Spectre

Ir al cine a ver la película de turno de 007 es uno de esos ritos a los que acudimos, sin pensar y sin pesar, cada dos o tres años; que la franquicia no puede aguantar el ritmo creativo de un Woody Allen, por ejemplo.

Spectre

Efectivamente, hay que ir a ver la películas de 007 sin pensarlo, que nunca está de más una buena descarga de acción y adrenalina en pantalla grande. Y sales del cine sin que la experiencia te haya pesado… siempre que hayas ido con talante, optimismo y apertura de miras.

No creo que nadie espere, a estas alturas, un 007 de autor, un 007 reflexivo e introspectivo. Un 007 de arte y ensayo. Aunque Sam Mendes dirija “Spectre”, los tiros van por otro lado, como si de un lema olímpico se tratara: Más acción, más ruido furioso, más espectáculo.

Spectre poster

Así, todo comienza en México, durante la celebración del Día de los Muertos. Y, ni que decir tiene, ese prólogo, ese primer cuarto de hora, es lo mejor de la película, como tantas veces ha ocurrido en las película de 007. Por tanto, prohibido llegar tarde a la sala… y molestar al resto de puntuales espectadores.

Después llega el McGuffin.

Que en este caso tiene que ver con un tema recurrente en las últimas historias de espías: el ansia de los servicios secretos de los estados por tener acceso universal al Big Data, al considerar que, en tiempos convulsos como estos, todos los ciudadanos somos sospechosos mientras no demostremos lo contrario.

Spectre México

Sobre esa base, 007 se enfrenta -una vez más- a uno de los retos más desafiantes de su historia: verse convertido en un outsider, expulsado del MI6.

¡Ahí es nada!

Y lo veremos vagando por el mundo, tras los pasos de uno de los peores traficantes que existen hoy día: los traficantes de información.

007 pasará por Italia, donde tendrá un estimulante cuerpo a cuerpo con Monica Bellucci y, después, ya más formalito, seguirá dando tumbos por el mundo: los Alpes austriacos, Marruecos y la sempiterna Londres, una de las grandes capitales cinematográficas del siglo XXI, que hay que amortizar turísticamente las inversiones hechas para los Juegos Olímpicos y pocos medios como el cine para promocionar un destino viajero.

Spectre Bellucci

A lo largo de este periplo iremos disfrutando de los tópicos bondianos, como el Martini-Vodka o los gadgets con los que Q le agasaja al principio de cada historia.

Y, por supuesto, conoceremos al villano de la función. Que en este caso es un Súper Villano que conecta entre sí a los villanos de las últimas entregas de 007, como si de una serie de televisión se tratara. A mí, vaya por delante, Christoph Waltz me fascina. Y, aunque en “Spectre” no está muchos minutos en pantalla, su mefistofélica y ominosa presencia está presente a lo largo de todo el metraje.

Spectre malo

Y luego está él. La madre del cordero. 007, himself. El muy denostado por los bondianos clásicos Daniel Craig, un superagente de aspecto proletario -campechano, dirían algunos- que no ha conquistado el corazón de los fans, pero que ha batido todos los récords de taquilla de la franquicia.

Dicen que se despide, con “Spectre”.

La carrera ha comenzado.

¿Quién te gustaría que fuera el próximo 007?

007 Idris Elba

No. Harrison Ford ya no está para esos trotes.

Jesús Lens

Twitter Lens

EN TERRITORIO HOSTIL

La primera tentación (*) que tuve a la hora de reseñar «En territorio hostil», la última película de la directora Kathryn Bigelow y ganadora de los Oscar del 2010, fue hacer referencia al absolutamente nulo protagonismo de cualquier personaje femenino en una historia dirigida y producida por una mujer dado que sólo la perdida Evangeline Lilly aparece en pantalla en algún momento. Y lo hace como la lejana esposa del protagonista, a cargo de su hija, esperando pacientemente en casa.

 

Pero, la verdad, al no saber la ratio de hombres y mujeres que hay en Irak y, desde luego, al desconocer si hay presencia femenina en el cuerpo de artificieros en que se centra «En territorio hostil», mejor obviar la cuestión de género, que la Bigelow es una mujer con personalidad, criterio y experiencia suficientes como para saber lo que se hace.

 

Y precisamente uno de los puntos fuertes de la película es haberla centrado en el drama de las bombas y los atentados suicidas que han convertido Bagdad en una pesadilla para el ejército invasor. Habrá quién critique que el punto de vista adoptado por los autores se centre en el drama que viven los artificieros norteamericanos y que el personaje de Beckham, el niño iraquí que vende DVDs esté metido con calzador, como para compensar un posible empacho de yanquilofilia rampante.

 

Pero ahí radica el quid de la cuestión. ¿Qué es «En territorio hostil»? ¿Una película sobre la guerra de Irak? Eso me recuerda a lo que decía Coppola sobre «Apocalypse Now», cuando decía que no era una película sobre Vietnam, sino que era Vietnam.

 

Y en eso estamos, con la película de Bigelow. Con un protagonista adicto a la adrenalina que, después de haber desactivado ochocientas y pico bombas, ya no encuentra otro sentido a su vida. Y, como bien señalaba José Enrique Cabrero en su imprescindible reseña de IDEAL, el artificiero interpretado por el actor Jeremy Renner sería como un pistolero del Far West que avanza por las calles ardientes y llenas de polvo de un pueblo semidesierto para enfrentarse, él solo, a los malos.

 

No. No estamos ante una película de guerra que denuncia la crueldad de la misma o que pone el acento en el miserable comportamiento de los soldados en liza. No se trata de cuestionar la pertinencia o no de los Estados Unidos en Oriente Medio. Es una película basada, exclusivamente, en un profesional que cumple con su trabajo, mucho más allá de hasta donde el deber le reclama.

 

Y, por eso, es una película inequívocamente hawksiana. 😉

 

Partiendo de un prólogo interpretado por Guy Pierce y que sirve para contextualizar el resto de la película, incidiendo en lo extremadamente peligroso que es el trabajo de los artificieros en Irak, la película se compone de segmentos concatenados que alternan la acción y los momentos de peligro con los supuestos momentos de paz de los protagonistas, refugiados en su cuartel y relacionándose entre ellos, aprendiendo a conocerse. Un poco como «Hatari!», pero cambiando África por Irak y a las fieras de la selva por las bombas de los iraquíes.

 

Una película técnicamente perfecta, en la línea de «Generation kill», en la que el protagonismo recae en la permanente tensión de unos soldados que, efectivamente y como acabamos de ver con los atentados talibanes en Afganistán, no están precisamente de colonias en sus misiones en el extranjero.

 

Lo mejor: la ausencia de moralina y el duelo en mitad del desierto, con un sorprendente Fiennes.

 

Lo peor: el único detalle sentimental, con el chavalito apodado Beckham. Si somos duros, somos duros.

 

Valoración: 7

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

(*) Y mi segunda tentación era empezar preguntándole qué le había parecido la peli a Abel, que nos puso sobre la pista, AQUÍ, con el trailer.

FLASH FORWARD

«Me alegro de volverte a ver… por primera vez.»

 

Así se presenta una agente del MI6 británico a uno de los agentes del FBI encargados de la investigación del Flash Forward que mató a 20 millones de personas en todo el mundo y permitió al resto de la humanidad atisbar poco más de dos minutos de su futuro más inmediato.

 

Concretamente, 2,17 minutos del día 29 de abril de 2010.

 

El FF fue una especie de lipotimia generalizada que duró esos 2,17 minutos en que toda la humanidad pareció proyectarse seis meses adelante. Y, claro, el avión que estaba en vuelo durante el desvanecimiento cayó del cielo, los coches se estrellaron y los escaladores se despeñaron, al perder el conocimiento todas las personas. Sin embargo, a quiénes estaban durmiendo o paseando, el FF les permitió seguir con vida, al no estar sus actores en una situación de riesgo.

 

El resultado: veinte millones de personas muertas… y una psicosis brutal y generalizada. Tanta que las conversaciones entre desconocidos ya no versaban sobre el tiempo o el deporte, sino sobre lo que vieron en el Flash Forward.

 

¿Fue un accidente o algo provocado? ¿Están los chinos detrás del fenómeno? ¿Sería cosa de los extraterrestres? Y, sobre todo, ¿por qué?

 

El FBI comienza una investigación gracias al propio FF de uno de sus agentes, Mark Benford (un denostado y blandito Joseph Fiennes), quien visualizó un gran Tablón de Anuncios en su despacho, lleno de lo que a todas luces parecían ser las pistas de una investigación sobre el FF.

 

Y esa irresoluble paradoja temporal, que nos recuerda al Terminator de James Cameron, resulta lo más interesante de la serie. Porque, una vez conocido su futuro, todo el mundo parece hacer lo posible (y hasta lo imposible) por alcanzarlo. De hecho, condiciona cada decisión, cada paso adelante, cada movimiento, cada elección de las personas.

 

«Saberlo ya me está ayudando», dice un enfermo al que le diagnostican correctamente una extraña enfermedad que le aqueja al haber descubierto una pista esencial sobre la misma en su FF. Otro decide hacer unas oposiciones porque se ha visto como funcionario de prisiones.

 

Pero ¿qué pasa con los FF desagradables? ¿Y si ya no estás con tu pareja, sino con otro al que no conoces? ¿Y si estás embarazada, aún siendo lesbiana y carecer de todo instinto maternal? Y, lo que es peor, ¿qué pasa si no has visto nada? Esos fantasmas, esa Mano Azul, esos zombies…

 

«Flash Forward» es la serie de moda, la serie que todo el mundo ve y de la que todo el mundo habla. Una serie cuyo mayor acierto es permitir vislumbrar una parte ínfima de nuestro futuro… más cercano. Nada de vernos ancianitos dentro de treinta años. El futuro aquí y ahora. El futuro más cercano, el futuro que nos acecha. El destino inexorable que nos acosa.

 

Una serie de lo más atractivo que, con sus altibajos, nos tiene a todos pendientes del televisor, tomando el relevo de esa «Perdidos» que ya toca a su fin.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.