Cíberabulia

Hoy publicamos este artículo en IDEAL. No sé qué te parecerá, pero… ahí queda.

Es un clamor, la crítica unánime a la subida del IVA al cine, al teatro y otros espectáculos, que pasa al 21% a partir del 1 de septiembre. Personalmente me parece una barbaridad, una canallada y, efectivamente, una estocada profunda, un bajonazo indecente al mundo de la cultura. Así que me quejo, protesto y pataleo, claro que sí. Y lo hago, esencialmente, porque yo sigo siendo de los que van al cine, al teatro y a conciertos; de los pocos capullos que, en este país, compran no solo libros, revistas y tebeos sino ¡hasta discos y películas!

Lo que no entiendo es la queja de cientos de miles de personas, sobre todo internautas, que llevan sin pisar una sala de cine desde tiempos inmemoriales porque les resulta mucho más cómodo ver las películas a través de Internet, gratis total.

Es como lo que ocurrió hace meses, cuando cerró el diario Público. ¡Cómo ardían las Redes Sociales! Crespones negros virtuales, bytes llorosos, máxima indignación… ¡fantástica y colosal, aquella muestra de solidaridad internauta con los compañeros del recién fallecido periódico! Solo que, si en vez de llorar amargamente por su muerte desde el teclado del ordenador, un mínimo porcentaje de las plañideras cibernéticas hubieran comprado el periódico en el kiosco, de forma habitual, lo mismo aun seguiría en la calle.

Los sábados, IDEAL entrevista a personas señeras de diferentes ámbitos de nuestra sociedad sobre el presente y el futuro de la prensa en nuestro país. Recuerdo que una de ellas, después de defender la necesidad de contar con una prensa independiente, sólida, profesional y de mucha calidad; presumía de ser una de esas personas que leen el periódico del bar, aunque tenga que esperar su turno para hacerlo, gratis total.

Cada vez es más difícil estar realmente comprometido con una causa, aunque el compromiso consista tan solo en pagar un puñado de euros por aquello que nos gusta, por aquello en lo que creemos. Lo comentaba la profesora norteamericana Jojo Lucena en Semana Negra, cuando explicaba que los alumnos a los que da clase en una universidad de Filadelfia alucinan al conocer la historia de las Brigadas Internacionales y de la presencia de norteamericanos de apenas veinte años de edad entre los milicianos republicanos que defendieron la causa de la democracia española frente al levantamiento fascista.

Jóvenes que, como ellos, dejaban atrás sus estudios, a sus familias y amigos, y se iban a luchar por una causa que creían justa, con claro riesgo para sus vidas, en un país cuyo idioma ni siquiera hablaban. ¿Qué harían ahora esos jóvenes, de plantearse una situación semejante? Pues lo que hacemos todos: darle al botón de “Me gusta” en el Facebook y salir a tomarse una hamburguesa tranquilamente. Eso sí, con la conciencia tranquila por haber luchado como auténticos espartanos.

Jesús Lens

PD.- Hoy, proponemos unirse a esta iniciativa de IDEAL: relatos en los 140 caracteres que permite el Twitter. Yo ya he mandado alguno, que es un desafío muy atractivo. ¿Te apuntas?

Hoy, por ejemplo, tuiteábamos una pregunta: “¿No hay nadie porque está todo cerrado o está todo cerrado porque no hay nadie?” Que no es un relato, pero que da que hablar.

Sirva esta propuesta para escribir como aPostado, que crear es tanto o más necesario que disfrutar de las creaciones ajenas.

Veamos los aPostados anteriores.

Y veamos qué bloqueábamos anteriores 18 de agosto: 2008, 2009, 2010 y 2011.

Cenital

Hace un par de años me traje de Semana Negra un libro enorme, perturbador e impresionante; radicalmente moderno, global, contemporáneo y anticipador. Se llamaba “Buda Blues” y su autor, el colombiano Mario Mendoza, me impresionó por la hondura de su mirada y la serena tranquilidad de su rostro.

La sensación de la recién terminada cita anual gijonesa con la literatura de género ha sido Emilio Bueso, no solo por ganar el premio Celsius 232 a la mejor novela de terror, fantasía y ciencia ficción con su espléndida “Diástole”, sino también por presentar la muy inquietante, especulativa, incisiva y angustiosa “Cenital”, publicada por la inquieta y visionaria editorial Salto de Página.

“¿Y entonces qué?

Entonces las tiendas se quedarán sin comida. El agua dejará de salir de los grifos. Los apagones nos parecerán un pequeño inconveniente comparados con el hambre y la sed. El despliegue de la oscuridad marcará el fin de nuestra civilización”.

Con este texto de Guy McPherson, catedrático de recursos naturales y ecología estadounidense, se abre una de las partes que componen “Cenital”: fragmentos de discursos, artículos y estudios que pronostican la inminencia de una crisis energética que convertiría en una broma a la amenaza de la prima de riesgo o del rescate financiero de la UE.

¿Estaremos todavía a tiempo?

La otra parte de la novela narra la historia de una ecoaldea puesta en marcha por el protagonista de la historia, un visionario apodado Destral que, cuando entendió que el final estaba cerca, creo una web, http://www.cenital.net/, y desde ella animó a la gente a compartir con él un proyecto: poner en marcha un sistema productivo autosostenible y no dependiente de las energías fósiles.

La historia de Cenital, Destral y la ecoaldea fortificada, bautizada como Cenital, se desarrolla en dos planos: el pasado, que arranca en 2008, cuando el protagonista cobra conciencia de la inminencia del Hundimiento; y el futuro, situado en un apocalíptico 2014, cuando el caos se ha apoderado del mundo y la sociedad se ha visto reducida a un grupo de aldeas más propias del neolítico que del siglo XXI que tratan de resistir el ataque de las hordas de bárbaros nómadas que, al estilo de “Mad Max”, asolan España.

Porque lo habitual de este tipo de distopías es que acaezcan en Texas, Nueva York o Arizona. Pero no. El gran acierto de Bueso es hablar de la España de aquí y ahora; describiendo paisajes reconocibles por todos y mezclando el 15-M, la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera con un futuro inmediato en que los pocos supervivientes que lo pueblan han vuelto al trueque y a la rueca para ir tirando.

Como recurso narrativo para contar el antes y el después del Hundimiento y la construcción, puesta en marcha y modo de vivir en Cenital, Emilio Bueso se inventa las biografías de algunos de sus habitantes, desde Destral y Agro a Braqui, Sapote, Crestas o el Interventor. Además, sitúa la acción justo en un momento decisivo para la ecoaldea: falta grano y hay que organizar una expedición de trueque al exterior de la fortaleza, con el riesgo que conlleva.

Emilio distópico Bueso

Pasado y futuro inmediatos conviven en una novela de lectura voraz y apasionante que combina las causas y las consecuencias; que cuestiona el aquí y el ahora para alertar sobre la insostenibilidad de un sistema de vida abocado al desastre, a la hecatombe, a un cataclismo tan pavoroso como ¿inevitable?

“Cenital” es una novela especulativa sobre un mundo futuro en el que no queremos creer, pero que tenemos la obligación de vislumbrar y prever. Episodios como el del deshielo de toda Groenlandia, en el lapso de cuatro días, son un buen indicativo de que, quizá, hay que prestar atención a los informes y estudios de algunos científicos, expertos y profesores.

Porque quizá estemos a tiempo de cambiar (algo) las cosas, antes de que las cosas nos cambien (del todo) a nosotros.

Jesús Lens

Seguimos, seguimos aPostando. Uno al día. Y llegados a mediados de mes, vamos cumpliendo, ¿no? A ver los aPostados anteriores:

El caballero oscuro

Ejército enemigo

Ryan Giggs

Cerveza Alhambra

Prometheus

La ciudad de los ojos grises

Dejarse ir

De dioses y hombres

Garabatos y Nuevas Tendencias en Salobreña

La mano invisible

Media Maratón de Granada 2012

Vuelve el Tirano

Añejas referencias literarias de los políticos de hoy

Veamos, además, los anteriores 14 de agosto: 2008, 2009, 2010 y 2011.

2022 La guerra del gallo

Cuando escucho o leo el término “ciencia ficción”, el inconsciente me transporta automáticamente muy adelante, a un universo futuro repleto de naves interestelares que viajan de Marte a la Luna igual que nosotros vamos de Granada a Madrid, cómodamente instalados en un bus de ALSA.

Pero hay otra ciencia ficción más cercana, más accesible y más posible. Una ciencia ficción que, mirando hacia delante, no se aleja excesivamente de nuestro mundo, de nuestro aquí y ahora. Una ciencia ficción especulativa que, sentando su base en nuestro mundo y nuestra sociedad, juega con las posibilidades del futuro más cercano, más inmediato. De lo que nos espera, o sea.

La novela “2022 La guerra del gallo”, publicada por la joven editorial Talentura, en su colección Cortoletrajes, se corresponde con dicho modelo, al narrar la historia de Masi, un niño argentino al que la historia le hurtó la posibilidad de luchar en la guerra de las Malvinas, pero al que la literatura, y la feraz imaginación de Juan Guinot, el autor de la novela; le ofrece la posibilidad de una hipotética revancha, en el año 2022, justo cuando se cumplen 40 años de aquella triste efeméride.

Para el 2022, Masi se habrá convertido en una especie de Rambo tercermundista y sobrealimentado con dulce de leche, tal y como lo describió Juan Guinot durante la presentación del libro en Semana Negra de Gijón, donde era una de las finalistas del Premio Celsius 232, junto a “Antirresurrección”, “Diástole” (de las que ya hemos hablado) y “El escondite de Grisha).

Masi, un ex – no combatiente que arde por entrar en acción dado que su educación sentimental ha venido dada por los partes militaristas, triunfalistas y ultranacionalistas del gobierno argentino.

Foto de Laura Muñoz Hermida

Masi, un chavalito inocente que, además, tiene una familia a la que podríamos definir como peculiar. Por decirlo suavemente. Un Masi alucinado que, en 2022, decide que es hora de continuar la Guerra de las Malvinas, pero por otras vías. Por ejemplo… ¡conquistando el Peñón de Gibraltar! Pasando por Argelia y el desierto del Sahara, eso sí.

Ni que decir tiene que la ágil narración de Guinot, que me leí de dos sentadas, a orillas del mar Mediterráneo, está trufada de un humor muy especial, muy argentino, incisivo y malicioso.

Pero, además, la novela tiene una segunda dimensión igual o más importante que la primera: el contexto del mundo de ese año 2022. Un mundo en el que los grandes defectos del actual, como los concursos televisivos, el poder de las multinacionales y la voracidad omnipotente del marketing; se han visto agudizados hasta extremos sorprendentes, de forma que comer muslos de pollo mutante se ha convertido en una de las tradiciones nacionales y las consecuencias genéticas y estéticas que su prolongada ingesta conllevan terminarán marcando tendencia.

“2022 La guerra del gallo” es una de esas novelas que, desde el futuro, nos habla del presente. De hoy. Del aquí y el ahora. Y del ayer. Porque, si algo nos ha demostrado la ciencia es que el tiempo es relativo. Y la excelente novela de Guinot es una inmejorable prueba de ello.

Jesús Lens

Veamos, en anteriores 26 de julio, qué escribimos: 2008, 2009, 2010 y 2011

Va por ti, Ernest

Para la presentación en Madrid de “Café-Bar Cinema”, Fernando Marías (cuya excepcional «Todo el amor y casi toda la muerte» ya está en bolsillo) nos sugirió a Javier Márquez y a mí que rindiéramos homenaje a los protagonistas de “Abierto hasta el amanecer”, una de las grandes películas familiares de la historia del cine, de visión obligatoria todas las Navidades, incluso por delante de “Qué bello es vivir”.

Foto de Laura Muñoz

Con nuestros trajes negros, camisa blanca y gafas de sol; éramos los trasuntos perfectos de George Clooney y el psicópata de Quentin Tarantino.

Foto de Laura Muñoz

Dado que la experiencia salió bien, decidimos que, en Semana Negra, haríamos una presentación parecida, aunque cambiamos el traje negro y la camisa blanca por un híbrido adaptado al verano gijonés y al desenfado semanero: camisa rigurosamente negra y, por supuesto, las imprescindibles gafas de sol oscuras, marca de la fábrica.

Y en esas estábamos, preparando las presentaciones cruzadas tanto de “Café-Bar Cinema” como de la última novela de Márquez, la genial e imprescindible “Letal como un solo de Charlie Parker”, viendo qué golpes de efecto podíamos dar; cuando Internet transmitió la mala noticia: había muerto Ernest Borgnine.

Feo como él solo, duro como solo la cara de algunos políticos puede serla, Borgnine fue uno de esos secundarios de lujo que, cuando tuvo un rol principal en “Marty”, ganó el Oscar por un papel paradójicamente tierno y vulnerable.

Él, el gran Ernest peleón y pendenciero que le buscaba las cosquillas a Spencer Tracy en “Conspiración de silencio”.

Él, ese Borgnine que, con Warren Oates, William Holden y Ben Johnson, conformaba aquel memorable cuarteto de “Grupo salvaje”, del que era el último superviviente de la memorable y reverenciada película de Peckinpah, al que igualmente idolatramos.

Él, el (pen)último hombre vivo, acaba de dejarnos.

Fernando, Javier y yo convinimos en que nuestras presentaciones ya no podían tener nada de humorístico o simpático, sino que teníamos que convertirlas en un encendido y sincero homenaje al genial actor, uno de nuestros ídolos.

Cuando los asistentes a la presentación de “Letal como un solo de Charlie Parker” se encontraron con las dos estampas siguientes, no entendían nada.

Foto de José Manuel Ribeiro

Foto de José Manuel Ribeiro

¿Por qué, tres vasos de leche sobre la mesa?

¿Por qué, tres tipos de metro noventa de altura vestían de luto?

¿Por qué, uno de ellos (yo, en este caso) se mantenía serio, mudo y en actitud reverencial?

Lo del vaso de leche lo desvelaríamos más adelante, en la presentación de “Café-Bar Cinema”. La razón de mi mudez e impavidez, sin embargo, sí fue explicada en ese momento: estaba representando a un minuto de silencio viviente. Un minuto de silencio que se prolongó durante todo el tiempo que duró la fantástica conversación entre Javier y Fernando. Un minuto de silencio viviente que fue igualmente representado por Javier mientras Fernando y yo hablábamos de cine y de bares, cafés, clubes, cantinas y… saloones.

Foto de José Manuel Ribeiro

¡Ay, el saloon y el western! ¡Cómo se bebían los rudos vaqueros aquellos whiskeys, de un solo trago…! Sin embargo, hay una película en la que uno de los personajes, uno de esos pistoleros duros y aguerridos, no bebía whiskey. Ni tequila. Ni siquiera cerveza. Siempre pedía una bebida tan improbable, en un saloon, como un vaso de leche. Pero es que “Viena’s” no era un local en absoluto convencional.

Ni que decir tiene que el bebedor de leche era Ernest Borgnine y que la película, “Johnny Guitar”, ocupa un hueco muy especial entre los locales de “Café-Bar Cinema”.

Nuestro sentido homenaje a Ernest Borgnine culminaría a la caída de la tarde, frente al Cantábrico, con una íntima interpretación por parte de la versión de cámara de Rock and Books (Javier Márquez y Paco Gómez Escribano, a falta de Pedro de Paz) de la canción “La golondrina”, que sonaba en una de las escenas más sublimes y melancólicas de la historia del cine, cuando los componentes del Grupo Salvaje abandonan el pueblo mexicano que les ha cobijado y parten sobre sus caballos, al paso, despidiéndose de sus anfitriones y dirigiéndose a una muerte segura, con aplomo, dignidad y entereza.

No fuimos muchos, apenas una decena, los afortunados que tuvimos la oportunidad de ver a la golondrina que nos sobrevolaba y partía hacia el interior del mar, llevándose con ella los aplausos y el mensaje: “¡Va por ti, Ernest!”, que restalló aquel lunes, cuando el día ya tocaba a su fin…

Foto de José Manuel Ribeiro
Foto de Laura Muñoz
Foto de José Manuel Ribeiro

Jesús borgniano Lens

PD.- Nos señala Fernando Marías, en su muro, que es necesario tener cuidado con los Diez Negritos, por cuenta de esa penúltima foto, sombreros al viento:

El acto menos multidinario de la Semana Negra fue protagonizado por una golondrina invisible que, sin embargo, todos los presentes supimos ver: Juan Guinot, Fernando Marías, Pablo Batalla, Juan Miguel Aguilera, Martin Roberts, Santiago Gamboa, Marcelo Luján, Paco Gómez Escribano, una dama cuya identidad acaso nunca conoceremos, Javier Márquez Sánchez y Jesús Lens (foto, claro está, de Laura Muñoz). El número de los presentes, exactamente diez excluyendo a la dama, la fotógrafa y la golondrina, permite comprendernos como la versión viva de una de las más famosas novelas criminales. Y me pregunto: si ahora comenzáramos a morir uno a uno de formas misteriosas… ¿Quién de nosotros sería el asesino?

¡Ahí queda eso!

Veamos los 19 de julio de 2008, 2009, 2010 y 2011 lo que publicamos en este vuestro Blog…

Diástole

– ¿Y por qué dices que estás durmiendo tan mal estos días?

– Será por el calor…

Pero no. No era el calor. O sí. Pero no eran los más de cuarenta grados que marcaba el termómetro durante el pasado y letal mes de junio los que inquietaban mi sueño, sino el calor que desprendían las páginas de un libro, “Diástole”, de Emilio Bueso, publicado por la modélica editorial Salto de Página, cuyo catálogo permite que no sea necesario leer las solapas de sus libros para saber que cualquiera de sus títulos será bueno, atractivo, interesante y diferente.

Como “Diástole”, uno de esos libros cuya extrema frialdad hace que se te congelen las manos, mientras intentas sostener el libro. ¡Hasta las pestañas se escarchan, cuando lees algunos de los pasajes de una novela terrorífica, subyugante, enigmática, gótica y contemporánea, muy contemporánea!

Y sí. Hablamos de la misma novela en los dos párrafos anteriores. Porque la buena literatura, como “Diástole” pone de manifiesto, puede provocar un incendio a la vez que conllevar una glaciación. Y todo ello, en el espacio de un puñado de páginas.

Protagonizada por Jérôme, un pintor bohemio en las últimas, drogadicto y enganchado hasta las trancas, la novela se desarrolla en el lapso de cuatro días, lo que no es óbice para que abarque décadas y décadas en la vida del otro personaje; un extraño sujeto que le encarga al artista un cuadro, un retrato, para ser pintado en cuatro noches durante las cuáles le irá contando su historia.

Una historia que empieza en Rusia. En San Petersburgo. Que se convertirá en Leningrado. Y desembocará en Ucrania. En una ciudad muy concreta, cuya mera enunciación nos hace estremecer: Chenobil.

¿Quién es Iván? ¿Por qué necesita que su retrato esté listo en cuatro jornadas? ¿Por qué vive en esa casa, alejada de cualquier sitio? ¿Quién es ese asistente tan extraño que le acompaña?

Y, sobre todo, ¿por qué el preludio de la novela reza así?: “Al fin y al cabo siempre he sido un cero a la izquierda y un ignorante. Con el tiempo, me iré dando cuenta de ello. Y eso que estaré muerto para cuando termine mi historia.”

Una historia que comienza, efectivamente, cuando unos tipos de la Federación Rusa empiezan a espiar a alguien tan improbable como el pintor por encargo. ¿Y eso?

Emilio Bueso, con el Rufo y el diploma de Ganador del Celsius

Intriga, tensión, historia, personajes potentes, miedo, fatum, amor fou… de todo ello hay en las 230 páginas de una novela ardiente como el hielo, gélida como los fuegos del infierno; adictiva, fantástica y terrorífica, recientemente galardonada con el Premio Celsius de Semana Negra a la mejor novela de terror y ciencia ficción publicada en español a lo largo del pasado año 2011.

Jesús Lens