El viento se levanta

“¡El viento se levanta! ¡Debemos aprender a vivir!”

Además, debemos (volver a) aprender a ir al cine. Sin complejos. Sin ideas preconcebidas. Sin aprioris.

 El viento se levanta

Porque ir al cine a ver la última (en todos los sentidos de la expresión, por desgracia) película del genio japonés Hayao Miyazaki es una de las mejores ideas, propuestas y decisiones que, ahora mismo, puedes tomar.

La película comienza con los versos de Paul Valery con que arranca esta reseña. Y, de inmediato, nos encontramos a Jiro, un chaval japonés cortito de vista, pero largo de sueños. Un chavalito que sueña con el viento, el aire y el cielo. Que sueña con esos aviones que, en los años veinte, comenzaban a elevarse para surcar ese vasto océano que tenemos sobre nuestras cabezas.

 El viento se levanta

Un niño inquieto que dialoga con el italiano Caproni, uno de esos genios visionarios que, no sabiendo volar ni queriendo aprender a hacerlo, diseñó algunos de los aeroplanos más importantes en la pionera historia de la aviación. Un niño que decide convertirse en ingeniero para dar rienda suelta a su pasión por los aviones y que no permitirá que nada ni nadie le aparte de su camino.

A través de un prodigioso guion, Miyazaki hace coincidir la vida de Jiro con algunos de los hitos históricos más importantes del Japón de los años 20 y 30, como el brutal terremoto de 1923, la Gran Depresión económica que llevó a la quiebra a cientos de miles de personas y empresas, la epidemia de tuberculosis y, sobre todo, la Guerra entre China y Japón, prolegómeno de la Segunda Guerra Mundial.

 El viento se levanta fábrica

Porque uno de los ejes de la película, más sugerido que directamente planteado, es la responsabilidad de la sociedad civil en todo lo referente a la guerra que asolaría el mundo entre 1939 y 1945.

Sin embargo, la película es hermosa, poética, bella y deliciosa y, aunque los aviones son los grandes protagonistas, no dejaremos de ver a los personajes viajar en tren, en carro, en barco y a pie. Los trenes, sobre todo, tienen una importancia extraordinaria en la película. Aunque también hay momentos para la quietud. Como todo el episodio que acontece en el hotel de montaña. Uno de esos hoteles a los que uno hubiera ardido por ir.

 El viento se levanta Jiro

La cantidad de sugerencias que hay en cada plano, las relaciones entre los personajes, la historia de amor, la mezcla de sueños y realidad, de realidad y fantasía, de creación artística y de recreación histórica; convierten a “El viento se levanta” en una joya de visión obligatoria para cualquier espectador con un mínimo de sensibilidad y buen gusto.

 El viento se levanta viaje

De la teoría de Caproni sobre que la creatividad de una persona solo dura diez años y que, después, hay que retirarse, ya la comentaremos. Sobre todo porque el propio Miyazaki ha anunciado que ésta es su última película.

Y, visto el grado de perfección alcanzada, me parece sencillamente intolerable esta actitud.

 El viento se levanta trenes

Pero, como digo, ya lo hablamos más adelante. Mientras, id a ver “El viento se levanta”. Y disfrutad.

Jesús Lens

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Futbolín

Al terminar la última y sorprendente película de Juan José Campanella, el los títulos de crédito, podemos leer que la historia está basada en una obra de Fontanarrosa titulada “Memorias de un wing derecho”.

 Futbolín

Fontanarrosa es un ilustre y destacado cuentista argentino, tierra en la que el cuento y el relato breve son uno de sus patrimonios nacionales. Y la historia de ese lateral derecho, que podéis leer aquí, en la propia página del Negro; es uno de sus mejores y más celebrados cuentos de corte deportivo, otro clásico de las letras argentinas.

Y ahí es donde radica el principal problema de la película “Futbolín”: que el guion está tan artificial e innecesariamente alargado que tiene enormes bajones de ritmo termina por cansar y aburrir.

 Futbolín jugadores

Lo gritaba uno de los chiquillos que estaban en la sala, el mismísimo 1 de enero en que fuimos a verla: “- ¿Cuándo se termina la película?” Y eso era lo que nos estábamos preguntando todos los espectadores, mayores y pequeños.

Ojo. Eso no quiere decir que la película sea infame. Ni tan siquiera mala. Solo es larga. Y su excesiva duración lastra una idea fantástica que habría dado para una joyita de 80 minutos, por ejemplo.

Porque al empezar esta reseña hablaba de la “sorprendente” última película de Campanella. Y lo decía por el formato elegido para filmarla: la animación. Campanella, al que le debemos las memorables “El hijo de la novia” o “El secreto de sus ojos”, se embarca en un filme de dibujos animados del que, en principio, solo iba a escribir el guion. Pero se enamoró tanto de sus personajes…

 Futbolín niño

Y no es de extrañar. En realidad, los personajes y la trama de “Futbolín” la emparentan con aquella “Luna de Avellaneda” en que se contaba otra historia de resistencia en la que se defendía la importancia de lugares cargados de historia, vivencias y nostalgia como son determinados Clubes o Bares que tratan de imponer su presencia a esos fastuosos e impersonales centros comerciales que todo lo invaden.

 Futbolín bar

Además, técnicamente es impecable. Desde el punto de vista de la animación. ¡Espectacular!

Lástima que la historia esté más estirada que un chicle y que dé tantas vueltas que termine haciéndose pesada y aburrida la relación entre los jugadores de futbolín y esos humanos que son sus amigos, cómplices y compañeros.

Jesús Lens

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