Los orígenes noir de Stanley Kubrick

Estos días se conmemora el vigésimo aniversario de la muerte de Stanley Kubrick, uno de los genios visionarios de la historia del cine, maestro de maestros y referencia obligatoria para generaciones de cinéfilos.

Stanley Kubrick fue un director ecléctico que dejó su huella en el cine de terror, con ’El Resplandor’ y en la ciencia ficción, con ’2001: Una odisea del espacio’. Filmó películas de romanos como ‘Espartaco’, históricas como ‘Barry Lindon’ o cintas de carácter antibelicista como ‘Senderos de gloria’ o ‘Full Metal Jacket’. De hecho, cuenta la leyenda que una de sus ambiciones fue rodar la película definitiva de cada género… incluido el noir.

Para descubrir la huella negra y criminal en el cine de Kubrick nos tenemos que remontar al 26 de junio de 1945, cuando publicó su primera fotografía en la revista Look.

Pero antes, pongámonos en antecedentes: Stanley Kubrick nació en Nueva York en 1928 y nunca completó su educación formal, más allá del instituto. Criado en el Bronx e interesado en disciplinas tan diferentes como la literatura y la fotografía, solía saltarse las clases para ver programas dobles en los cines del barrio. Artísticamente fue tan precoz que, a los 19 años, ya trabajaba para una de las revistas más importantes del mundo.

Su primera fotografía muestra a un vendedor de prensa en su quiosco, rodeado por los periódicos que anunciaban la muerte de Roosvelt. A partir de ahí fue publicando diferentes reportajes en Look, con una especial querencia por los retratos de ambiente callejero. Si a ustedes les gusta el cine clásico, el cine en blanco y negro, reconocerán la estética urbana de la ciudad de Nueva York en las estampas de Kubrick: parejas que se besan en las escaleras de incendios de los edificios, chavales admirando a jovencitas que caminan con paso decidido o, sencillamente, gente que charla mientras espera a cruzar una avenida o las expresiones de los viajeros en el metro.

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En 1947, Kubrick estuvo haciendo fotografías en el rodaje de la película ‘La ciudad desnuda’, una de las primeras en sacar las cámaras a las calles y en convertir a la Gran Manzana en escenario. La cinta de Jules Dassin, que toma el título prestado al libro del célebre fotorreportero Weegee, contribuyó a sentar las bases del género negro en el cine, tanto ética como estéticamente, lo que no escapó al ojo privilegiado de Kubrick, una esponja a la hora de absorber y asimilar estímulos.

En otro magistral reportaje para Look, Kubrick acompaña a Mickey, un joven limpiabotas que, además de abrillantar zapatos para llevar unos centavos a casa, va a la escuela, estudia, hace los deberes y cría palomas en la azotea de su edificio, como el Marlon Brando de ‘La ley del silencio’.

Son brillantes sus fotos de combates de boxeo en el Madison Square Garden, de músicos del jazz en garitos repletos de humo, de forzudos en el parque de atracciones de Conney Island… y resulta profético otro de sus reportajes, del 7 de diciembre de 1948: gente en las carreras de caballos consultando los programas de mano, repasando los pronósticos de los especialistas o los resultados de cada competición, frente a la ventanilla de las apuestas.

Mientras trabajaba como fotógrafo, Kubrick fue formándose como cineasta, filmando cortometrajes sobre el mundo del boxeo que tan bien conocía y aprendiendo técnica de forma autodidacta. Su primera película propiamente dicha fue ‘Fear and Desire’ (1953), de tema bélico, una de las constantes en su filmografía posterior.

El ya cineasta estaba empeñado en filmar un largo sobre boxeo, un universo en el que se sentía cómodo. Y así llegamos a ‘Killer’s Kiss’, una película policíaca filmada en 1955 y protagonizada por un joven boxeador metido en líos por su relación con la amante de un mafioso. La cinta, financiada con los ahorros del propio Kubrick, su familia, amigos y vecinos; ya muestra el carácter experimentador del director, su ángulos imposibles y algunos movimientos de cámara realmente espectaculares, respetando la estética de la menciona ‘La ciudad desnuda’.

Y así llegamos a 1956, cuando Kubrick conoció a un productor en una partida de ajedrez callejero de Washington Square, otra de las pasiones del cineasta. Formaron sociedad, compraron los derechos de otra novela policíaca y, aunque Kubrick escribió el guion, contrataron a uno de los grandes del noir literario norteamericano, Jim Thompson, para que puliera los diálogos.

Así nació ‘The Killing’, otra película policíaca, protagonizada en este caso por un portentoso Sterling Hayden, en la que se cuenta el atraco a un hipódromo en día de carrera, otro mundo bien conocido por Kubrick de sus años como fotógrafo para Look.

El trabajo fotográfico de Kubrick, al margen de ser estupendo por sí mismo, como atestigua el libro ‘Through a different lens: Stanley Kubrick photographs’, publicado por Taschen; le sirvió como escuela, como formación para su carrera como cineasta. Una carrera que comenzó teñida de ese noir que tanto nos gusta.

Jesús Lens

El resplandor en la Plaza de las Culturas de CajaGRANADA

Continúa la temporada de cine de verano en la Plaza de las Culturas de CajaGRANADA. Y lo hace con la proyección de una de las películas de terror más celebradas de todos los tiempos: la inquietante y enigmática “El resplandor”, dirigida en 1980 por el prestigioso director Stanley Kubrick.

El Resplandor

A las 22 horas, entrada libre hasta completar el aforo, con servicio de bar abierto antes y durante la proyección de la película, para recuperar el ambiente lúdico de los cines de verano.

La película cuenta la historia de Jack Torrance, un escritor que se muda con su mujer y su hijo a un hotel de montaña, el Overlook, que cierra sus puertas durante el invierno. Además de ocuparse del mantenimiento básico del hotel, Torrance quiere aprovechar para escribir una novela. Pero pronto empezarán los problemas, la sensación de ahogo por el encierro, los cambios de personalidad, el insomnio y unas visiones aterradoras.

El Resplandor Redrum

Basada en la novela homónima de Stephen King, la película fue dirigida, escrita y producida por un director que sorprendió a toda la crítica con la elección de un proyecto calificado originalmente como menor. La película fue tibiamente acogida en su momento, pero poco a poco fue creciendo la admiración por ella. Una película de culto, compleja y llena de simbolismos e interpretaciones psicológicas (algunas absolutamente delirantes), como demuestra un fascinante documental sobre la película, titulado “La habitación 237” y dirigido por Rodney Ascher.

Para los espectadores que ya la hayan visto y quieran repetir, una recomendación: que se fijen en los muchos y variados elementos decorativos del hotel Overlook. Porque nada de lo que Kubrick decidía que apareciera en pantalla es casual, anecdótico o está dejado al azar. Absolutamente nada.

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Un clásico del cine de terror con el que continúa el ciclo “CineMA 5 Estrellas. Hoteles de Película”, que acompañará a los espectadores todo el verano, en la Plaza de las Culturas del Museo CajaGRANADA.

Feliz semana.

Jesús Lens

Twitter Lens

FRAN Y HASTA DONDE EL CINE NOS LLEVE

Hace unos días presentábamos en Granada, por fin, «Hasta donde el cine nos lleve», tal y como contamos, emocionados, en ESTA ENTRADA, que terminábamos haciendo referencia a Fran, coautor del libro y amigo ausente en dicha presentación por las razones y motivos que explica en estas notas que ahora reproducimos, dedicadas a todos los buenos amigos que nos acompañasteis ese viernes tan memorable:

  

 

Amables amigos presentes:

 

Me pide Jesús, mi compañero del tan fatigoso como placentero viaje de escribir este Hasta donde el cine nos lleve, que redacte unas líneas a propósito de nuestro libro con el fin de suplir, aunque sea solo un poco, mi ausencia… como si yo fuese indispensable o algo parecido. Mi primer impulso es, como aquellas jovencitas que perseguían Alfredo Landa  y la pareja Pajares-Esteso, hacerme el sueco, y simular que no he recibido el mail, pero luego me acuerdo de que Stanley Kubrick, poco antes de morir, agradeció uno de los muchos premios que recibió pero que no recogió en persona a través de un vídeo en el que humilde -sí, Kubrick podía ser humilde- se mostraba como alguien que no merecía tanto galardón. Pues yo merezco mucha menos cancha, pero no puedo evitar el morboso placer de homenajear mediante esta nota al autor de 2001. Una odisea del espacio.

 

Precisamente 2001 es una de las primeras películas que aparecen en nuestro libro, que seguro que nuestro maestro de ceremonias Andrés Sopeña Monsalve y el bueno de monsieur Lens les presentarán como ustedes merecen. O sea, muy bien. Pero aunque Kubrick es un director al que idolatro, mi recuerdo primordial a la hora de dirigirme a ustedes es para David Lynch, posiblemente el realizador que me enseñó a amar el cine, y para Una historia verdadera, la película en la que el por lo general inquietante y desconcertante cineasta norteamericano reveló su faz más luminosa y fordiana… de John Ford, el director, no de Henry Ford, el de los coches. Porque Alvin Straight no necesitó de ninguna ayuda del Sr. Ford, de Henry digo, para cruzar varios estados y reencontrarse con su hermano enfermo; le bastó con una vieja segadora John Deere.

 

Las líneas sobre Una historia verdadera fueron las primeras que, al menos en lo que a mi parte concierne, se escribieron de este libro. Luego llegaron muchos más viajes, largos y fugaces, célebres y anónimos, y muchas más películas, míticas o no muy conocidas, buenas o menos buenas. Pero todas con la idea del viaje como eje central y nexo de unión.

 

Hoy no puedo estar con ustedes porque me he visto embarcado en otro viaje, uno muy especial: el de la paternidad, condición inminente que cualquier día de estos llega de sopetón y no quiero ni puedo permitir que me pille a demasiados kilómetros de mi hogar en Alicante. Así pues, espero me disculpen, y créanme que lamento muchísimo no estar ahí con ustedes… por puro egoísmo, por volver a visitar la ciudad que tanto me deslumbró cuando estuve allí hace un par de años, si bien estoy tranquilo porque, como decía al principio, dejo el asunto en las mejores manos.

 

Mi único consuelo es que no tendré que escuchar por enésima vez, con esto de publicar un libro y tener un hijo en el mismo año, que solo me queda plantar un árbol, algo que a un urbanita como yo se le hace muy monte arriba. Eso se lo dejo a Jesús Lens, la mitad más aventurera y viajera del equipo.

 

Lo dicho: que muchas gracias por asistir y por interesarse en un proyecto en el que hemos puesto mucha dedicación y todo el cariño del mundo. Les deseo, de todo corazón, la posibilidad de hacer muchos viajes de verdad allá a donde quieran ir, y deseo que nos dejen que los viajes de mentira, los del cine, los pongamos nosotros. Un fuerte abrazo para todos.

 

Francisco J. Ortiz.