Machismo no opinable

El pasado sábado, mientras nos preparábamos para disfrutar del concierto de Lagartija Nick, una alerta en el móvil nos sobrecogía, indignaba y zahería: otra mujer asesinada a manos de su expareja, esta vez, al lado de casa, en el corazón del Zaidín. Ella, maestra de 38 años con una hija de una relación anterior. Él, legionario en activo, de 24 años de edad.

Hace unos días, escribí otra columna sobre el asesinato de una mujer, en Caniles, a manos de su pareja. De inmediato, las previsibles reacciones-tipo, siempre de hombres. Por una parte está el que niega la mayor, culpando a la peste de lo políticamente correcto, a la infección de una corriente biempensante y feminista de la que hay que huir. Apelando a la cojonidad, por supuesto. Como si negar la violencia machista te hiciera ser más hombre. Más macho. Los huevos encima de la mesa, ya saben. Y del teclado.

Hay otra corriente menos visceral, pero igualmente inquietante: la de la equidistancia y el relativismo. La corriente de los peros, los no debemos olvidar y los tenemos que tener en cuenta. La corriente del no todos los hombres somos culpables como no todas las mujeres son buenas. La corriente del habría que saber qué pasaba en realidad, hay mujeres que denuncian en falso y también las hay que abusan y agreden a sus parejas masculinas, física o emocionalmente.

No ha transcurrido siquiera un mes y medio de 2020 y, en menos de seis semanas, 10 hombres han asesinado a sus parejas o exparejas. Dos de ellos, en la provincia de Granada. En el caso de Caniles, el asesino fue un anciano. En el del Zaidín, un joven. La violencia machista no sabe de edad, capacidad económica o condición social. El machismo secular perpetúa un ciclo de violencia estructural de los hombres contra las mujeres.

No somos capaces de romper el círculo. Sigue habiendo personas incapaces de ver que, desde 2003, han sido 1.041 las mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas, una cifra que no admite peros, opiniones ni componendas dialécticas. Es una situación de emergencia social que nos concierne a todos.

Jesús Lens

Denuncia a un profesor

Ayer jueves impartía mi última clase del trimestre a los alumnos de 4º de Práctica Periodística de ESCO. Les insistí en uno de mis temas favoritos: la importancia del lenguaje. El valor de las palabras. Porque ni el lenguaje ni las palabras son neutros o inocentes.

Tomemos como ejemplo una expresión como ‘pin parental’. Así a botepronto, no suena mal: dada la cantidad de amenazas que acechan a los menores en el entorno digital, que los padres tengan un control sobre lo que ven, cómo, cuándo y dónde; no parece una mala idea.

Sin embargo, cuando lo de ‘pin parental’ se aplica a los contenidos lectivos que el alumnado recibe en un aula, la cosa cambia de medio a medio. Que unos padres puedan decidir qué puede o qué no puede explicar un profesor me parece algo terrible y aterrador.

Lo de Baena, por ejemplo, con un profesor denunciado y prestando declaración en un juzgado por proyectar un vídeo sobre Ana Orantes en una actividad escolar para concienciar contra la violencia machista. A la Junta le honra su apoyo al profesor, pero no podemos olvidar que PP y Cs gobiernan en Andalucía con el apoyo de la ultraderecha que cuestiona esa modalidad de violencia contra las mujeres.

Ayer también leíamos que se ha detectado un importante incremento de la violencia machista entre menores. Según datos del Observatorio contra la Violencia de Género, se ha producido un incremento generalizado en denuncias interpuestas, medidas cautelares dictadas y condenas a maltratadores y que, en concreto, destacan las cifras relativas a menores.

Ante una información así podemos hacer dos cosas: cuestionar los datos, la metodología del informe y/o la legitimidad del referido Observatorio o preocuparnos seriamente sobre el tema y trabajar en la consecución de medidas efectivas que contribuyan a revertir la situación.

En este sentido, el trabajo en centros escolares es básico. Y resulta intolerable que, amparándose en una expresión tan aparentemente inocua como ‘pin parental’, los sectores más reaccionarios de la sociedad se sientan legitimados para cuestionar los contenidos que se enseñan en colegios e institutos. Sobre el #Spexit hablamos otro día.

Jesús Lens

Recuerdos del futuro

Obseso como soy de los viajes en el tiempo, los multiversos y los accidentes entre lo cósmico y lo cuántico, un libro titulado ‘Recuerdos del futuro’ era terreno abonado para mi ansia lectora. Máxime cuando su autora, Siri Hustvedt, ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Letras.

Hay un momento definitorio en la narración multilineal de Hustvedt. Transcurre durante una cena de intelectuales en la Nueva York del siglo pasado. Un grupo heterogéneo discute de filosofía y otras sesudas cuestiones. Una de las participantes, que tal vez se ha bebido una copa de más, ríe un par de veces en un tono tal vez más alto de lo decoroso. De lo decoroso… para su marido, que no duda en levantarse, rodear la mesa hasta situarse a su espalda y, sencillamente, apretarle el hombro.

Es una presión suave. Nada dolorosa. Un gesto que podría parecer sencillo y natural. Cariñoso, incluso. Sin embargo, ella no vuelve a hablar durante la cena. Ni mucho menos a reír. De hecho, casi no levanta la mirada de su plato.

Pocas veces me he sentido tan conmocionado por la descripción de una situación de maltrato. Es tan sutil y, a la vez tan cruel… En ese punto de la narración no te queda más remedio que cerrar el libro y hacer memoria. Recordar cuántas veces no hemos protagonizado gestos como ese, todos y cada uno de nosotros. Gestos tan inocuos. Gestos tan reveladores.

‘Recuerdos del futuro’ es un libro que transcurre en planos narrativos y temporales diferentes, escrito por una misma autora, pero en momentos vitales completamente distintos. Por un lado, el aquí y el ahora, desde el bagaje y la experiencia de los sesenta años cumplidos. Por otro, el diario de juventud de la propia autora, una veinteañera que se instala en Nueva York en busca de aventuras e inspiración para su primera novela.

Un diálogo de la Hustvedt contemporánea con la joven que fue, a modo de relato iniciático que nos cuenta un doloroso y complejo proceso de maduración, el tránsito del pasado al presente.

Jesús Lens

El rostro de la muerte

Ayer hubo concentraciones en Huércal de Almería y hoy las habrá en Cádiz. En tierras gaditanas, la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía convoca a los ciudadanos bajo el lema «No más muertes en el Mediterráneo, las fronteras cerradas matan», después de que el pasado fin de semana se recuperaran los cadáveres de seis personas ahogadas en las costas de Cádiz. Y de ello hablo hoy en IDEAL.

GRA255 ALGECIRAS 14 01 2017 – Agentes de la Guardia Civil y de Salvamento Maritimo en el puerto de Algeciras con uno de los cinco cadaveres de inmigrantes que han sido encontrados en las ultimas horas en las costas de Algeciras y Tarifa Los cuerpos fueron hallados en dos lugares distintos pero no alejados EFE A Carrasco Ragel

En Huércal, por su parte, los vecinos se concentraron tras el asesinato de Toñi a manos de su expareja, que la degolló sin contemplaciones. Un minuto de silencio para recordar a una víctima más de la violencia machista.

 

El fin de semana volvió a hacerse visible el rostro de la muerte en Andalucía. El Mediterráneo, convertido en tumba para miles de personas. Las mujeres, que siguen siendo víctimas del machismo homicida. En Cádiz y Almería, unos cientos de personas desafían al frío y salen a la calle, a protestar por el drama que no cesa. A homenajear a sus víctimas más recientes. Unos cientos de personas que, con su actitud, sacuden y zarandean nuestras conciencias, a ver si espabilamos.

Porque ayer era, también, el Blue Monday, el día más triste del año, según no sé qué algoritmo utilizado en no sé qué investigación de no sé qué Universidad. Y ahí estábamos todos, desde muy temprano, hablando de las horas de oscuridad, del frío, de lo duro de la cuesta de enero y de lo feo que es el lunes.

 

¿En serio? ¿De verdad? ¿Blue Monday? ¿Es posible que hayamos alcanzado tal nivel de majadería y estulticia? Lamentablemente, parece que sí.

 

Nuestra sociedad, de tanto escuchar frases tópicas y manidas como “el drama que no cesa”, “tragedia en el Mediterráneo” o “una nueva víctima de la violencia de género”; parece haberse quedado sin capacidad de respuesta, ensimismada en sus mamarrachadas y sus sandeces. En naderías como el Blue Monday.

¿El día más triste del año? ¡Claro que sí! Pero no para usted (espero) ni para mí. El día más triste del año para la familia de Toñi, asesinada a los 33 años de edad por una bestia sin entrañas que no aceptaba que le hubiera dejado.

 

El día más triste del año para las familias de las seis personas muertas en el Mediterráneo, tratando de llegar a una Europa que, mientras ellos se ahogaban, era presa de la melancolía. Por el Blue Monday.

 

Jesús Lens

Ciencia frente a la violencia machista

Como persona de letras puras que, en su momento, huyó despavorido ante a la amenaza de las matemáticas, la física y la química, cada vez me interesan más las noticias relacionadas con la ciencia. De ahí que siempre me detenga en cualquier información de IDEAL respecto a estudios y avances surgidos del talento científico de la UGR.

Violencia machista ni una menos

¡Qué complicado, el trabajo de los gabinetes de comunicación y el de los periodistas que han de hacer comprensibles esas informaciones técnicas y científicas a los lectores profanos! Por muy especializados que estén, es imposible que los periodistas sepan lo mismo de mineralogía que de botánica, alimentación, astronomía, óptica o medicina.

Ayer podíamos leer una completa, clara e interesantísima información sobre un trabajo de tres científicos de la Universidad de Granada que, en su momento, logró sacar de prisión a una víctima de malos tratos que había matado a su pareja.

Maribel Martín, Miguel Pérez y Natalia A. Hidalgo presentaron ante el Tribunal que juzgaba a una mujer cubana acusada de tal delito un informe pericial que demostraba que actuó bajo “una alteración del funcionamiento neuropsicológico como consecuencia de una situación de maltrato mantenido en el tiempo”.

Violencia machista

Completamente aislada y encerrada en la casa donde su pareja la maltrataba, A.P. mató a su marido con el mismo cinturón con que este había tratado de ahogarla anteriormente. Y lo hizo, de acuerdo con los científicos, “de manera impulsiva, sin tener voluntad sobre sus actos ni planificar lo que podía hacer”.

Cuesta trabajo imaginar el infierno que debió ser aquel episodio, tras el que A.P. pasó dos años en prisión. Hasta que el jurado la absolvió, después de atender a los resultados de un informe que, ahora, se ha convertido en un trabajo científico publicado en una revista internacional llamada “Psicología Conductual».

La importancia de este estudio radica en que sus resultados avanzan en cuestiones capitales como la evaluación y rehabilitación de las víctimas de violencia de género, algo que va mucho más allá de una cuestión judicial.

Violencia machista homo asesinus

Una de las peores lacras a las que se enfrenta nuestra sociedad es la de la violencia contra la mujer. Bienvenidos sean trabajos científicos como este, que contribuyen a entender mejor las secuelas que puede dejar un maltrato continuado contra una persona… y las reacciones que puede provocar en la víctima.

Jesús Lens

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