religiones, razas e idiomas no importan. Lo que importa y lo que más se aprecia es la voluntad de compartir un puñado de días y noches cuajados de creatividad, libertad y talento.


Y, después, partimos hacia Gijón y su Semana Negra, cita ineludible desde hace varios veranos donde el destino ha querido que presentemos a dos excepcionales autores argentinos que han revolucionado la novela negra y criminal del siglo XXI: Carlos Salem y Leonardo Oyola, cuyas obras, distintas, mestizas, rotundas y potentes son finalistas de los premios literarios más importantes de la Semana.


Y, por todo ello, este año no podremos bajar, ni una vez, al delicioso Parque del Majuelo de Almuñécar, a disfrutar de sus mágicas noches de jazz. Y eso que el cartel de este año resulta especialmente atractivo y variado. De estar aquí, no me perdería al trío de Avishai Cohen, que nos maravillara hace unos años en el Festival del Jazz de Granada, ni la presumiblemente marchosa noche africana, con Richard Bona, Lokua Kanza y Gerald Toto.


Y, además de para escuchar al resto de estrellas de este vigésimo primera edición de Jazz en la Costa, movería cielo y tierra para ver en vivo al grupo de Sergio Pamies y su actuación junto al armonicista Antonio Serrano. De entre los discos escuchados estos meses, la fusión del jazz con el flamenco del “Entre amigos” de Pamies ha sido de lo más excitante. Desde su súbito arranque, con la voz de El Coloraíto, hasta sus homenajes a Chick Corea y Wayne Shorter, estamos ante un disco repleto de matices, lecturas y sensaciones, que se disfruta desde la primera escucha, pero que crece y crece a medida que se va oyendo, una y otra vez.


Días de julio en que el destino nos lleva al Sur. Y luego, al Norte. Y más adelante, al Este. Pero ésta es ya otra historia… que no sé cuándo contaremos. Porque desde este momento, este Blog se queda en stand by. Lo que, con motivo precisamente de irnos a patear el mundo, podríamos definir como…


Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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VACACIONES SON

Aquí están. Ya llegaron. Son las anheladas vacaciones.

Nos vamos. Sacai y yo nos piramos. Comenzamos por el Festival del Sur de Agüimes, Canarias, seguimos por Semana Negra de Gijón, nos trasladamos a Viena, donde tenemos dos entrada para escuchar jazz en la mítica sala de Joe Zawinul, “Birdland”, y una cita para visitar el Dorotheum, mucho más que un Monte de Piedad y, después, sin rumbo fijo ni reservas hechas, nos adentraremos en esos fascinantes Balcanes: Eslovenia, Croacia, Serbia y Bosnia, pero terminar nuestro periplo en Budapest, desde donde volveremos a España y a esta nuestra Granada.

Nos largamos, pues, tres semanas que, esperemos, sean intensas y disfrutadas. Descansar no descansaremos mucho, pero sí tengo férreas intenciones de:

– Apagar las conexiones laborales
– Apagar las conexiones atléticas
– Apagar las conexiones virtuales

Es decir que no pienso conectar el teléfono más allá de lo imprescindible, me llevaré unas zapatillas de deporte únicamente por aquello del “¿Y si…?” y no me llevo portátil. Quizá me conecte desde algún cíber, pero lo mínimo. Nada de mails, SMSs, Messengers, ni nada por el estilo. Aunque lo mismo sí le doy al Twitter, ese «En este momento»… que tienen a la derecha de su pantalla.


Vacaciones tranquilas a base de trenes y autobuses, papel y bolígrafo, música, charla y conversaciones. Abandonamos el Interneteo, las comunicaciones, los aparatuquis, la actualidad, las noticias, el empacho de información, etcétera.

Por todo ello, empezamos a estar…


Jesús Lens.

PD.- No dejen de ver el vídeo que hemos colocado bajo la portada del libro que estamos leyendo ahora. El “Qué es qué” de Dave Eggers. En Mondadori. Muy bueno.

DELINCUENTE ARGENTINO

El año pasado, cuando publicamos la reseña de la premiada y alabada primera novela de Ernesto Mallo, “La aguja en el pajar”, se montó un quilombo de muchos quilates. Subimos dicha reseña al día siguiente de las elecciones celebradas en Argentina y, en un abrupto torrente de comentarios, se mezcló lo político con lo literario, algo que, personalmente, me gusta sobremanera ya que la buena literatura de género negro y criminal debe servir para provocar debates y controversia que trasciendan los libros.


Entre todos los mensajes que se cruzaron por entonces, había uno, firmado por Cristina, de lo más anticipador y clarividente, hablando del NOVELÓN, con mayúsculas: “A los que os hayáis quedado con ganas, os recomiendo “Delincuente argentino”. Ernesto, compañero, deja de perder el tiempo mensajeando en blogs y ESCRIBE OTRA.”

¡Ay, qué razón tenía Cristina! ¡Qué grande es “Delincuente argentino”, obligatoriamente seleccionada entre las finalistas del Premio Hammett de Semana Negra, junto a “Chamamé”, “El imán y la brújula”, “El bulevar del miedo” y “Pájaro en mano”!


Parece que a Ernesto le molestara el viejo adagio de que nunca segundas partes fueron buenas, aceptando el desafío de escribir una nueva novela protagonizada por algunos de los personajes de la primera… y hacerlo tan bien o mejor aún que en aquélla. Porque vuelven el Perro Lascano y vuelve Giribaldi. Pero, además, entran en escena otros muchos personajes que, poquito a poco, van haciendo avanzar una trama que acontece cuando el régimen de los generales ha caído y Alfonsín intenta dotar de estabilidad a la frágil y precaria democracia argentina.


De entre los personajes nuevos, nos quedamos con el Topo Miranda, por razones obvias que el lector, desde la primera página, tendrá ocasión de comprobar. Uno de esos personajes de una pieza, pero múltiples aristas. Uno de esos geniales malos-buenos que se quedan en el recuerdo del lector por siempre jamás.


Pero también me gustaría destacar a los dos jovencitos de la función. Un fiscal al que si bautizamos como “indomable” le hacemos flaco favor, pero que resulta ser un jurista de una pieza, que ni se arredra ni se amedrenta y, sobre todo, que no se deja sobornar. Y a Federico, otro joven para el que el modelo del macho latino está trasnochado, anticipando una nueva sociedad argentina más abierta al mundo.


Pero también están la Negra, Horacio, Beta, Aníbal, Fuseli, un puñado de canas y otro montón de personajes que, en apenas 200 páginas, contribuyen a tejer un fresco de la Argentina en transición, vivo y vibrante. Y todo ello sin decir nada del final. Un final de lo más cinematográfico que, cuando terminas el libro, te ha dejado enorme cara de bobalicón, con una tremenda sonrisa en la boca.

Una gran novela, sin duda. Tanto que me voy a permitir dar un consejo a su autor: Ernesto, si andas por ahí y lees esto… ¡dejate de joder con los blogs! Hacele caso a Cristina y sentate a laburar. ¡Escribe otra, por favor! (Entrevista con Ernesto Mallo en la añorada y llorada Gangsterera)

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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