Cambiar de aires

Es lo que toca. Cambiar de aires. Cambiar de idioma, paisaje, vistas y percepciones. Cambiar el paso, también. Ir más despacio y disfrutar de la vida contemplativa. Activa, que voy a patear montes, coronar algunos picos y circunnavegar lagos; pero vida serena, reflexiva y meditabunda, en general. Y sobre ello hablo en esta columna de IDEAL, antes de tomarme un respiro, en las próximas semanas.

Hombre-Que-Piensa-En-Irse

Yo no soy de resetear, expresión que robotiza a las personas y transmite la sensación de que se han quedado colgadas. Tampoco me gusta lo de stand by, tiempo muerto o paréntesis. A mí me gusta la vida acelerada que imponen las circunstancias, la tensión y el contacto con la realidad de una actualidad que, por momentos, parece avasallarnos.

Pero también sé que, para disfrutar de todo ello, en ocasiones es necesario cambiar de aires. Tomar distancia para ganar perspectiva. Alterar las rutinas. Sacudirse la modorra propia de estas fechas. Irse. Largarse. Perderse.

Tampoco me gusta lo de desconectar. Y, sin embargo, lo considero necesario. Porque la actualidad informativa es voraz y no da tregua. Hace falta alejarse de las polémicas locales y de los conflictos municipales, encontrarse con gente cuyas circunstancias nada tengan que ver con nuestras cosas de casa.

 resetear-cerebrot

Cuando pasamos demasiado tiempo anclados en un mismo lugar, empezamos a estrechar las miras y corremos el riesgo de dar una importancia desmedida a cuestiones que, quizá, no se merecen tanta atención. Para eso sirve, también, viajar.

Alejarse de la Plaza del Carmen, de la alianza PP-Cs y de la indecisión de Rajoy, tiene extraordinarios beneficios para la salud.

Durante unos días, cambio el Zaidín, el Sacromonte y la Costa Tropical por los templos de Geghard y Haghpat. Del Corral del Carbón me voy a otro caravanserai, Selim y de Laguna Larga paso al Lago Sevan. Que aquello de Toronto era un recurso estilístico.

Me montaré en el telecabina más largo del mundo y me asomaré a las cuevas de Khndzoresk, a las que se accede a través de un puente colgante que me obligará a vencer mi inveterado vértigo paralizante. Y tendré a la vista del monte Ararat, tras haber degustado una selección de vinos armenios. Que no serán como los de La Contraviesa, pero que ahí está la gracia. En conocer, descubrir y aprender. En mirar, ver, escuchar, oler, probar y tocar.

 armenien43

Y, por supuesto, la gracia está en contarlo. A la vuelta. En apenas un par de semanas. ¡Disfruten!

Jesús Lens

Twitter Lens

Vuelta al mundo familiar

Van a recorrer cerca de 70.000 kilómetros en una autocaravana, visitando 49 países de Europa, América, Asia y Oceanía. Se llaman Natividad y Javier. Los padres. Carla y Alejandro. Los niños. De nueve y siete años de edad, respectivamente.

ACenfamiliaRTW2

Tuve ocasión de conocerles ayer, en Sevilla, que estuvieron contándole a Jesús Vigorra su proyecto, un rato antes de que hiciéramos nuestra sección de #Tuiteratura en directo, en el programa El Público de Canal Sur. Y lo más significativo es que las redes sociales ardían, con personas que mostraban su apoyo a la familia y otras que no entendían que los niños fueran a pasar tres años viajando por el mundo, fuera de su colegio y sacados de su entorno.

Partiendo del hecho de que Carla y Alejandro van a seguir un programa educativo admitido por el sistema y perfectamente homologado, con sus controles on line y exámenes presenciales en las embajadas y consulados de los países por los que van a pasar; tengo una enorme envidia por los horizontes vitales que se abren ante estos chavales. Lo que no es de extrañar, teniendo en cuenta que a mi Blog lo bauticé como Pateando el Mundo.

FullSizeRender

Enhorabuena a Natividad y a Javier por ser tan valientes y ofrecer a sus hijos la que va a ser una de las grandes aventuras de sus vidas. Parten el 4 de julio y harán un parón en Navidad para volver a casa y pasar unos días con la familia. Viajan en una caravana, tras haber vendido una casa en Mallorca y haber alquilado su vivienda de Sevilla. Comentaba Natividad la cantidad de cosas que han vendido y donado, en este proceso de mudanza. Y ahí está la clave: en lo mucho que nos cuesta soltar amarras y desembarazarnos de objetos, rutinas, posesiones y costumbres que, en vez de aportarnos y enriquecernos, nos atan, amordazan e inmovilizan.

Siento envidia de Carla y Alejandro. ¡Lo que van a aprender, viviendo, a lo largo de estos tres años! Geografía, arte, historia, costumbres, ciudades, naturaleza, culturas diferentes, sociedades distintas… en vivo y en directo. En primera persona.

ACenfamilia4

Y lo mejor de todo es que lo van a contar. Día a día. En un Blog: autocaravanaenfamilia.com Ya lo he añadido a mis favoritos. ¡Cómo lo vamos a disfrutar con vosotros, osada y ejemplar familia autocaravanera!

Jesús Lens

Twitter Lens

Una mesa con vistas

A mí, con esto de viajar, me pasa como con los marranos: que me gustan hasta los andares. Por ejemplo, fíjense en esta imagen, captada por Natalia, una de nuestras compañeras de viaje, en Noruega:

Viaje a Escandinavia almuerzo

Ese día, ni los comensales de los mejores restaurantes galácticos de la Guía Michelín, cargados de estrellas, comieron mejor que nosotros. Comerían más sabroso, más rico y más exquisito. Sin duda.

Pero mejor, lo que es mejor… mejor no comieron.

¡Salud!

En Twitter: @Jesus_Lens

Escandinavia

Anoche volví a Escandinavia. No hacía ni 24 horas que había regresado a casa cuando, gracias a la televisión, estaba de vuelta en los países nórdicos, navegando entre fiordos, escalando montañas y circunnavegando islas repletas de abedules y pinos rojos.

escandinavia

Pero fue una ilusión.

Acabo de deshacer el equipaje y de guardar los útiles viajeros en la mochila precisa: los portadocumentos, el antifaz para dormir en la claridad de la noche nórdica, los forros polares, las botas, el pasaporte…

Ahora les toca una buena temporada en el desván, tranquilos, serenos y aposentados. Ahora toca rememorar estos días intensos repletos de paisajes, de colores, olores, sonidos y magia. Toca recrearse en las leyendas y los recuerdos. Y toca contarlo, claro.

Los vikingos, con ganas de seguir viajando, parapetados y haciéndose fuertes frente a la realidad...
Los vikingos, con ganas de seguir viajando, parapetados y haciéndose fuertes frente a la realidad…

Pero, sobre todo, toca ir pensando en el próximo. Aún cansado y no recuperado de un viaje largo y exigente, en el que no hemos parado de caminar, subir montañas, remar por lagos y fiordos y hacer y deshacer maletas un día sí y otro también… ya ando barruntando hacia donde encaminar los próximos pasos.

Porque esto es Pateando el Mundo y… ¡seguimos!

En Twitter: @Jesus_Lens

Ultimar

Llegué tarde a casa, ultimando cosas en el trabajo, de cara a ese concepto llamado… ¡VACACIONES!

Viajes

Pero llegué con el ansia de seguir ultimando cosas. Porque ultimar no es solo terminar tareas pendientes, sino dejar las bases puestas para que, a la vuelta, todo sea más fácil, agradable y sencillo.

Así, me pasé tres o cuatro horas tirando cosas, ordenando papeles, haciendo limpieza y abriendo huecos y clarificando tareas para que, dentro de unas semanas, sea llegar y retomar las muchas variadas actividades, proyectos, ideas e ilusiones que estoy moviendo, barajando, diseñando y soñando.

Y para construir, hacer, discurrir y crear; antes hay que destruir, purgar, tirar, terminar y despedir.

Y en esas estamos.

Las vacaciones son intermedios, necesarios, en un ciclo vital de creación y generación que, para fructificar, precisa de estas paradas, de estos intermedios.

Toca detenerse. E irse. Cambiar de aires. Cambiar de vistas. Cambiar de conversaciones, paisajes y sonidos.

Cambiar.

Para después volver. Iguales. Pero diferentes. Porque, a la vuelta, se retoman los proyectos y las costumbres de siempre, pero enriquecidos y vivificados con las experiencias que conlleva, siempre, el moverse, el cambiar, el viajar.

Viajando

Las vacaciones y el viaje son transformación. Cada hora del día, fuera, es sustancialmente distinta al tiempo que pasamos en casa, en el trabajo, con nuestra gente. El tiempo se alarga, se moldea, se estruja, se licua, se exprime. A veces también cansa, agota y hasta llega a dar miedo. O a provocar sobresaltos. Pero es parte de la experiencia.

Porque ese tiempo fructifica. Y deja poso.

De todo lo que hagamos a lo largo de estos días, hablaré a la vuelta. Porque contarlo es parte consustancial de hacerlo.

Y por eso, como siempre…

¡Seguimos!

En Twitter, estamos: @Jesus_Lens