Colgado de Cuenca

Sergio Vera acaba de comprometer a Víctor del Árbol, Martín Olmos y Carlos Bassas, en la Mesa-Taller sobre frases lapidarias del festival Las Casas Ahorcadas. Les ha comprometido muy seriamente, desafiándoles a que cada uno de ellos escriba su epitafio. Así a botepronto. Sin previo aviso. A traición. Ha sido el segundo desafío de una velada espectacular en la que el crimonólogo Vicente Garrido ha trazado un perfil psicológico para nosotros, a modo de ejercicio práctico, sobre un caso real y muy mediático.

Los tres comprometidos

Es lo que tiene Las Casas Ahorcadas: originalidad. Y punch, fuerza y creatividad. Un festival creado a imagen y semejanza de su ideólogo e impulsor: Sergio Vera, un tipazo sin igual que se merece un monumento en algún callejón sucio y oscuro de Cuenca.

Las Casas Ahorcadas es un festival literario nacido al calor del club de lectura que, con el mismo nombre, ya tiene a cerca de sesenta miembros, entusiastas y participativos. Lectores para quienes este festival es la culminación de un año de lecturas, análisis, tertulias y encuentros con escritores que, en Cuenca, se encuentran como en casa.

Un festival que, como el otro gran pionero, Pamplona Negra, combina una calidad cultural excelsa con el show y el espectáculo, invitando a los participantes a que vayan más allá de las presentaciones al uso, desafiándoles a que innoven y traigan intervenciones nuevas, originales y diferentes.

Desde Granada Noir hemos presentado dos propuestas: una charla sobre los cócteles del género negro, que hicimos a la una de la madrugada en la Ronería de La Habana, entre Gimlets, Old fashioned y Rusos Blancos; y un recorrido musical por diferentes bandas sonoras de la historia del cine policíaco. Un viaje en el tiempo, apasionante, que nos condujo de Al Johnson y “El cantor de jazz” a “Sicario” y “Comanchería, combinando palabra, música e imagen gracias al talento de Sonia Moreno, de Acento.

Se lo decía a Sergio: de mayor, Granada Noir quiere ser como Las Casas Ahorcadas. Y lo primero que vamos a hacer es poner en marcha un club de lectura y cine, muy negro y muy criminal. Si algo me han enseñado estos cuatro días en Cuenca es que los festivales han de ser para y por los lectores y los espectadores. Los que ya lo son y los que están por venir. ¡Manos arriba, quienes se apunten!

Jesús Lens

Leonardo Padura y el Noir caribeño

Lo dice Jorge Perugorría, hablando de la adaptación a las pantallas de la tetralogía de Leonardo Padura: “Durante la grabación bromeábamos con que habíamos creado un nuevo género: el noir caribeño. Y de hecho lo es. Esta serie retrata La Habana de una forma espectacular, sobre todo los barrios decadentes que no suelen salir en el cine. La Habana es una protagonista más”. Y de ello hablo en la entrega semanal de El Rincón Oscuro, en IDEAL.

Pantallas, sí. No pantalla. Porque las cuatro novelas de Leonardo Padura que conforman la Tetralogía de las Cuatro Estaciones han sido adaptadas al doble formato de cine y televisión.

 

Así, a finales del pasado verano se estrenó “Vientos de La Habana”, la película dirigida por Félix Viscarret y en la que Perugorría da vida a Mario Conde, el personaje por antonomasia de la narrativa noir de Leonardo Padura, quien también fue coautor del guion. Un estreno casi clandestino… tras el que casi nadie vio la película.

Película rescatada en la recién terminada tercera edición de Pamplona Negra, el más madrugador de los festivales de género policíaco de España y que, dirigido por Carlos Bassas del Rey, se ha convertido en la más innovadora y original de todas las citas noir de nuestro país. Y allí estuvimos, hablando de Padura y de La Habana, aprovechando que está a punto de estrenarse la serie de televisión, “Cuatro Estaciones de La Habana”, con el mismo equipo técnico y artístico de la película.

 

Llega, por tanto, la primera gran producción internacional que ha podido filmarse en La Habana, con todos los permisos en regla. Un rodaje a lo grande, en las calles y los barrios de la capital cubana, que permite mostrar el auténtico rostro de la vapuleada Puerta de las Américas, tal y como la denominó el escritor Amir Valle en el maravilloso libro publicado por la editorial granadina ALMED.

Y, sin embargo, La Habana que nos cuenta Padura a través del policía Mario Conde, no es la de ahora, La Habana contemporánea que las recuperadas relaciones entre Obama y Castro tratan de sacar de su ostracismo. La Habana en la que Mario Conde conoce a Karina, interpretada por Juana Acosta, es la depauperada ciudad que, a comienzos de los 90, tuvo que sobrevivir al conocido como Período Especial.

 

Y es que, tras la caída del Muro de Berlín y el colapso de la URSS, las cosas se terminaron de joder en Cuba. La economía, completamente dependiente de los países del otro lado del Telón de Acero, se vino abajo y la sociedad cubana se vio inmersa en una crisis sin precedentes ni parangón.

 

A todo ello hay que sumar el desconcierto que había provocado la resolución de dos procesos conocidos como Causas 1 y 2/89, en las que fueron juzgados y condenados altos mandos del ejército cubano y otros prebostes del gobierno -incluyendo a un ministro- por delitos como corrupción, tráfico de drogas y traición a la patria.

El escritor Leonardo Padura, tras haber publicado una primera novela a comienzos de los 80, llevaba varios años centrado en su labor periodística, trabajando en largos reportajes sobre historia y cultura. Pero en 1989 ya estaba cansado y deseaba recuperar su trayectoria como novelista, forzosamente aparcada “por causas de fuerza mayor”.

 

Paradójicamente, su destino terminó de sellarlo una invitación a participar en un encuentro de escritores noir que se celebró en México, en octubre de ese 1989, el año en que todo cambió. “Viajé a México por primera vez, curiosamente como invitado a un encuentro de autores de novelas policíacas, cuando yo todavía no había escrito ninguna novela policíaca, aunque sí abundantes críticas y artículos sobre ese género”, declararía posteriormente.

A la vuelta de aquel viaje, Padura pudo, por fin, dar un paso al lado como periodista: el gobierno le encomendó la jefatura de redacción de “La Gaceta de Cuba”, una publicación cultural de periodicidad mensual que le permitió volver a dedicar parte de su tiempo, esfuerzo y talento a la narrativa.

 

Fue entonces cuando Leonardo Padura decidió que el género policíaco era el más indicado para contar lo que estaba pasando en Cuba. “Escribir una novela policiaca puede convertirse en un ejercicio estético de mayor responsabilidad y complejidad de lo que uno puede esperar en un género narrativo muchas veces calificado -y con razón- de literatura de evasión y entretenimiento… Es factible, por ejemplo, escribir una novela policíaca solo para contar cómo se descubre la misteriosa identidad de un asesino que ha cometido un crimen. Pero, además, puede proponerse indagar en profundidad en las circunstancias (contexto, sociedad, época) en que el asesino cometió el crimen”.

¡Ese es el noir que nos gusta a nosotros! El género negro que, más allá de descubrir al culpable, trata de explicar el porqué de sus crímenes, el contexto en el que se producen y las razones conducentes a cometerlos. Porque el delincuente es, también, hijo de su tiempo. Y las buenas historias negro-criminales deben escarbar en esa bastarda paternidad.

 

Jesús Lens

Combatiendo el Grooming

Una de las mejores cosas de que haya tantos festivales dedicados al género negro por toda España es que sus directores nos vemos obligados a tratar de ser originales. Y si eres alguien como Carlos Bassas del Rey, un tipo proteico dotado de una desbordante imaginación, pones el listón muy alto. Y de ello hablo hoy domingo, en IDEAL.

No les voy a contar las muchas y variadas actividades que componen el excitante programa de uno de los festivales más innovadores de nuestro país, desde una Escape Room a una exhibición de la unidad canina de la policía foral Navarra. Pero sí me quiero detener en un taller muy especial, sobre Grooming, impartido por Pere Cervantes, escritor y policía especializado en delitos cibernéticos.

 

El Grooming es una modalidad de acoso cibernético en el que un adulto se hace pasar en la Red por adolescente para ganarse la confianza de otros jóvenes en Instagram, Facebook, etcétera. Una vez ganada esa confianza, y siempre haciéndose pasar por alguien de la edad de sus víctimas, eleva el tono sexual de las conversaciones y archivos que comparte, hasta que consigue imágenes comprometedoras de la víctima. A partir de ahí, el acoso y la exigencia de contenidos cada vez más fuertes. En algunos casos, el acosador llega a obligar a sus víctimas a interaccionar personalmente con él.

Pere Cervantes, autor de un libro de culto como es «Internet Negro. El lado oscuro de la red», convirtió a los jóvenes asistentes al taller en miembros de su equipo de trabajo, desarrollando una investigación ficticia para tratar de desenmascarar y detener a un acosador especializado en Grooming.

 

Rastreos en red y de cámaras de seguridad, matrículas de coches, IPs de ordenadores, mandamientos judiciales… los chavales alucinaron al formar parte, durante una hora, de la unidad comandada por Pere Cervantes. Chavales que nunca serán víctimas de Grooming y que se llevaron la tarea de compartir lo aprendido con sus compañeros de clase, amigos y vecinos.

Instrumental de la policía científica

Pamplona Negra es un ejemplo de Festival cultural, literario y cinematográfico que marida gastronomía, música, libros y películas con ciencia y tecnología, que los talleres de la policía científica para niños también han cosechado un enorme éxito.

 

Un ejemplo a seguir, Pamplona Negra, que acerca la cultura a los aspectos más tenebrosos de la vida cotidiana. En Granada Noir seguiremos abundando en esta faceta actual y tecnológica de lucha contra el crimen.

 

Jesús Lens