Un alumno revoltoso, convertido en un pelota por orden del juez

Una seguidora de nuestra página en Facebook pedía una idea de ‘sanción ejemplar’ para unos chavales que han creado una página en la que ridiculizaban a una profesora. Resulta que don Emilio ya se enfrentó a un caso similiar. Esta es la historia y su desenlace. Ocurrió en 2008 aquí en Granada:

«En teoría, debía ser una canción protesta, un grito de rebelión e insumisión contra el «poder académico establecido». De hecho, el título de la partitura incluía la palabra «Revolution», así, en inglés, a continuación del nombre del instituto, uno de los muchos que existen en la capital granadina.
Pero el compositor, un adolescente con inclinaciones musicales -como tantos otros-, se pasó de «revoluciones», valga la redundancia. Se le fue la mano. Le salió la vena nihilista y escribió una letra a la que no le habrían hecho ascos ni los mismísimos Sex Pistols -la banda británica que popularizó la «marca» «punk-rock» lanzando escupitajos verbales hasta contra la reina de Inglaterra-. Y, encima, la colgó en Internet, con todo lo que eso supone. El escándalo estaba servido. La canción era una sucesión de insultos contra los profesores y, en el instituto, como es lógico, no se hablaba de otra cosa.
El incidente acabó en denuncia y ahora ha llegado la condena: el compositor, acusado de un delito de injurias graves con publicidad y una falta de amenazas, debe reescribir «Revolution» «en positivo», es decir, que los exabruptos tendrán que ceder su sitio a los halagos.
El muchacho, que era menor de edad cuando ocurrieron los hechos y ahora es universitario, va a tener trabajo. La letra era un cúmulo de ofensas de principio a fin. Unos cuantos ejemplos ilustrativos. De un profesor decía que fumaba hachís y guardaba la droga en el aula. A otro le llamaba «cabezón», «calvo» y «zorongo». También se refería a una profesora como «tía coñazo».
Y luego estaban las amenazas, francamente truculentas. El chico proclamaba en su canción que esperaba que los docentes se estrellasen con sus coches para así poder asistir a los correspondientes funerales.
En otra estrofa, advertía de que iba a prender fuego a las aulas…, en fin. Luego, para redondear la faena, cogió su obra y la alojó en una página web de acceso gratuito. Según la Fiscalía de Menores de Granada, el joven cometió un delito de injurias graves con publicidad y una falta de amenazas.
Conforme
El procesado se mostró conforme con el contenido de la acusación y no fue necesario celebrar la vista oral del juicio. La condena: una tarea en beneficio de la comunidad consistente en la elaboración de un trabajo de cien folios sobre el respeto al derecho a la intimidad y el uso correcto de las nuevas tecnologías… además, claro está, de la reescritura de «Revolution» con términos elogiosos. El alumno revoltoso, convertido en un fervoroso pelota por orden de un juez. Asombroso».

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