A tender todos

Estos días, la palabra de moda es tender. Por ejemplo, Podemos dice haber tendido su mano al PSOE de Sánchez. Sin embargo, para Alicia Lastra, una de las cabezas visibles del nuevo socialismo, “tendimos la mano a Podemos y se nos quedó colgando”. Y, entre medias, Pablo Iglesias le pedía a los socialistas que tiendan la mano a ERC para oponerse al PP.

Como esto siga así, nuestros políticos se verán aquejados por una severa tendinitis. Y eso que, de momento, solo tienden manos, dejando lo de tender puentes para momentos más enjundiosos.

Ya puestos, y dada la creciente fiebre tendedora que les invade ¿qué tal si pedimos a los padres de la patria que vayan un poco más allá y aprovechen para tender al sol sus trapos sucios, a ver si se orean? Después de haberlos lavado, claro. Porque los hay que huelen. Y mucho. Y una temporada, tendidos al sol, les va a hacer mucho bien.

En serio. Me gusta mucho el síndrome de manos tendidas que nos invade. Resulta esperanzador, tras el frentismo y la crispación del último año. Pero veo la cosa un poco verde, aún. Quizá, antes, habría que entenderse. Y, para entenderse, deberían atenderse. ¿De qué sirve tenderse las manos, los unos a los otros, si antes no se atienden, para tratar de conocer sus ideas, propuestas y planteamientos?

Ustedes les han visto, en el Hemiciclo, durante la moción de censura, atendiendo a sus móviles, a sus libros y a sus compañeros de bancada, en vez de atender a los ponentes que hablaban desde el atril. Y, si no atienden, ¿cómo esperan poder entenderse?

Si no atienden, ¿cómo entender?

Sí, señores. Vivimos en la era del postureo en que, de repente, un concepto se pone de moda y es usado y abusado hasta que pierde su sentido, su virtualidad y su naturaleza. Porque, en realidad, cuando hablan de tenderse la mano, como si fueran buenos colegas, lo que piensan es en usarla para abofetear al contrario. En plan Caranchoa. ¡A mano abierta!

Piensan en abofetear y en salir corriendo. A toda velocidad. A galope tendido, dejando en el suelo, tendido, el cadáver del rival. Metafóricamente hablando, por supuesto.

Jesús Lens

El juez de la horca

Yo también estoy cansado de todo lo que está ocurriendo en torno al Ayuntamiento de Granada, en una semana nefasta para la política local. Prometo que, desde mañana, en IDEAL, me volcaré en aspectos más lúdicos, alegres y festivos de nuestro entorno, pero hoy me siento obligado a volver sobre la situación de Paco Cuenca, al que dejábamos ayer con la soga al cuello en esta columna, tras la comparecencia de Luis Salvador y Sebastián Pérez ante los medios de comunicación, haciendo pública una entente cordial que veremos dónde desemboca. Y sobre ello va mi columna dominical de IDEAL.

¿Qué les ha parecido la actuación de los susodichos, poniendo al alcalde de Granada en la picota? Lo del PP tiene toda la lógica y el sentido: de cara al congreso del mes que viene, Sebastián Pérez se ha presentado como la única opción válida para retomar la alcaldía, dado el ascendiente que Torres Hurtado tiene sobre la candidatura de García Montero.

Pero, ¿y lo de Salvador? Por seguir en la misma clave de western de ayer, ¿no tienen la sensación de que se ha erigido en una especie de Roy Bean, conocido popularmente como el Juez de la Horca? En serio, Ciudadanos se lo tiene que hacer ver. Porque ya cansa su vigilante y exigente actitud… en contraste con su falta de compromiso y colaboración a la hora de sacar adelante proyectos de gobierno.

Más allá de poner y quitar alcaldes, deshojando la margarita entre la Rosa y la Gaviota, ¿qué ha hecho Ciudadanos en el consistorio granadino? Luis Salvador se queja de que Paco Cuenca va por libre, pero ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? Porque exigir, Salvador exige mucho. Pero, ¿y colaborar?

En este punto, Paco Cuenca y su inmensa minoría tienen una baza a su favor: si Luis Salvador cumple su amenaza y vuelve a cambiar al alcalde de la ciudad, el tercero en poco más de media legislatura, su miopía a la hora de apostar por las personas a las que brinda su apoyo se convertirá en leyenda, hasta el punto de que será mejor que te mire una legión de tuertos a que lo haga Salvador.

Por contra, si termina indultando a Cuenca, su crédito y su credibilidad habrán perdido enteros. Otra vez. Y el sambenito de ser un “Quiero y no puedo” se le adosará a la espalda, como el monigote del Día de los Inocentes.

 

PD.- Podemos tacha de esperpento la comparecencia de Salvador-Sebastián y «sigue tendiendo la mano al PSOE». Lo malo es que ha pasado un año y las manos tendidas no parecen haber servido para nada.

Jesús Lens