Manu Chao a la sombra del castillo

Nunca me pesa la subida a lo más alto de Salobreña, hasta su castillo y más allá.

—¿Vais al concierto? Tirad por la derecha.

—¿Y un bar antes? 

—Por la izquierda, hasta la plaza del antiguo Ayuntamiento. 

La Guardia Civil, atenta y simpática, va ordenando el tráfico, tanto el humano como el motorizado. Pero lo del bar, imposible. No hay hueco. Ni en barras ni en mesas. Ni en las terrazas ni en el interior.

Así las cosas, a las 20.45 del domingo nos plantamos en la cola de acceso al recinto donde Manu Chao va a tocar en versión minigüini, un inédito formato de trío. Al menos para mí, que siempre lo he visto acompañado de la marabunta. 

Un turista despistado, seguro que haciéndole caso al GPS, está quemando el motor de su vehículo. Si a pata cuesta, no quiero ni pensar subir en coche por estas calles sin conocerlas. ¡Menudo pestazo! Se habrá pensado que puede aparcar a pie de escenario. Huele a chamusquina. Los de la cola nos miramos unos a otros y hacemos el gesto de Asterix y Obelix: “Están locos estos romanos”. 

Cuando se abren las puertas y tenemos acceso al bar, con el frescor del crepúsculo, nos sentimos muy cerca del paraíso. El Paseo de las Flores se va llenando de una masa intergeneracional de espectadores, incluyendo a padres con más tatuajes que pelo, y a sus jóvenes vástagos. El ambiente es festivo y desenfadado, que el activismo combativo de las letras de Chao invita más a la diversión y al buen rollo que a la ira o la rabia.

Apenas pasan unos minutos de las diez de la noche cuando, presa de un entusiasmo contagioso, el músico francés hace su aparición en escena. Agita los brazos como si celebrara un gol en algún partido importante. Ni siquiera necesita enarbolar la guitarra para meterse al público en el bolsillo. En cuanto toca los primeros acordes, el delirio. Estamos rendidos de antemano, que sabemos a lo que venimos.

Dos horas seguidas sin resquicio para la calma o el sosiego. Una vez que Manu Chao le da al ‘On’ de su batidora musical, ya no hay tregua. Temas más nuevos se dan la mano con clásicos de toda la vida. A mí me gusta mucho su canto a la Mala Vida. Y a la carretera por donde la suerte se viene y se va. Como el hombre. Y el viento. Por la Ruta Babylón. O el King of the Bongo, que hacía años que no escuchaba. Y el Clandestino, claro, que era el tema ansiando por toda la concurrencia, faltaría más. 

Me gusta la energía de Manu Chao en directo. Su música festiva y verbenera, en el mejor sentido de la palabra. Machacona y sin fin. Luminosa, optimista y feliz, aunque trate temas duros. 

Al terminar, caminando de vuelta por las rampas, apuro un tinto de verano antes de volver a casa… ¡por la carretera! El viento viene, el viento se va…. 

Jesús Lens

CAÍ EN LA TRAMPA

Seguimos bajo el influjo de Manu Chao, Mano Negra y Radio Bemba. Hoy, este pedazo de canción, tan, tan expresiva como cruelmente festiva, con su clarividente letra, trascrita ahí debajo.

 

Caí en la trampa de ser tu amigo

Caí en la trampa de en ti confiar

Desde que un día tu decidiste

dejar lo nuestro en lo vulgar

 

Caí en la trampa de ser tu amigo

Caí en la trampa de en ti confiar

Desde que un día tu decidiste

dejar lo nuestro en la nada

 

Caí en la trampa de ser tu amigo

Caí en la trampa de en ti confiar

tu eres mi amigo yo era tu socio

y ese negocio me salio mal

 

En la gran feria de la mentira

tu eres el rey el rey del día

En la gran feria de la mentira

Yo fui el ciego es que no sabia

 

Caí en la trampa de ser tu amigo

Caí en la trampa de en ti confiar

Desde que un día tu decidiste

dejar lo nuestro en lo vulgar.

LA DESPEDIDA

Me gusta Manu Chao. Sobre todo, porque las letras de sus canciones conectan. Y mucho. Si ayer poníamos la Rumba de Barcelona, dedicándola a los amigos de Catalunya, hoy toca esta estupenda Despedida, tan cargada de sentido como de retranca, sobre todo en la versión tercera, trufada de Mentira. Una canción perfecta, de principio a final. Un círculo perfecto. ¡Dejamos la letra ahí abajito, entre versión y versión! 

 

 

Ya estoy curado

Anestesiado

Ya me he olvidado de tí…

Hoy me despido

De tu ausencia

Ya estoy en paz…

Ya no te espero

Ya no te llamo

ya no me engaño

Hoy te he borrado

De mi paciencia

Hoy fui capaz…

Desde aquel día

En qu te fuiste

yo no sabía

Que hacer de tí

Ya están domados

Mis sentimientos

Mejor así…

Hoy me he burlado

De la tristeza

Hoy me he librado

De tu recuerdo

ya no te extraño

Ya me he arrancado

Ya estoy en paz…

Ya estoy curado

Anestesiado

Ya me he olvidado

Te espero siempre mi amor

Cada hora, cada día

Cada minuto que yo viva… Te espero siempre mi amor…

Te quiero… Siempre

Mi amor…

Se que un día… volverás…

No me olvido y te quiero…T.E.S.M.A…T.E.S.M.A…

PEYOTI FOR PRESIDENT

Esta mañana hablábamos de los esenciales chicos de «El séquito». Esta tarde estaba yo un pelín alicaído y venido a menos y, para activarme, me pinché una dosis de un grupo caótico que, por aquello del colegueo y el colectivo (nada más) me recordaba a los amigos Tortuga, Drama, Vinnie y Eric.

 

Nada que ver temáticamente con «El séquito», que conste, que estos «Peyoti for president», como podréis apreciar si echáis un vistazo a su completa e interesante web, son cañeros, peleones y reivindicativos.

 

Aquí, un vídeo ilustrativo sobre lo que hacen.

 

¿Qué os parecen?

 

A mí, desde luego, me han puesto las pilas.

 

Jesús Lens, empeyotao de música.