Sin rastro del LAC

Ayer, mientras esperaba al 4 bajo el sol inclemente de media tarde, me dio por parafrasear a John Lennon: la vida es eso que sucede mientras tú… esperas al autobús. Puedes entretenerte haciendo planes o mandando güasaps, pero lo cierto es que no dejas de esperar al autobús.

¿Se nota que se me hizo larga la espera? Mucho. Demasiado. Por la mañana, sin embargo, la cosa fue mejor: aunque se me escapó un 4 en las narices, el siguiente no tardó en pasar y llegué a tiempo a la cita con el consejero de Salud y Familiar, protagonista del Desayuno de IDEAL.

Les confieso que su intervención no me llegó, hasta el punto de que aquí me tienen, escribiendo sobre el autobús. Y es que ayer, con tanto trajín autobusero, me dio por pensar: ¿quién se acuerda del LAC? ¡Ay, el LAC! Creo que no llegó a ocupar ni un renglón del programa electoral de ese PP que, en su momento, nos lo vendió como lo más de lo más.

Ustedes lo saben: fui muy crítico con un sistema de movilidad que primaba al Centro a costa de dejar aislados a los barrios. Que en una ciudad de andar por casa como es Granada se inventaran un sistema de transbordos fue un sinsentido que, por fortuna, revertió el PSOE de Paco Cuenca, sin que PP o Ciudadanos hayan hecho un amago de recuperarlo. Al menos, no figura en las 80 propuestas de gobierno consensuadas por sus máximos responsables.

No voy a decir que el sistema actual sea la panacea, pero el 4 se ha convertido en una línea democrática que atraviesa Granada de punta a cabo, conectado el PTS y el Zaidín con el Centro y la Chana. Le falta frecuencia. Y que haya máquinas cobradoras en todas las paradas del recorrido, para agilizar la subida de viajeros, lo que mejoraría el servicio. Pero a miles de vecinos, nos ha devuelto la confianza en el servicio público de transportes. Aunque, a veces, se nos pase la vida esperando su llegada.

Jesús Lens

LAC: Alta Incapacidad

15 millones de deuda con la Rober. De momento. Para final de año serán 21. Veintiún millones. De euros. Y de deuda. Acumulada. Por el ayuntamiento. Con la empresa adjudicataria de los autobuses urbanos de Granada.

LAC

Disculpen esa forma de escribir. Es que no me lo creo. Estoy estupefacto. Sobre todo porque la partida presupuestada por dicho concepto es de 10,3 millones de euros anuales. ¿La culpa? De la LAC, mayormente. Que, llegados a este punto, es tanto como decir que fue del cha-cha-chá. ¿Cómo se pueden presupuestar 10,3 millones por un servicio y, en un solo año, acumular 5 de sobrecoste? (Aquí la información de la que parto para mi columna de hoy en IDEAL)

Lo de la LAC es uno de esos proyectos que reflejan lo malas que pueden ser las mayorías absolutas sostenidas durante el tiempo y el enquistamiento de los políticos en sus poltronas. Porque la LAC ha sido un problema desde el momento en que se presentó el proyecto, no convenciendo a prácticamente nadie. Excepto a la concejala del ramo y, por supuesto, al alcalde plenipotenciario. ¡Hasta los informes técnicos del propio ayuntamiento la desaconsejaban, según ha denunciado Raquel Ruz, la nueva concejala de Movilidad!

La única noticia positiva generada por la LAC fue la reducción de la contaminación en la Gran Vía en un 33%, según un estudio de la UGR que, sin embargo, aconsejaba “una optimización y reordenación del transporte público, para que el impacto provocado por la LAC en Gran Vía o Reyes Católicos se extienda a otras vías de la ciudad”.

¿Habré pasado bien el Bonobús?
¿Habré pasado bien el Bonobús?

Por lo demás, la LAC ha sido una fuente constante de cabreos, desde el caos de los transbordos en una ciudad tan pequeña como Granada a los problemas con las multas y las sanciones ejecutadas por los revisores. Ahora, movernos entre barrios, nos lleva más tiempo que bajar a la Costa Tropical.

El resultado: la pérdida de miles de pasajeros, cada día. Era tal el descontento que hubo que volver a meter un par de líneas rojas por el centro. ¿Y para sufragar la deuda con la Rober? Pues a subirle el precio al billete. Ahí estuvo fino el PP, sí. Muy imaginativo. Total, para lo que ha servido…

LAC menguante

Casi nadie quería la LAC. Ni creía en ella. Pero nadie fue capaz de impedir su implantación. Y ahora nos encontramos con una deuda inverosímil, buena prueba de la Alta Incapacidad del invento.

Jesús Lens

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La cruda realidad

Está perra la actualidad. Menos mal que este año, la Semana Santa llega pronto y nos dará una tregua. Al menos, eso esperamos. Hago un repaso por las noticias locales que copan la actualidad y el panorama no es precisamente halagüeño. De ello hablo en mi columna de hoy de IDEAL, llegando a una conclusión que, espero, les parezca apropiada.

Por una parte, hoy viernes vamos a “disfrutar” de una ciudad blindada, con hasta 70 policías encargados de evitar el macrobotellón de la Fiesta de la Primavera. Y, disculpen ustedes lo cansino y reiterativo del tema, pero es que este culebrón es una de las mejores pruebas de la sociedad tan ridícula que hemos construido entre todos.

Cruda Realidad

Una sociedad en la que, para muchos jóvenes, la mayor prioridad es el Botellón, haciendo de ello casus belli. Una sociedad, a la vez, incapaz de articular una alternativa de ocio juvenil, tras nueve años empleando la táctica del avestruz. Y lo que te rondaré. Porque, de momento, la noticia del cierre del Botellódromo no ha venido acompañada del anuncio de propuestas creíbles que interesen a los jóvenes.

Otro de los ya habituales caballos de batalla lo tenemos con la cuestión del autobús. Que tiene tela la cosa. Meses y meses de peleas, broncas, malos humos y peores humores, sanciones, multas y alteraciones… para que la cosa termine al estilo lampedusiano: cambiarlo todo para que todo siga igual. Pero más caro. Que miren ustedes por dónde, en la cuestión del precio del billete de autobús no solo hemos alcanzado a Sevilla, sino que hemos superado a Málaga. Y olé.

Cruda Realidad LAC

Menos mal que ya llega el metro. ¡Ay, el metro! Que se anuncia la contratación de 200 personas para su definitiva puesta en marcha y, acto seguido, tiene que salir la Junta de Andalucía a desmentir que el proceso de selección vaya a incurrir en el siempre reprobable enchufismo, tras la acusación de IU de que, con la privatización del servicio, esto va a ser un descalzaperros. ¡Habrá que vigilar las catenarias, no se vayan a enganchar por ahí los enchufes métricos!

Cruda Realidad metro

Y luego está la ignominiosa falsificación de esos certificados médicos imprescindibles para garantizar que los jugadores del Atarfe Industrial están en condiciones de hacer deporte sin riesgo para su salud. ¿Se puede ser más mentecato y miserable?

Sí. También hay buenas noticias. Y esperanzadoras. ¿Aprovechamos la Semana Santa para darles visibilidad y difusión? Si la cruda realidad nos da una tregua, claro…

Jesús Lens

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