Miguel Ruiz Jiménez portada de Diario Ideal

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«Toda obra de arte debe contener un mensaje»

El escultor Miguel Ruiz trabaja en Jun en estos días en un conjunto escultórico monumental, de casi 8 metros de altura, que es un homenaje a la afición de fútbol de Granada

25.04.11 – 19:23

JUAN VELLIDO | JUN

El artista Miguel Ruiz, ante la maqueta de su grupo escultórico. :: ALFREDO AGUILAR

La escultura, en datos

1 tonelada de varilla de acero corrugado 5000
5 toneladas de acero corten anticorrosivo
5 toneladas de chapa de latón en 3,4 y 5 mm.
4 bobinas de hilo de latón para soldadura
3 botellas de argón
30 Kgs. de electrodos de acero inoxidable
10 Kgs. de electrodos de rutilo en 3,2
250 metros lineales de varilla de acero inoxidable en 10, 8, 7 mm. de diámetro
150 discos de corte especiales para acero inoxidable
150 discos de pulido
Otros datos del conjunto escultórico:
Altura de las esculturas mayores: 7,5 metros
Plinto de 5.700 kilos de peso
Grupo escultórico de 3.400 kilos de peso
60.000 puntos de soldadura
Varios miles de cortes de disco
Más de 60.000 puntos de soldadura ‘anudan’ las aristas, los ángulos, las estrías, de las estilizadas figuras atléticas que conforman el conjunto escultural con que el artista granadino Miguel Ruiz eleva una monumental alegoría de la afición al fútbol en Granada, que será emplazada junto al Estadio de los Cármenes. Sobre un plinto semipiramidal, de más de 5 toneladas de peso, se alza el grupo escultórico, compuesto de dos figuras de casi 8 metros de altura y otras 24 de 1,7 metros de altura, alusivas a los equipos que se enfrentan en el campo de fútbol, y el aficionado, añadido como uno más a cada equipo.
De estilo expresionista, la obra escultórica de Miguel Ruiz es intuitiva y personalísima, hasta trascender el ámbito deportivo, más allá de lo conceptual. En su discurso estético, esta escultura recrea el esfuerzo del atleta y su transformación en alegoría de los valores solidarios de la afición.
Escultor, pintor, ceramista, investigador inquieto, trabajador incansable, humanista del siglo XXI, Miguel Ruiz, que pone el alma en cada una de sus obras, contesta así a nuestras preguntas:
–Este conjunto escultórico dedicado a la afición al fútbol es un proyecto monumental, ¿acaso el más grande que usted a proyectado?
–Si nos ceñimos al concepto puramente escultórico, tengo que decir que esta escultura es la de mayor tamaño, sin contar con la obra ‘Hombre Arco’, que por cierto está aún en proceso de realización, aunque en obras en las que se funden los conceptos escultura y arquitectura debo decir que he manejado tamaños de más envergadura.
El arte y el fútbol
–Los neófitos en el mundo de la escultura, y el lector, en general, tienen curiosidad por conocer el proceso de creación de una obra monumental como esta, que además se emplazará en las inmediaciones del estadio de ‘Los Cármenes’ ¿Cómo se gesta?
–Toda obra de arte debe contener un mensaje, algo que decir a quien la contempla, en el caso de esta escultura se trata de un homenaje a toda la afición del Granada C.F. Por eso, basándome en este principio, decido e intento representar con las dos figuras centrales el concepto del fútbol; el cuerpo del atleta y su belleza estética, dinámica, y sobre todo el sentimiento y espíritu de superación que son aspectos comunes en todas las especialidades del deporte… si me lo permite, me gustaría resaltar que este espíritu de lucha y respeto se debería de aplicar a todos los ámbitos de la sociedad, política, trabajo relaciones sociales… Creo que con estos argumentos hay más que suficiente para inspirarse e intentar gestar esta obra.
–Pero ha de haber una idea, un motivo inspirador
–Este proyecto quizás no se habría iniciado de no ser porque un buen día recibí la visita en mi taller de Manuel de la Higuera, que, en representación de la afición, me comentó su idea, su sueño, la realización de ‘ un monumento para homenajear a toda la afición del Granada C.F. e incluso al propio club’, me dijo.
Solo tuve que escucharle esa frase y cómo gesticulaba, su mirada, su empeño; todas esas vibraciones calaron en mí… en aquel momento supe que tenía argumentos más que suficientes para inspirarme, y llevar a cabo esta obra.
–Es casual, o es intencionada la elección de las dos figuras centrales y las pequeñas figuras que la acompañan?
–En este caso creo que hay poco de casual, sin embargo cuando se comienza un proyecto de estas características y antecedentes, sabes cuándo empiezas –aunque a veces ni eso está claro–, pero nunca conoces todo el trayecto que vas a recorrer.
Hay una luz al fondo del camino que te va iluminando a medida que te acercas… personalmente pienso que la creatividad nace con el esfuerzo y para desarrollarla exige esforzarse aún más.
La muchedumbre y el atleta
–¿Simboliza, pues, al aficionado y al futbolista?
–Había que encarnar a la muchedumbre que representa a la afición. Hay 24 figuras de 1,7 metros de alto, 22 en alusión a los dos equipos enfrentados, y una más por cada equipo recordando al espectador. Las 24 figuras que rodean a las dos centrales que planteo con tamaño desproporcionado y que tratan de representar el alma del futbolista, a través de un estiramiento irreal de anatomía que se deja llevar por las condiciones físicas del material usado en todo el proyecto.
–Usted ya la ha ideado, la ha dibujado, y ahora se dispone a hacer una maqueta ¿En este punto ya ha decidido qué materiales empleará, si bronce, material cerámico, latón, etc.?
–Personalmente siento que los propios materiales han de ser una fuente de inspiración, hasta el punto de que, a veces, a través de su comportamiento, si los escuchas pueden sugerir determinados diseños de cualquier tipo. Otras veces, sin embargo, cuando hay una idea concreta que plasmar, según su anatomía, dimensiones, etc… buscas el material y proceso más adecuado, entablando así un dialogo entre materia, obra, y la voluntad creativa del autor.
–¿Qué materiales soportan mejor la intemperie, el frío y el calor acaso durante cientos de años?
–Todo el mundo conoce las características del bronce, resistencia a la corrosión, resistencia mecánica… El latón es un material de similares características pero en forma de chapa es más maleable y nos permite expresarnos de otra manera.
Existen otros materiales como los minerales integrales fundidos, pero esto corresponde a un mundo de alquimias de mucha más dificultad técnica en su manejo, pero de infinitas posibilidades, son mezclas de minerales y metales oxidados fundidos a altas temperaturas, texturables, con infinitas tonalidades y de resistencia a la intemperie multimilenaria, inalterables ante la corrosión, los agentes químicos, o las humedades. Así se pueden conseguir materiales más resistentes que ningún metal, por eso son usados en la ingeniería espacial.
Las manos y la mente
–¿Como hace usted la maqueta?
–Cuando realizo la maqueta de una obra de grandes dimensiones mis manos trabajan a la pequeña escala que me permita el material elegido para la propia maqueta y que será el mismo para la obra a escala, pero simultáneamente, mi mente está traduciendo todas las formas, contorsiones e incluso texturas a las dimensiones reales, de manera que cuando comienzas a trabajar a la escala correspondiente sientes que ya pasaste anteriormente por ese camino, pero ahora el viaje es real y hay que estar siempre alerta y dispuesto a vencer el obstáculo que en el viaje imaginario inicial no habías percibido.
–Ya tiene hecha la maqueta. Y ahora llega uno de los procesos más complicados: elevar a su tamaño de más de siete metros las pequeñas esculturas que usted ha creado en pequeño formato.
–Cuando se trata de obras de grandes dimensiones, por supuesto que hay que tener muy en cuenta sobre todo la resistencia mecánica de los materiales, resistencia a la flexión, a la corrosión, inclinaciones, puntos de apoyo y otros aspectos que pueden condicionar en ocasiones el propio diseño de la obra.
–¿Ha de ‘fabricar’ herramientas e instrumentos que le sirvan para hacer estas enormes piezas, plinto, caballete, y otros?
–Esto corresponde a un apartado puramente técnico, de imprevistos que nos encontramos y que hemos de improvisar y resolver sobre la marcha, con otros utensilios a veces específicos para cada obra.
–¿Los cálculos de peso y de carga los ha resuelto usted antes de comenzar?
–Como decía antes, las manos trabajan en la maqueta, pero la mente está trabajando en la obra definitiva, por supuesto también en los cálculos. Quizás en esta obra lo más arriesgado sea apoyar en un solo punto cada figura de las grandes de 7,5 metros de alto. Hay un macizo redondo de acero inoxidable de 90 por 1700 mm. que atraviesa el plinto y conecta con las placas de anclaje del cimiento. Se sometió a un programa de cálculo orientativo a la flexión teniendo en cuenta la altura de la figura y su resistencia al viento.
El mensaje y la estética
–Una vez resueltos los asuntos técnicos, cuál es su mayor preocupación estética: ¿el perfecto equilibrio de las formas, la expresividad de la obra, su fuerza, su mensaje?
–Los aspectos técnicos realmente nos acompañan en todo el proceso, pues lo ideal es que no interfieran en el resultado estético de la obra. Todos los aspectos que usted ha enumerado están ahí, pero apuntando en una misma dirección que es la expresividad de la obra, y de ahí el contenido de su mensaje que es en definitiva lo que se persigue de principio a fin; el espectador puede fijarse en todos los detalles que quiera, técnicos, dimensionales, de texturas, tipo de materiales… pero lo realmente importante para mí es que el mensaje en el espectador pase de su memoria a su alma y que la obra haya sido capaz de despertar emociones transcendentes, aunque casi no seamos capaces de explicarlo.
–¿En el caso de esta escultura, qué es más importante, lo que se cuenta o cómo se cuenta?
–Lo que se cuenta en esta obra es importante, porque es el reflejo del más noble de los comportamientos humanos, el espíritu de superación, para llegar más lejos, saltar más alto, correr, volar, pero sobre todo hacerlo basándonos en el respecto a los demás, para sellar el choque con el abrazo al final del encuentro. Por supuesto que todo esto va a llegar de una manera o de otra según lo contemos, y creo que hay que contarlo desde el respeto al espectador, y tratar de usar todos los elementos posibles que contribuyan a convertir la materia en mensaje trascendente capaz de despertar emociones que lleguen a nuestra alma.