Día de las Librerías

El once del once, además de ser un día señalado para la Organización Nacional de Ciegos (mañana les digo si me ha tocado el Cuponazo, que termina en 0) es el Día de las Librerías. Y eso hay que celebrarlo. ¿Cómo? Pues está claro: yendo a una.

Día de las Librerías 2016

Cada vez es más complicado, en Granada, ir a una librería. Pero hoy no es día para llorar por cierres, traspasos y defunciones. Hoy es un día para festejar las que siguen abiertas.

Las buenas librerías son un inmejorable ejemplo de eso que se ha dado en llamar “reinventarse”. Que siguen vendiendo libros, por supuesto, pero que hacen un montón de cosas más, empezando por las tradicionales presentaciones literarias, cada vez más en desuso y menos apreciadas, por otra parte.

Día de las Librerías

A través de la organización de Clubes de Lectura, por ejemplo, las librerías fidelizan a sus mejores y más comprometidos clientes y permiten hacer comunitaria una experiencia solitaria por antonomasia, como es leer un libro. Juntarse periódicamente para comentar, analizar, descubrir, reflexionar o discutir en torno a una novela, un poemario o un ensayo es una actividad muy estimulante que, si no la practican, ya tardan.

Muchas librerías organizan, también, actividades para los más pequeños, de forma que se sientan atraídos por el mundo del libro desde su más tierna infancia.

Y todo ello gracias al compromiso de una persona fundamental: el librero. Un buen librero es más, mucho más que un mero vendedor de libros. Es la persona que, si hace bien su trabajo, consigue convertir a un cliente en lector. Y el lector, no lo olvidemos, es una especie en peligro de extinción. ¿Recuerdan este artículo sobre «Ir a las librerías«? ¡Apliquémoslo!

Día de las Librerías viaje

En estos tiempos de algoritmos, recomendaciones cibernéticas y compras por Internet, pasar por una librería, ojear un libro y, después de hojearlo, comprarlo y leerlo en casa; es un acto de resistencia cultural que, un día como hoy, es necesario reivindicar.

Es 11/11. Día 3 de la Era Trumpiana. O Trumposa. ¿Qué tal si empezamos a practicar la resistencia contra el empobrecimiento intelectual yendo a una librería y llevándonos algún ensayo que nos haga comprender la realidad que nos rodea? O una novela negra, género que bucea en esos rincones oscuros de la sociedad que no solemos ver. Dos recomendaciones recién salidas del horno: “Mal trago”, de Carlos Bassas y “El jardín de cartón”, de Santiago Álvarez.

Jesús Lens

1 Twitter Lens

¡Vámonos de librerías!

Hoy publico este artículo en IDEAL. ¿Celebramos este Black Friday comprando libros y/o visitando librerías?

Coincido con Elvira Lindo en que no es lo mismo ser un vendedor de libros que un librero. Ser librero implica más, mucho más que subir y bajar volúmenes de los anaqueles y despacharlos desde detrás de un mostrador. Ser librero supone conocer el producto que tienes entre manos para, de esa manera, estar en condiciones de ofrecer a cada cliente lo que pueda necesitar, gustar e interesar.

Si Tony Montana fuera librero, ¿qué recomendaría?
Si Tony Montana fuera librero, ¿qué recomendaría?

Cuando un lector se decide por un libro, se apresta a pasar varias horas en su compañía y, por tanto, la elección no es baladí. Es responsabilidad del librero aconsejar, proponer, ofrecer y dirigir a la persona que, indecisa, busca un título para leer. Por eso, además de conocer el género, el verdadero librero tiene que tener dotes psicológicas para saber si toca recomendar un dramón, una novela de aventuras, una historia cómica o unos versos descarnados; una historia de zombis o una de vampiros; una utopía o una distopía.

El librero, como el médico o el maestro, es una persona de confianza que, a través de las lecturas de sus clientes, empieza por descubrirlos, aprende a conocerlos y, después, cuando ya son amigos; les descubre nuevos horizontes lectores y diferentes joyas y tesoros bibliográficos.

 Amarillo

Porque hay personas que saben lo que quieren y que van a tiro fijo, cuando entran en una librería. Pero si son buenos lectores, además de llevarse lo que iban buscando, husmearán entre las mesas de las novedades. Además, si tienen tiempo, se aplicarán con el fondo editorial que toda buena librería atesora. Pero, sobre todo, siempre sacarán unos minutos para charlar con el librero que, a buen seguro, le tiene reservada alguna sorpresa.

Y es que no hay nada más placentero, para un lector, que descubrir un libro del que no tenía referencias o a un autor que, hasta ese momento, le era completamente desconocido. Adentrarse en uno de esos libros es emprender una travesía por mares ignotos, sin brújula ni mapa que te señale el camino.

 Afilado como un Blues a Medianoche

Por muchos suplementos literarios que leamos, por muchas revistas de libros a las que estemos suscritos y programas culturales que escuchemos o veamos (si es que queda alguno en parrilla), el mejor amigo de un lector siempre será un buen librero.

Hoy se celebra el Día de las Librerías. ¿Hace cuánto que no pisas una? ¡Animémonos! ¡Vámonos de librerías con el mismo espíritu con que nos vamos de bares! Un espíritu alegre y festivo que, hoy, los libreros hacen descuento. Y si no tenemos presupuesto para comprar una novedad en tapa dura y lujosa edición, ¡hagámonos con una edición en rústica o en bolsillo!

¡Esta es tu casa!
¡Esta es tu casa!

Y si alguien me pidiera un consejo sobre qué leer, yo aconsejaría el “Amarillo” de Canales y Guarnido, el recién publicado “Afilado como un blues a medianoche”, de Javier Márquez y la segunda novela de Rafael Sarmentero: “Malasaña Chai Tea”.

Lo dicho. ¡Nos vemos en las librerías!

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens