CÓMO PERDER UN CLIENTE EN MEDIA HORA

El viernes por la mañana me tengo un curso en la ESNA, sita en lo más alto de la calle Reyes Católicos. Como empezamos a las 9 de la mañana, me gusta llegar a las inmediaciones a eso de las 8.15 u 8.30 para tomar un par de cafés y media tostada de mantequilla, echando un vistazo a la prensa, que compro en el quiosco de Plaza Nueva.

El Café Lisboa siempre está atestado, pero hay uno en las inmediaciones que está bien: buen decente, varios periódicos para los clientes y música agradable. Nada especial, pero un sitio agradable.

Ayer viernes, de primeras, el bar no estaba abierto cuando subía a comprar el periódico, pero alzó la persiana justo en ese momento, así que entré. De primeras, no había pan del día para las tostadas. Así que me pusieron medio mollete revenido. Y, además, no había periódicos, claro, con lo que me quedé sin la ración matutina de Marca

En la radio, un cutreprograma mañanero, bien estridente. Se notaba que habían cambiado de camarero. Tuve que pedir hasta tres veces el segundo café. Porque habían entrado cuatro clientes y el nuevo no daba abasto. Y ya llegaba tarde al curso. Pedí la cuenta y pagué con 20 €. Me dieron el cambio de diez. Lo hice notar. Me devolvieron los 10 €, sin una disculpa.

Y salí por las puertas, lógicamente, convencido de que no me verían más el pelo por dicha cafetería. Total, en la misma zona y bien pegaditas, hay del orden de siete o diez.

¿Por qué monta nadie una cafetería para dar un servicio tan malo?