Comparecer & desaparecer

El titular ocupaba toda la pantalla del ordenador: “Puigdemont explicará hoy la razón de su viaje a Bruselas”. Y se anunciaba su comparecencia ante los medios de comunicación para las 12.30 del mediodía. ¡Otra vez, todos como locos, esperando su aparición!

Y es que el que fuera Molt Honorable de Catalunya se ha especializado en generar altísimas expectativas con sus comparecencias y en provocar tremendos berrinches con sus incomparecencias. Y muchas risas y cachondeos con sus huidas y desapariciones.

 

Menos mal que nos queda el humor. Porque lo del Compae Puigdemont, el Gran Compareciente, es insostenible. E insoportable. Lo de estos días fue tremendo, con las redes sociales repletas de Tintines con pelazo negro en vez de quiriqui amarillo, referencias a películas como “Escondidos en Brujas” y comentarios jocosos sobre los Jordis en Soto del Real y Puigdemont haciéndose selfis junto al Manneken Pis, el niño meón de Bruselas, después de desayunarse un gofre y antes de almorzar los típicos mejillones con patatas fritas.

Mientras, la rumorología señalaba dos contactos importantes de Puigdemont en Bruselas: un político xenófobo de la extrema derecha que le ofrecía asilo y un abogado especializado en defender a la gente de ETA. Lo que vendría a demostrar que, efectivamente, el delirio de la sinrazón nacionalista no solo produce monstruos, sino que hace extrañísimos compañeros de cama y cohabitación.

 

En su comparecencia trilingüe, Puigdemont trató de apelar a internacionalización del contencioso, mostrándose como víctima de la represión del estado español. Menos mal que el viceprimer ministro de Bélgica y responsable de Economía, Kris Peeters, obviando su presencia en Bruselas, despachó el tema con una declaración tan transparente como clarividente: “No quiero prejuzgar nada, pero cuando se pide la independencia, más vale quedarse cerca de su pueblo”.

 

¿Qué hará ahora el ex presidente de la Generalitat? ¿Volver a Catalunya, ya que dice que no quiere eludir la acción de la justicia, o iniciar un tour mundial de lacrimógeno victimismo? ¡No! Quedarse en Bruselas, haciéndose el humillado y ofendido. Qué bonito es eso de apelar a la Justicia, llenándosete la boca con ella, pero despreciarla cuando no te da la razón; sea porque consideres que está politizada o invadida de sinvergüenzas.

Lo único bueno de todo esto es que la mayoría de partidos se comprometen a concurrir y aceptar los resultados de las elecciones del 21D. ¡Cordura, por fin!

 

Jesús Lens