Yo fui Johnny Thunders

El día que vendes a tus amigos,

se ha acabado el rock’n’roll.

Mr. Frankie

 

Ha sido la gran novela del año 2014, como se acaba de acreditar con la entrega del Premio Hammett de la Semana Negra de Gijón a la mejor novela policíaca escrita en español y con la proclamación del Premio NOVELPOL, otorgado por los lectores negro-criminales, que se hizo pública en Granada Noir, en mayo.

Yo fui Johnny Thunders

Efectivamente, no conozco a nadie que haya leído “Yo fui Johnny Thunders” y que no la haya considerado una maravilla, una joya, una genialidad.

Y es que Carlos Zanón, efectivamente, ha parido una obra maestra, algo que empiezas a intuir desde que pasas la primera página, ese capítulo 0, Start!, que te sacude como una corriente eléctrica.

Una obra maestra. Lo vas confirmando a medida que te adentras en la historia de ese Mr. Frankie que vuelve al barrio, después de que su sueño de convertirse en estrella del rock se quedara en eso, en un sueño. Un sueño roto y astillado que, por momentos, pudo ser una pesadilla. Porque lo del “vive rápido, muere joven y dejarás un bonito cadáver” es un silogismo filosófico que se quiebra si falla una de las premisas. En este caso, la de morir joven. Porque Mr. Frankie sigue vivo. Y ha vuelto al barrio. Igual que el pistolero regresaba a la ciudad.

Yo fui Johnny Thunders Carlos Zanon

“Aquello es más peligroso de lo que le había dicho su antiguo camarada. Le van a ver. Le van a fichar. Le van a meter en la cárcel… Podría irse. Decir que se abre o mejor, largarse sin decir nada. Pero sabe que no lo hará. Ese estúpido e inquebrantable código de barrio de no echarse atrás. De aguantar más que el otro. Chutarse con lo que sea. Beber lo que se dice que no es posible beberse. Que nadie, en la calle, pueda decir que tú, precisamente tú, te rajaste”.

Y es que las vueltas son siempre duras. Sobre todo, si se hacen por la puerta de atrás, volviendo a la casa del viejo. Porque el barrio ya no es el mismo. Ni los vecinos. Aunque la leyenda continúa. Como en “La ley de la calle” y las pintadas en los muros: “El Chico de la Moto es el rey”.

Yo fui Johnny Thunders Zanon

Mr. Frankie. El hombre que pudo reinar. El hombre que ahora solo quiere recuperar a su hijo, una empresa más heroica que ninguna otra de las que emprendió en su momento.

Los garitos, las barras, los cigarrillos, los curros cutres. Y la gente del pasado. Que retorna como sombras. Y Marisol, quizá la persona que mejor refleja la realidad de las cosas, enfrentada al recuerdo de lo que creíamos que fueron.

Sí. “Yo fui Johnny Thunders” es una obra maestra. La crónica del desencanto de toda una generación. Una novela río, resumen y compendio de todo lo que pudo ser y no fue. O que sí fue… otra cosa distinta. Una fastuosa novela de 300 páginas en las que todas y cada una de las palabras suenan con una musicalidad y una cadencia precisas.

Foto: Mordzinski
Foto: Mordzinski

Una novela cuya lectura es una explosión sensorial que te lleva del retrete al callejón, siempre por la puerta de atrás. Y con la mirada fija en un escenario al que ya no volverás a subir jamás.

Una novela escrita con una prosa muy potente, en la que cada página derrocha personalidad y estilo: “Un dolor como una piedra gigantesca en el pecho. Un coche a tope de gasolina y rabia. Una pistola que canjear por dinero. Y la noche que lo cubre todo”.

Sí. “Yo fui Johnny Thunders” es una obra maestra que cualquier buen lector debería regalarse a sí mismo. Porque es una novela felizmente condenada a ser un clásico, sobre la que se volverá una y otra vez.

Jesús Lens

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