TRILOGÍAS ANILLADAS

Pensaba despedir el 2010 y saludar el 2011 tirando de una Trilogía tan maravillosa como la de “El Padrino”. Pero la tarde del 31 comenzó a oscurecerse y no era cuestión de dejarse llevar por un torbellino turbio, violento y cargado, en el fondo, de dolor y amargura.

Así que opté por ver una trilogía aventurera, luminosa, repleta de color y de espacios abiertos: “El señor de los anillos”, que reconozco y confieso que no llegué a ver la oscarizada y multipremiada “El retorno del rey”.

Y estaba viendo la cara de angustia de Frodo, cuya tarea con el Anillo le iba desmejorando a cada fotograma, y me acordaba de ZP, que con las reformas económicas emprendidas en nuestro país parece haber acometido un trabajo más exigente que el del propio Hobbit.

De hecho, me asaltó la certeza de que el anillo, en realidad, es España. Y que la misión de Frodo/ZP es llevarla hasta el Mordor de los mercados financieros para arrojarla a ese Infierno custodiado por Sauron y sus huestes, que serían los especuladores y demás gentuza que eleva nuestra prima de riesgo, acosando al euro y a la deuda española.

¡Qué pena, España, el Anillo, viéndose arrojada al corazón de Mordor, para calmar la voracidad de los mercados!

¿Y Rajoy?

Rajoy, claro, es Gollum: ¡Mi Tesoro! ¡Mi Tesoro! Elecciones anticipadas, que quiero mi tesoro…

Total que, así las cosas, quizá hubiera sido mejor ver “El Padrino”. Al menos, con la mafia y los gángsteres las cosas están más claras…

Jesús Trilogista Lens

LA CLAVE OCULTA EN EL DEUTERONOMIO

Aunque hoy toca ESTA COLUMNA DE IDEAL, la actualidad manda.

Lo habéis visto. Estaban en Washington. Y estas caras de atención están escuchando a un gurú bíblico que explicaba las claves que se ocultan en el mensaje de Deuteronomio que citó Zapatero.

 

Unas claves, a priori indescifrables. Como este gesto histórico. ¿Qué se ocultaba tras ese gesto?

 

El gurú dio con la tecla. Tras ese gesto, se ocultaba esto:

 

Y ahora, efectivamente, sólo nos queda rezar.

 

Jesús Lens, místico total.

 

PD.- Mañana, además de en IDEAL, nos vemos en el Sur de Málaga, en el Correo de Bilbao, en El Comercio de Gijón y, quizá, en La Voz de Galicia, en Canarias 7… ¡¡¡Os espero!!!

 

😀

  

ZaPatiestas

Dejando los Cuaversos para esta tarde, planteamos unas preguntas que no sé qué respuesta pueden tener:

 

  • ¿A quién se le ocurre bajar ridículamente los impuestos en la época de vacas gordas, para verse obligado a subirlos no ya en la época de vacas flacas, sino en tiempos de vacas raquíticas, anoréxicas y jalamías?

 

  • ¿A quién se le ocurre abrir la Guerra del Tabaco, a través de una legislación absurda, timorata, cobarde y completamente inefectiva, para verse obligado a reabrir la Guerra del Humo, años después?

 

  • En tiempos de crisis, en vez de mostrar una actitud de liderazgo fuerte, ¿a quién se le ocurre practicar la política del Deshojador de Margaritas mezclada con la del lector de los Posos del Café… para todos?

 

  • Si queremos cambiar el modelo productivo español hacia el I+D+i, ¿cómo es que las partidas presupuestarias destinadas a la Investigación, el Desarrollo y la Innovación se van a ver recortadas en cerca de un 50%?

 

PD.- Mañana pondremos on line la ENUMI: la Entrada Número Mil de este Blog. Ya sabéis que a mí me pone y me mola eso del Milenarismo, así que tengo preparada una entrada muy, muy especial. Espero que esté a la altura de la efeméride y que os guste.  

PERDIDOS Y LA CRISIS

La columna de hoy de IDEAL, en clave televisivo-política. A ver si la hemos conseguido cuadrar…

 

En uno de los últimos episodios de la quinta temporada de «Perdidos», cuando se encuentran después de mucho tiempo, el eterno Richard le comenta al caótico Locke: «Hay algo diferente en ti». Y el calvo redivivo le responde, sin titubeos: «Sí. Ahora tengo un objetivo». Tiene tarea. A la vuelta de cinco temporadas, Locke tiene un objetivo. ¡Él, que nos las ha hecho pasar canutas con sus ideas místicas, sus súbitos cambios de opinión, su liderazgo errático y sus decisiones erróneas basadas en la inspiración del momento!

 

Sinceramente pienso que el gran mérito de «Perdidos», además de ser una serie compleja, adictiva y fascinante, es haber sido capaz de prever el actual caos internacional en que la tan traída crisis económica nos ha sumido. Y, puestos a malpensar, ¿a los gobiernos de qué país les recuerda el discurso de Locke, cuando escuchamos que se ha agotado un modelo productivo y, ahora, tenemos un nuevo objetivo en forma de I+D+i, la gran panacea del crecimiento sostenible, maná para el futuro y milagro de los panes y los peces?

 

Cuando veo a los protagonistas de la Isla desplazarse en el tiempo, intentando encontrar su destino y dar con la clave para conseguir abandonarla, me acuerdo de este neokeynesianismo en que vivimos actualmente, con ecos de Marx y con el neoliberalismo absolutamente denostado… pero con las derechas ganando en todas las citas electorales europeas. Increíble, pero radicalmente cierto. Absurdo, sinsentido y contradictorio.    

 

Y luego está, para resolución de cualquier conflicto que surge en la Isla, la permanente pugna entre Sawyer y Jack. Si uno dice blanco, el otro dirá negro. Si uno pide mar, el otro clamará por la montaña. Y ahí van los dos, con cara de permanente cabreo, trasuntos de ZP y Rajoy o de nuestro alcalde y la Junta, con los soterramientos del metro, el cierre del anillo o el Museo de la ciudad, sin ir más lejos. ¿Y qué me dicen de Ben, el antiguo líder de los Otros, caído en desgracia, vilipendiado y denostado, pero con pinta de creerse que aún tiene mucho que decir?

 

Pero hablemos de los Otros y de los Hostiles, los siempre sospechosos vecinos de los protagonistas de «Perdidos». En realidad, nadie sabe quiénes son los buenos o los malos, pero los personajes de la serie se guían por una máxima ¿infalible?: si no están con nosotros, están contra nosotros. Y, por eso, ante la más mínima dificultad, discusión o contratiempo, vuelan hondonadas de palos, tiros y puñaladas por la Isla. Como en un Parlamento cualquiera, vamos.

 

Sin olvidar la misteriosa Iniciativa Dharma de la que nada sabemos, pero ahí está, siempre presente. O el malo malísimo, Charles Widmore, que no duda en fabricar mentiras increíbles para engañar a la opinión pública y poner en marcha maquiavélicos planes que redundarán en su propio beneficio. ¿No les parece, «Perdidos», la vida misma?

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.