Antes, los pocos niños que iban al psicólogo lo hacían casi a escondidas, ahora los raros son los que no van

 

Foto: Alfredo Aguilar

Buenas, soy Emilio Calatayud. Siempre lo digo, en España tenemos un tendencia muy llamativa a pasar de un extremo al contrario. Pasamos de tratar a los maestros con el ‘don’ por delante a hacernos coleguitas de ellos.

Con el tema de la salud mental ha ocurrido algo similar (y es evidente que la pandemia ha tenido mucho que ver). Antes, cuando yo era pequeño, los pocos niños que iban al psiquiatra o al psicólogo lo hacían casi a escondidas. Ahora los raros son los que no van. Y ni era aquello ni es esto, creo yo. Que el niño dice que está triste, al psicólogo; que el niño está nervioso, al psicólogo; que el niño ha llorado, al psiquiatra… No sé, me parece que aquí también nos estamos pasando con la sobreprotección. Los niños no pueden estar siempre felices. No es posible ni es bueno. La vida también es frustración, fracasos…

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