300. El origen de un imperio

En este mundo hay dos clases de personas: a quienes les gustó «300» y les fascinó su estética manierista y forzada hasta el extremo y quienes no. Aún recuerdo, la discusión, al salir del cine: ¡Qué maravilla! ¡Qué poderío visual! ¡Qué pasada! vs. ¡Qué despropósito! ¡Qué mierda! ¡Vaya basura de guión, interpretación y de película!

 

Ahora nos llegan los primeros ecos de la secuela de «300», titulada «300. Rise of an empire», justo cuando el director de la película original y partícipe directo en esta secuela, de la que podéis saber más aquí, Zack Snyder, se apresta a estrenar la nueva versión de Supermán, «Man of steel», en todos los cines.

300 Rise of an empire

Si el cartel es continuista, ya vais a ver el tráiler, que comienza con el mismísimo Leónidas, bajo el peso de un hacha vengadora…

 

¿Y tú de quién eres? ¿De los que sí o de los que no?

 

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WATCHMEN. LA PELÍCULA

Han sido muchos, muchos años de angustiosa espera. Muchas dudas, inquietudes y zozobras. Porque, cuando se anuncia que uno de tus libros favoritos va a ser llevado al cine, te asaltan sentimientos contradictorios. ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo?

 

Aún recuerdo, en aquel aula de Derecho, la estupefacción que nos asaltó a Jorge y a mí cuando leímos en el periódico (entonces no había Internet y de estas cosas también te enterabas por la prensa) que Tom Hanks iba a encarnar a nada menos que el Amo del Universo, Sherman McCoy, en la adaptación cinematográfica de «La hoguera de las vanidades», que filmaría Brian de Palma.

 

Entonces, Hanks todavía no había desembarcado en Normandía, no había corrido miles de kilómetros como Forrest Gump ni había desentrañado el Código Da Vinci. Era un melifluo e insignificante actorcillo, protagonista de comedias estúpidas y sin gracia. ¡Qué indignación! ¡Que enfado!… y qué falta de visión de futuro, la verdad.

 

Por eso, cada noticia sobre la adaptación cinematográfica de una de las piedras angulares de mi canon libresco, «Watchmen», era acogida con la misma carga de excitación y de temor reverencial. Han sido muchos nombres los barajados a lo largo de estos años para poner en imágenes esa obra maestra de Alan Moore y Dave Gibbons.

 

En su momento, la adaptación de otro tebeo de Moore, «V de vendetta», ya me dejó un excelente sabor de boca. Sí. Los tebeos, por densos y complejos que sean, se pueden adaptar bien al cine, cuando hay talento a la hora de escribir el guión y de situarse tras la cámara.

 

La controvertida, discutida y tan alabada como denostada «300», de Zack Snyder, nos hizo pensar, por fin, que esta vez sí. Que «Yes, he can». Porque el elegido para afrontar uno de los retos fílmicos más importantes de este arranque del siglo XXI fue el director de la adaptación al cine de la epopeya espartana de las Termópilas, dibujada por Frank Miller y Lynn Varley.

 

Y fueron llegando noticias. E imágenes. Y aquel primer trailer, espectacular, en Alta Definición. Y empezamos a soñar. Porque tenía muy buena pinta. Excelente. Y después, este segundo trailer. Y una fecha: 03.06.09. Que no era el 3 de junio, sino el 6 de marzo. O sea: ayer.

 

Nos juntamos una buena y variopinta tropa para ver «Watchmen». Unos hemos leído el tebeo. Varias veces. Y lo adoramos. Otros llegaban limpios de polvo y paja al cine. Tres horas después, tomando unas populosas y nutridas Alhambras Especiales en el bar del O2, el veredicto era (casi) unánime: ¡Sí!

 

¡»Watchmen» es, también, una grandiosa película!

 

No me atrevería a decir que es una obra maestra. O quizá sí. Cuando la vuelva a ver. Más tranquilamente. Es, por supuesto, la más fiel adaptación del tebeo que imaginarse pueda. Los personajes, la estética, el espíritu… todo está ahí, por mucho que Alan Moore, para variar, haya renegado de la adaptación cinematográfica.

 

Y no es una película fácil, que conste. A algunos les pareció algo indigesta la mística del Dr. Manhattan y hay quién considera que el culebrón sobre la paternidad de Espectro de Seda II era algo redundante. En algunos momentos puede bajar el ritmo y la parte de la Antártida puede llegar a hacerse algo larga.

 

Personalmente, nada de ello me pareció así. Todo encaja como un puzzle e incluso el protagonismo final de uno de los personajes más aparentemente inanes de la historia está perfectamente tomado del giro final, brutal e inesperado, del tebeo.

 

Así que, a la espera de vuestros comentarios y del necesario debate que espero se genere sobre una de las grandes películas del año, diré que de «Watchmen», como del cerdo, me gusta todo. Hasta sus andares. El cásting, perfecto. El diseño de producción, impecable. La presentación de la historia y de los personajes, a través de una canción mítica como el «The times they`re changing» de Bob Dylan, sensacional.

 

Y, por supuesto, Rorschach.

 

Me manda Frankie un mensaje:

 

«Qué grande es Rorschach…

 

BÚHO NOCTURNO: Deberías abrigarte más.

RORSCHACH: (Subiéndose el cuello de la chaqueta): Estoy bien así.

 

Como diría Enrique V. Vegas… «No se puede molar más»

 

Y tanto.

 

Terminamos con otra impagable frase de ese enjuto, duro e insobornable pelirrojo, cuando le meten en la cárcel y los presos amenazan con torturarle y matarle, por ser el justiciero que les enchironó en su día: «Todavía no os habéis enterado. Yo no estoy encerrado con vosotros. Sois vosotros los que estáis encerrados conmigo».

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

¿Who watch the Watchmen?