Sevilla nos cansa

Nunca he creído en lo del Sevilla nos roba, pero sí es cierto que Sevilla nos cansa. Sevilla como concepto, claro. Nos cansa el centralismo sevillano. Nos cansa cómo, a lo largo de estos años de democracia, ha cavado una zanja que se separa y divide a Andalucía, que no es sólo una.

El gran problema del bipartito PP y Cs es que, después de tanto lustros dando la matraca con lo de ‘Sevilla nos roba’, en su primer año de gobierno ha seguido ahondando la brecha que separa a la Andalucía occidental de la oriental.

Una brecha en la que Málaga, convertida en la nueva Sevilla, tampoco deja de mirar a occidente, cada vez más alejada de Granada, Jaén y Almería. En las últimas semanas, la capital de la Costa del Sol ha acogido la ceremonia de entrega de los Goya y la fase final de la Copa del Rey de baloncesto, por ejemplo. Y ya está a punto de caramelo una nueva edición del Festival de Cine en Español, convertido en el segundo más importante de España, por detrás del de San Sebastián.

Mientras tanto, en Granada, agoniza la OCG, languidece el Centro Lorca y desaparece el festival Cines del Sur sin una explicación, sin una mala excusa, siquiera.

Por si fuera poco, la lamentable actuación de PP y Cs en asuntos como el del Parque de las Ciencias, la Escuela de Salud Pública o el cierre de colegios rurales, sigue acrecentando la desafección granadina hacia un modelo centralizado de gestión del que cada vez nos sentimos más ajenos.

Se ha liado gorda en León con la propuesta de separación de la comunidad de Castilla en que se integra. Paletos, les llaman a los instigadores de la idea. Vivimos tiempos de hartazgo de nacionalismos xenófobos y excluyentes que, sin embargo, contemplan con simpatía movimientos de reivindicación y auotoafirmación regionalista como el de Teruel existe.

El próximo 15 de marzo, tal y como nos contaba Quico Chirino, habrá una manifestación de la sociedad civil granadina contra el centralismo sevillano. Nacionalismo aparte, razones no faltan.

Jesús Lens

Sevilla nos hurta

Mañana es 22 de diciembre, la chavalada de San Ildefonso le pondrá su particular sonsonete al comienzo ‘oficial’ de la Navidad y esta columna se impregnará del espíritu correspondiente a estas fechas, dejando aparcadas las múltiples, sucesivas y consecutivas crisis del gobierno municipal hasta la próxima cuesta de enero.

Como transición, quería recomendarles dos de los mejores libros que he leído este año: ‘Invisibles’ y ‘Sidi’. La jueza y novelista Graziella Moreno se despachó con una intensa trama criminal dedicada a las personas que viven en la calle y padecen diferentes tipos de trastornos mentales. Arturo Pérez Reverte, por su parte, se ha marcado un western crepuscular de marca mayor con su historia sobre el Cid, mostrando cómo era, como es la vida en los territorios de frontera, tema en el que centraremos la próxima edición de Granada Noir, precisamente.

Tenía yo avanzadas mis notas literarias cuando Antonio Cambril hacía público y daba carta de naturaleza a lo que, hasta ese momento, no era más que un runrún: la Junta de Andalucía se hará cargo de las cuentas y la gestión del Parque de las Ciencias a partir del 1 de enero.

Si el bipartito que, dicen, gobierna nuestra ciudad montara un circo, sus forzudos se quedarían anoréxicos y a sus equilibristas les darían accesos de vértigo. No es normal todo lo que está pasando en esta ciudad desde el pasado mayo.

Tras años y años teniendo que aguantar la salmodia del ‘Sevilla nos roba’ por parte del PP, sobre la gestión centralizada de Cetursa y la Alhambra, una vez instalado en San Telmo, el gobierno de Juanma Moreno y Juan Marín toma una controvertida decisión que, pésimamente explicada, para variar, le da alas y munición a la oposición, que se va a hartar con este tema.

Como el ‘Sevilla nos roba’ es un mantra muy gastado, PSOE y Podemos-IU deberían innovar y, en los próximos 3 años, tirar de variaciones como ‘Sevilla nos tanga’, ‘Sevilla nos manga’ y ‘Sevilla nos mangonea’.

Menos mal que llega la Navidad. Necesitamos un respiro. Ni siquiera he esperado al pleno del Ayuntamiento para escribir estas notas: necesito empezar mi dieta detoxinformativa cuanto antes y centrarme en los décimos de la Lotería. ¡Salud y fortuna!

Jesús Lens

4, 6 & 8 D

Lo único que le faltaba a esta semana sería que el gobierno de Susana Díaz decretara el 4-D como festivo en toda Andalucía, de forma que pudiéramos enlazar el que sería el Puente más Largo del Mundo, dejando pequeñas a esas osadas e imposibles obras de ingeniería chinas que tan bien lucen en Internet.

En serio: si queremos afrontar un debate sereno y constructivo sobre la reforma constitucional, lo primero que debemos hacer es cambiar la fecha en que la celebramos. No parece coherente hablar de cambios en nuestra norma suprema a la vez que celebramos el puente de la Constitución Inmaculada, con cientos de miles de personas atrapadas en un atasco o asfixiándose de humo mientras tratan de encender las chimeneas de los flamantes alojamientos rurales en los que pasarán estos días.

Cuando se habla de reforma constitucional, todos sabemos que, en realidad, nos referimos a la llamada cuestión territorial, neutral eufemismo empleado para no reconocer que los nacionalismos se han hecho dueños absolutos del debate y la atención mediática y ciudadana.

Leo estos días los sesudos análisis tactistas de la última decisión del juez Llarena y me da pena, rabia e impotencia pensar en la cantidad de tiempo, esfuerzos e inteligencia empleados en la cuestión nacionalista. ¡Qué desperdicio, que esos miles y miles de horas de estudio y reflexión no se dediquen a fomentar un debate constructivo sobre la precariedad del empleo, la violencia machista, la inteligencia artificial o los desafíos de la inmigración!

Este año, como efecto colateral del TEMA, en Andalucía hemos asistido a un 4D más reivindicativo y vistoso, con mucho tono verdiblanco en las redes sociales. Quizá sea necesario, a la vista de tanto esteladismo, cuponazo y conciertazo, sacar pecho y reivindicar el columnismo de Hércules y el Green Power de nuestra tierra. Pero, insisto, me gustaría que tanto esfuerzo de exaltación nacionalista se empleara en reflexionar sobre la sequía y los previsibles problemas de agua que nos van a aquejar de aquí a nada.

Y luego está la reacción a la reacción: el interesado auge de un supuesto nacionalismo granadino que, apelando al “Sevilla nos roba”, trata de encauzar el legítimo descontento ciudadano, ganado a pulso por determinadas políticas fallidas, hacia un movimiento con menos cabeza que pies, una amalgama de descabalgados y plataformeros que veremos a ver por dónde nos sale.

Jesús Lens