Ernesto, confieso que he dudado

Lo siento. Pero dudé. Y, aunque no manifesté esas dudas en alta voz, estaba preocupado.

Fotografía de Raúl Góngora
Fotografía de Raúl Góngora

Después de haberte visto tocar unas diez o quince veces en los últimos años…

Después de haberte visto en espacios tan diferentes como el mítico y añorado Fusión de Salobreña, en nuestro Magic o, más recientemente, en nuestra Plaza de las Culturas de CajaGRANADA…

Después de haberte escuchado en los formatos más distintos y con los acompañantes más variados…

Después de haber disfrutado de proyectos tan diferentes como los muchos que tienes en marcha, del Sindicato Ornette a las canciones de Chet Baker…

Después de todo ello… ¡por fin llegaba “Uno”! ¡Tu disco! ¡El disco con TU música!

Y confieso que dudé.

Uno Aurignac

Creo que la culpa fue del arpa, la verdad. Llámame irracional, animal y tipo sin sensibilidad ni criterio; pero le tengo manía al arpa, desde los tiempos de los Hermanos Marx, cuando Harpo aparcaba sus excentricidades surrealistas y hacía gala de su inmenso talento con dicho instrumento, cortando de raíz las risas de sus descacharrantes películas.

¿Qué el primer disco de Ernesto Aurignac, el disco con la música que él ha compuesto, SU música… va a ser interpretado por una gran orquesta que incluye trompas y hasta un arpa? ¿Y eso? Pero si Aurignac, en cuarteto, es un monstruo. ¡El Charlie Parker español, como lo bautizara Colin Bertholet! ¿Qué necesidad tiene de meterse en este fregado?

¿Una orquesta? ¿No irá a quedar demasiado barroco?

Y una pregunta que, para mí, es clave en todo lo referente al proceso creativo: ¿no lo estará complicando?

Por todo ello, querido Ernesto, y aunque he seguido con enorme interés y expectación la grabación de “Uno”, no quise escuchar cómo quedaron las nuevas y orquestales versiones de “Sophia” o “Jerusalém”, en los apuntes que nos has ido dejando en las últimas semanas.

Fusión Aurignac y Morente

Quería llegar al Cervantes y encontrarme con la sorpresa.

¡Pedazo de escenario! El propio Teatro Cervantes de Málaga, lleno hasta la bandera. Y el escenario.

Impresionante el momento en que salieron los músicos y empezaron a tocar, bajo la enérgica dirección de Julián Sánchez.

¿Sabes?

A los dos segundos y medio de actuación, mis dudas habían desaparecido. Total y absolutamente. Barridas. Fulminadas. Ni rastro de ellas.

Y, cuando te acercaste al micrófono y, con esa voz que no te salía del cuerpo, empezaste a hablar… ¡guau, tío! Qué emoción. Ver la materialización de un sueño siempre es algo hermoso. Pero ver que un inmenso sueño que convierte en una colosal y feliz realidad… eso no tiene precio.

Querido Ernesto, ¡ENHORABUENA!

En la hora y media de concierto que pudimos gozar en Málaga, disfrutamos de la exuberancia de una música prodigiosa. Veía películas pasar por delante de mí. A ratos, escuchaba a Lalo Schifrin y a los Gershwin. A ratos me dejaba mecer por la sensibilidad de piezas que, como en una montaña rusa, te alzan hasta las nubes y te precipitan a la tierra a una velocidad vertiginosa, sacudiéndote y conmoviéndote.

“Uno”

Efectivamente. Uno para todos y todos para uno.

¡Cuánta generosidad, además de talento, por tu parte! Y cuanta generosidad por parte de quiénes te acompañaron en el escenario. Los habituales Julián Sánchez, Enrique Oliver, José Carra, Ramón Prats o, al final, Tete Leal. Invitados de lujo como Berenguer o Sanbeat. Y ese final memorable. Ese solo de Carles Benavent.

Mientras volvíamos a Granada, de madrugada, Reyes, Alessandro y mi Cuate Pepe; escuchábamos “Uno”. Seguía habiendo magia, en el coche. Ninguno hablábamos. Los kilómetros caían a la velocidad de tu música. Y todos sabíamos que el 4 de noviembre de 2014, efectivamente, ya forma parte de nuestra memoria musical.

Ernesto Aurignac

Un 4 de noviembre que pudimos compartir, aunque fuera breve y precipitadamente, con tipazos como Paco Carmona, Cocha, Colin y Dominique. Son acontecimientos como éstos los que forjan y consolidan las grandes amistades.

Fusión Buena Gente

Gracias Ernesto, por demostrar que no hay que ponerse límites. Por escribir y componer la música que tú querías y sabías que podías hacer. Por regalarnos lo inesperado. Por haber vuelto a crecer, exponencialmente.

Por seguir siendo un monstruo.

Abrazos y hasta pronto.

Jesús Lens

PD.- Mis más sinceras disculpas a la arpista que te acompañó el martes. Y a todos los arpistas del mundo. ¡Malditos prejuicios!