Turismemos

Menudo ejemplo, el del alcalde socialista de Lecrín, tasando en 10 euros el baile con su mujer, para abrir la puja. Tiene tela, la presencia de la edil de Cultura, joven y moderna, en la presentación de la inenarrable propuesta. Por no hablar del don Tancredo del diputado de Turismo, que estaba allí pero no estaba, según parece. Y lo peor de todo: este sainete se presentó frente a un enorme cartel de la provincia de GRANADA, así en grande.

Foto: Europa Press

El pasado miércoles, Lecrín era lamentable tendencia en las redes sociales mientras que los representantes de todos los partidos se echaban las manos a la cabeza por la majadería de la subasta de mujeres que, según el alcalde de Lecrín, fue mal entendida. Y peor explicada, digo yo.

Hay que joderse con este bochornoso sinsentido: tres representantes institucionales del PSOE comparecen solemnemente para presentar en público una catetada que, sobre todo, resulta vejatoria para las mujeres. ¡No quiero ni pensar la que se habría montado si esta imbecilidad hubiera surgido de la mente preclara de alguien del PP!

Pero lo peor de este sainete es que representa, a las mil maravillas, en qué puede convertirse la Granada turística del siglo XXI: microparques temáticos protagonizados por gente disfrazada de chirigota, con políticos y técnicos municipales dedicados a bucear en el pasado más añejo y casposo de la localidad, en busca de arcaicas tradiciones con las que tratar de captar turismo.

¡Ay, turismo, cuantas aberraciones tendremos que seguir sufriendo en tu sacrosanto nombre! ¡Cuánto tiempo, cuantísimos recursos materiales, técnicos y humanos, desperdiciados en actualizar un pasado felizmente dejado atrás, con el único fin de que la gente se entretenga, haciendo el chorra, el canelo y el capullo!

Ya no basta con bailar al son del Tractor Amarillo en las fiestas patronales. Ahora, lo que se lleva, es redescubrir las miserias del pasado local, sacarlas del baúl de los recuerdos, desempolvarlas y lucirlas con orgullo provinciano. Y todo ello con el fin último… ¡de recaudar fondos con los que sufragar las fiestas patronales en las que se termina bailando el Tractor Amarillo!

Que están muy bien, las fiestas patronales. O no. Pero que la Diputación no puede permitir que GRANADA sirva como marco para la presentación de memeces retrógradas que, para más inri, son insultantes, vejatorias y atentatorias contra la dignidad de la mujer.

Jesús Lens