La joven que se quedó encerrada en un ascensor y en lugar de pulsar la alarma, telefoneó a su madre para pedirle ayuda

Buenas, soy Emilio Calatayud. La anécdota la cuenta la periodista Eva Millet, autora del libro ‘Hiperpaternidad’: una joven se queda encerrada en un ascensor y, en lugar de pulsar el botón de alarma, saca el móvil y telefonea a su madre para pedirle ayuda. Y todo ello con la agravante de que la chica no era española y sus padres estaban al otro lado del charco. Conclusión: estamos criando unos niños demasiado ‘lights’, descafeinados y desnatados. Como todo tiene que ser ‘des algo’ -recuerdo aquello que decían Faemino y Cansado de leche desnatada de vaca desvacada-, pues los niños también. El otro día, en una conferencia, una mamá me comentó que le daba cosa que su niño de catorce años fuera a jugar al fútbol sin que ella le acompañase. Y yo le dije que un niño de catorce años, mejor con sus amiguillos, claro, podía hacer ya cosas autónomamente, que no hay que estar tan encima de los hijos. Y luego le aconsejé que aprovechara el rato que el niño estuviera en el fútbol para darse un paseo con su marido o sus amigos, que seguro que le sentaría bien.

La anécdota de Eva Millet demuestra otra cosa: que los protegemos de todo, menos del móvil. Nos preocupa que los niños salgan solos, pero no que tengan un móvil que es una ventana a lo mejor, pero también a lo peor del mundo. Somos así de contradictorios.

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