Ascensor para el cadalso, clásico intemporal del Noir

Fallecía la pasada semana Jeanne Moreau, una de las actrices más importantes de la historia del cine europeo y protagonista de una de las obras maestras del Noir francés: “Ascensor para el cadalso”, una película muy, muy especial.

Se trata de una cinta de 1958 que compendia buena parte del resto de las artes y que combina sabiamente una extraordinaria cantidad de elementos, lo que la eleva a un lugar de preeminencia en la historia del cine negro europeo.

 

Empecemos diciendo que la película fue dirigida por un jovencísimo Louis Malle, cuando apenas contaba con 25 años de edad. Se trata de su primer largometraje en solitario y adapta la novela Noël Calef en la que se cuenta la historia de Julien Tavernier, veterano condecorado de la guerra de Indochina que trabaja para un empresario muy poderoso… y de cuya mujer es amante. Julien y Florence ponen en marcha un plan para asesinar al marido, Simon Carala, pero las cosas se complican de una forma muy difícil de prever.

Louis Malle venía de trabajar con un director profundamente naturalista como Bresson y de filmar en un espacio muy particular: el océano y el barco Calypso, al mando del famoso capitán Cousteau al que conocimos en “Mundo submarino”, una serie mítica de documentales que nos descubrió la naturaleza acuática, pero que también fue pionera en el uso de las más avanzadas tecnologías y recursos cinematográficos.

 

El cine del joven Louille Malle buscaba reflejar la realidad y mostrar las cosas tal y como eran, rodando en la calle, en espacios abiertos y en los lugares en los que transcurre la acción. Un realismo que se percibe en cada fotograma de la película, lo que contribuye a darle una gran verosimilitud a la trama.

 

“Ascensor para el cadalso” es, por tanto, una película a la vez sencilla y de apariencia casi espontánea, pero de una gran profundidad dramática basada en la perfección de un guion que funciona como un metrónomo.

Guion escrito por Louis Malle junto a Roger Nimier y que convierte un plan sencillo en una auténtica pesadilla para sus protagonistas. Un guion que equilibra a la perfección los momentos más intimistas e introspectivos con los más dramáticos, ágiles y movidos. Y sin olvidar esos toques de humor que tanto hacen por conferirle ritmo a la narración.

 

Es igualmente reseñable la dirección de fotografía de “Ascensor para el cadalso”. Una extraordinaria fotografía en blanco y negro que confiere a la película una atmósfera Noir especialmente lograda y en la que París luce ominosa e inquietante, trascendiendo las imágenes tópicas tan habitualmente asociadas a la capital francesa. Una fotografía cuyos contrastes se van haciendo más violentos a medida que avanza la trama, hasta llegar a la secuencia del interrogatorio, momento culmen de la película en la que la pantalla muestra un fascinante expresionismo formal.

Otro aspecto artístico a tener en cuenta es la arquitectura. Porque el diseño del edificio en que se desarrolla buena parte de la acción es esencial para que funcione una trama basada en un tema clásico del cine negro: la ejecución de un crimen perfecto.

 

Y es que, como se suele decir en jerga empresarial, el papel lo aguanta todo. Por ejemplo, un escrupuloso plan para matar a un empresario que, desde el principio, no cae bien al espectador. Como él mismo se encarga de decir: “Estoy acostumbrado a que me odie la gente”.

 

Es necesario que la víctima nos resulte antipática para que podamos identificarnos con los amantes, y sufrir por ellos. Sufrir con ellos. Y en ese sufrimiento, el edificio desempeña un papel vital, con sus medidas de seguridad, sus ascensores, sus balcones y voladizos, sus persianas metálicas y sus trampas y recovecos.

Mención aparte merece la música de la película. Y es que, efectivamente, “Ascensor para el cadalso” también es una película mítica por la banda sonora compuesta por Miles Davis, erigiéndose en uno de los ejemplos mejor acabados de la íntima relación que existe entre música e imagen.

Hemos hablado de la relación entre la película, la novela original y el prodigioso guion. Hemos destacado la importancia de la arquitectura en la trama y la de una fotografía tenebrista cuyo intenso blanco y negro se va radicalizando hasta llegar a la secuencia más importante. Ahora toca analizar la relación entre la película filmada y la música que escucha el espectador.

 

Cuando la película estaba casi terminada, Louis Malle se la proyectó, sin música, al famoso trompetista norteamericano Miles Davis, que estaba de paso por París, quien pasó un par de semanas encerrado en el hotel, trabajando en un boceto de partitura.

Paris, France — 12/9/57-Paris, France: The music goes round and round for French actress Jeanne Moreau, who sends out a few muted riffs on a trumpet in Paris. Her teacher is Miles Davis. — Image by © Bettmann/CORBIS

La noche del 4 al 5 de diciembre de 1957, Davis convocó al grupo con el que estaba de gira por Francia en los estudios Poste Parisien, situados en un viejo edificio muy a tono con la película. En aquella sesión estaban, entre otros, Louis Malle y la actriz principal de la película, Jeanne Moreau. El proyector comenzó a funcionar. La película iba pasando en bucle mientras los músicos tocaban. En ocasiones, pedían que se repitiera una secuencia, un fragmento. Y ellos seguían improvisando de acuerdo a las sensaciones provocadas por las imágenes, preguntando detalles de la trama o la estética a Malle y a Moreau.

 

Ocho horas después, había concluido la grabación de una de las mejores bandas sonoras de la historia del cine y un disco esencial en la trayectoria de Miles Davis.

 

Así las cosas, ver “Ascensor para el cadalso” es uno de los mejores homenajes que se le pueden hacer a Moreau, al jazz, al cine y a la fusión entre las artes y la vida. Una película que será homenajeada por Granada Noir en la edición de este año del festival multidisciplinar dedicado al género negro.

 

Jesús Lens

 

“Ascensor para el cadalso”, en AulaCine CAJAGRANADA

Organizado en colaboración con el festival Granada Noir y con la Alianza Francesa de Granada, el ciclo Francia inspiradora continúa mañana martes, a las 19 horas, en el Teatro CAJAGRANADA, en versión original subtitulada y con entrada gratuita hasta completar aforo

 

“Ascensor para el cadalso”, además de ser una película memorable del Noir europeo, representa una de las cumbres del maridaje entre cine y música, gracias a la mítica banda sonora compuesta por Miles Davis

 

 

Con la proyección de “Ascensor para el cadalso”, dirigida en 1958 por Louis Malle, continúa mañana martes, 31 de enero, en el Teatro CAJAGRANADA, el nuevo ciclo de AulaCine que, en este primer trimestre, bucea entre algunos clásicos producidos por la cinematografía de esa Francia inspiradora, tal y como se ha denominado a esta nueva cita con el mejor cine de la historia.

 

Un jovencísimo Louis Malle dirigía, con apenas 25 años de edad, su primer largometraje en solitario, la adaptación de la novela Noël Calef en la que se cuenta la historia de Julien Tavernier, veterano condecorado de la guerra de Indochina, que trabaja para un empresario muy poderoso… de cuya mujer es amante. Julien y Florence ponen en marcha un plan para asesinar al marido, Simon Carala, pero las cosas se complican de una forma muy difícil de prever…

“Ascensor para el cadalso” es una película mítica, además, por la banda sonora que compuso Miles Davis para la cinta. Cuando la película estaba casi terminada, Louis Malle se la proyectó, sin música, a Miles Davis. Este pasó un par de semanas encerrado en el hotel, trabajando en un boceto de partitura.

 

La noche del 4 al 5 de diciembre de 1957, Davis convocó al grupo con el que estaba de gira por Francia en los estudios Poste Parisien, situados en un viejo edificio, muy a tono con la película. En aquella sesión estaban, entre otros, Louis Malle y la actriz principal de la película, Jeanne Moreau. El proyector comenzó a funcionar. La película iba pasando, bien en bucle, bien a través de la repetición de secuencias, a petición de los músicos, que iban improvisando de acuerdo a las sensaciones que les provocaban las imágenes y a lo que Malle les iba contando.

Miles Davis y Jeanne Moreau

Ocho horas después había concluido la grabación de una de las mejores bandas sonoras de la historia del cine y un disco esencial en la trayectoria de Miles Davis.

 

En cuanto a lo puramente cinematográfico, tal y como explica Rafael Marfil, profesor en ESCO y autor del estudio correspondiente a “Ascensor para el cadalso” que se entregará a todos los espectadores que acudan al Teatro CAJAGRANADA a ver la película, “desde AulaCine, queremos llamar la atención sobre el valor de una de las mejores películas del cine negro europeo, sólida, sencilla y profunda, perfectamente construida en su guion”.

 

A través de este enlace podéis consultar más información sobre “Ascensor para el cadalso”:

 

http://blog.cajagranadafundacion.es/index.php?listEntrada=186

 

El ciclo Francia Inspiradora

Continúa el ciclo de AulaCine CAJAGRANADA, “Francia inspiradora”, programado conjuntamente por CAJAGRANADA Fundación y por Granada Noir, con el apoyo de Alianza Francesa Granada y la colaboración de ESCO, algunos de cuyos profesores y alumnos prepararán guías de visionado para cada una de las películas.

El ciclo Francia inspiradora viene conformado por una selección de diez películas francesas filmadas entre finales de los años cuarenta y principios de los años sesenta del pasado siglo, una década prodigiosa para la filmografía gala.

 

La Alianza Francesa de Granada

 

En 2017, la Alianza Francesa de Granada cumple 30 años de presencia en la provincia. Para conmemorar este aniversario, está preparando un completo y atractivo programa de actividades. La Alianza Francesa de Granada forma parte de la red lingüística y cultural de la Embajada de Francia. Es la tercera Alianza Francesa en España en importancia. Por sus aulas y centros de exámenes han pasado decenas de miles de personas.

 

Su objetivo es la promoción y difusión de la lengua y cultura francesas. Dispone de un amplio centro de documentación y organiza varias manifestaciones culturales  dentro de la ciudad en colaboración con las entidades locales provinciales y regionales: exposiciones, ciclo de cine, conferencias, conciertos, etcétera.

 

En colaboración con la Alianza Francesa de Madrid, organiza por otra parte estancias lingüísticas en Francia y Canadá.

 

El festival Granada Noir

 

Granada Noir es un festival multidisciplinar de carácter popular dedicado al género negro y policíaco, puesto en marcha en 2015 por Gustavo Gómez y Jesús Lens y que cuenta con el patrocinio de Cervezas Alhambra y la colaboración de Diputación de Granada, CAJAGRANADA Fundación, Consejería de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Granada, además de otras empresas, comercios y particulares.

GRN es un festival que promueve un variado maridaje de propuestas culturales de calidad contrastada; una cita de carácter abierta, creadora, innovadora, participativa y gratuita, que saca la cultura a la calle, a los barrios y a los pueblos y que, además, la lleva a bares, bibliotecas, clubes, cines y cafés.

 

Un festival cuyo programa está abierto a todas las artes y que permite maridar las disciplinas más diferentes, posibilitando el contacto y la relación directa entre autores, creadores, público y aficionados.

¡VERGÜENZA DE JUVENTUD!

La columna de hoy de IDEAL surge de un delicioso y nostalgioso paseo…

Al estadio, me refiero. Hace año y medio escribimos en estas páginas este airado artículo denunciando el cierre y el abandono del estadio de la Juventud y su posible conversión en una zona mixta de instalaciones deportivas capitidisminuidas por tiendas, oficinas y bares, en lo que parecía ser un nuevo pelotazo urbanístico destinado a privatizar parte del escaso patrimonio público de los ciudadanos granadinos.

La tarde del domingo, tras la Media Maratón de Granada, cuyo trazado pasaba por las inmediaciones del estadio, pasamos nuevamente por la zona, ya tranquilos y relajados. Aprovechamos para rememorar las muchas vueltas que dimos sobre aquellas calles de atletismo o los partidos de baloncesto que disputábamos en el pabellón cubierto, a los que a veces se unía todo un ex ACB como Antonio Franco. Recordábamos los Memoriales Núñez Blanca y el estilazo del imbatible vallista Edwin Moses, los partidos de tenis de mesa del CajaGRANADA, los largos en la piscina, el frontenis, las cervezas en su terracita… Nos encaramamos a los muros que circundan esa vergonzante ruina y lo vimos todo lleno de cascajo y malas hierbas, cayéndose a pedazos. Dimos la vuelta a la manzana, con ganas de llorar: las puertas tapiadas, llenas de pintadas asquerosas, y los cristales de las ventanas destrozados a pedradas.

Al llegar a casa, quiso la casualidad que tuviese en la bandeja de entrada un mensaje de Juanje, buen amigo y devoto de la música, en que hacía referencia a ese despojo urbanístico, pero desde otro punto de vista: “allí tocaron Miles Davis, Tete Montoliú, y Oscar Peterson. ¡Y hasta Triana! Seguro que todavía resuenan sus espíritus por las inmediaciones”. Efectivamente. Y seguro que se retuercen, gimen y lloran. De pena, rabia e impotencia.

Aproveché la ocasión para volver a ver una de las películas de Juan José Campanella, “Luna de Avellaneda”, que cuenta la agonía de esos antiguos clubes sociales que contribuyeron a conformar la personalidad de miles y miles de argentinos, piedras angulares de su educación física, musical y sentimental. Una película en la que el personaje interpretado por Ricardo Darín lucha a brazo partido por reflotarlo e impedir que acabara convertido en un lugar chic, rodeado de tiendas de diseño ultracool, oficinas y demás locales etéreos de la posmodernidad especulativa. Al final lo conseguía, claro, con el apoyo de la gente del barrio. Pero hablamos de una película.

La realidad granadina es más prosaica, fría y desagradable. Años y años después de su cierre, el estadio de la Juventud sigue convertido en un estercolero. Y nada hace presagiar que vaya a dejar de serlo, a corto plazo. Cuando se habla de la riqueza o la pobreza de una sociedad, ¿cómo valorar lo que supone tener cerrado y pudriéndose lugares emblemáticos y señeros de una ciudad? ¿Por qué no nos movilizamos ante indignos atropellos como éste?

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

¿UN FESTIVAL DE FLAMENCO JAZZ?

La columna de hoy viernes de IDEAL, haciendo extensiva una excitante propuesta…

 

El pasado lunes, cuando entramos en el Corral del Carbón y nos encontramos con un escenario en que convivían dos pianos enfrentados, cajones flamencos, sillas de enea, un contrabajo y un par de trompetas; supimos que algo nuevo y diferente iba a pasar en la noche granadina.

 

Fusión, fusión, fusión de la buena
Fusión, fusión, fusión de la buena

Fusión. ¡La de sentidos tan diferentes que puede tener una palabra! Depende del lugar y el contexto en que oigas eso de la fusión, lo mismo te echas la mano a la cartera, entre temblores y taquicardia, que se te eriza el vello de la nuca, expectante y excitado ante la sorpresa por venir.

 

La exquisita digitalización de Sergio Pamies al piano, experto conocedor de las raíces y las claves de toda la historia del jazz, combinada con la hondura del flamenco de nuestra tierra, permitió que canciones como «Sólo quiero caminar», de Paco de Lucía, sonaran radicalmente nuevas o que bulerías como «Vivan los gitanos» te transportaran por imprevisibles universos sonoros en los que no caben fronteras, límites o barreras culturales. Una noche sensacional.

 

Sergio Pamies, un lujo de pianista
Sergio Pamies, un lujo de pianista

No es de extrañar, pues, que Pamies reivindique la conveniencia de que se celebre un festival de Flamenco Jazz en España, una denominación de origen que empieza a tener la solera que ha alcanzado el celebrado y reverenciado Latin Jazz. Y fue leer esa propuesta y pensar que el lugar más apropiado para su materialización sólo puede ser esta Granada nuestra en que el Sacromonte convive con dos de los Festivales de Jazz más consolidados y veteranos del panorama musical español.

 

Las músicas que surgen de la tierra, más pronto o más tarde están condenadas a entenderse, mezclarse y fusionarse. Así lo reconoce Pamies, cuando señala que el jazz es un arte mestizo por definición, que siempre fue ‘café con leche’ y, sobre todo, que lo importante es que nunca sea descafeinado. Cualquiera que haya escuchado el New Flamenco Sound de Chano Domínguez puede dar fe de la que fusión entre el flamenco y el jazz es cualquier cosa menos aburrida, guardando aún en la memoria aquella entrevista en la añorada revista «Ajoblanco» a Miles Davis, en la que el trompetista declaraba que, cuando escuchaba flamenco, se hincaba de rodillas.

 

El hombre y el piano, frente a frente
El hombre y el piano, frente a frente

Tenemos a Jorge Pardo y sus Vientos Flamencos, al Niño Josele interpretando con su guitarra las memorables canciones del pianista Bill Evans y, ahora, un trompetista tan clásico, puro y exquisito como Wynton Marsalis está preparando la grabación, en el País Vasco, de su recién compuesta «Vitoria Suite», con la colaboración de Chano Domínguez y Paco de Lucía.

 

¡De rodillas!
¡De rodillas!

«Lo gracioso del caso es que el flamenco y el jazz son muy parecidos, tocamos los mismos acordes, tenemos una relación parecida con el tempo, sin embargo, los significados de uno y otro lenguaje son totalmente diferentes», señala Marsalis. Porque nadie dijo que esto de la fusión fuera como echar un huevo a freír. Ni mucho menos. Para evitar engrudos indigestos, hay que trabajar, estudiar y, siendo innovadores, respetar las tradiciones.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.