Mi hijo mayor ha vuelto hoy contento del instituto. En clase de Lengua española, alguien ha sacado a colación la palabra ‘carcaj’. El profesor admitió que desconocía el significado de ese término, pero mi chico sí lo sabía (perdón si se me nota un poco orgulloso). Y lo sabía porque la palabra de marras aparecía en un juego de ordenador que le gusta mucho. ‘Vaya -pensé para mí-, los juegos de ordenador no solo hipnotizan a los chavales, también les enseñan cosas».
Y entonces me acordé de lo que yo aprendí en mi infancia leyendo los tebeos del Capitán Trueno, el Jabato -mi favorito- o el Corsario de Hierro. Gracias a ellos, utilizaba palabras como ‘alfeñique’ y tal… La lección es la siguiente: en cualquier sitio puede florecer una lección.
Por cierto, un carcaj es una caja o saco en forma de tubo que se cuelga del hombro o la cadera para llevar las flechas y el juego en el que mi hijo aprendió ese vocablo se llama Zenda (me parece).
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