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¡Qué gustazo, llegar a la librería Picasso y encontrarla hasta las trancas, llena de lectores que esperaban a Leonardo Padura! Y eso que era lunes. Y eso que estamos de Feria. Pero el maestro del noir caribeño tiene tirón y la gente respondió en masa.

En la librería Picasso de Granada, ese lujazo de espacio

Más que una presentación al uso, Padura nos regaló una lección magistral mientras desgranaba los resortes ocultos de “La transparencia del tiempo”, su novela más reciente, publicada por Tusquets. (Lean AQUÍ mis impresiones de la novela, publicadas en El Rincón Oscuro de IDEAL)

Fue una apasionante conferencia sobre literatura, pintura, historia, religión y sociología. Y todo ello, con la cordialidad y la naturalidad de un sabio que disfruta participando de sus cocimientos a la gente que tiene la suerte de compartir tiempo y espacio con él.

El centenar de suertudos que, el lunes, abarrotamos Picasso, disfrutamos de una hora de sabiduría cuyos beneficios se irán multiplicando con el paso del tiempo, que Padura nos abrió la puerta a tantos y tan variopintos temas, autores y cuestiones que ahora mismo tengo activas siete pestañas de Google, investigando sobre el origen de las vírgenes negras, el Temple, el bolero, los pintores contemporáneos de Cuba, Cantet e Ítaca, la hija de Raúl Castro y Alejo Carpentier.

Si usted no pudo acudir a Picasso, aquí tiene la conversación que, durante 45 minutos, mantuve con Leonardo Padura en hotel Maciá Cóndor, uno más de los Encuentros Especiales de Cervezas Alhambra que organizamos periódicamente con artistas vinculados al género negro y criminal.

 

Disfruten de la charla serena del maestro cubano, pero háganlo armados de boli y papel, para ir anotando la cantidad de sugerencias y pistas que nos brinda durante su conversación. Y, por supuesto, lean sus novelas. “La trasparencia del tiempo” es una gozada, pero mi favorita sigue siendo “La neblina del ayer”, galardonada con el Premio Hammett y con el descubrimiento de una enorme biblioteca, la búsqueda de libros raros y perdidos y el bolero como protagonistas de una historia que les hará amar a la cantante Violeta del Río y sumergirse en la noche habanera. (Lean AQUÍ otra entrega de El Rincón Oscuro, sobre Padura y el Noir caribeño)

Jesús Lens

Leonardo Padura y el peso del tiempo

“Apenas se alejaron cien metros de la calle alguna vez asfaltada, los forasteros comprendieron que estaban trasladándose a otro universo, como si hubieran atravesado un hoyo negro hacia una dimensión diferente del tiempo y el espacio. Estaban penetrando en el territorio que Conde bautizó como el mundo de los invisibles”.

Hay mucho de viaje en el tiempo, y no solo metafóricamente hablando, en la novela más reciente del maestro cubano Leonardo Padura, galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015 y al que tendremos el privilegio de escuchar en Granada, el próximo lunes 28, a las 19 horas, en la Librería Picasso.

“La transparencia del tiempo” se titula una novela que, publicada por Tusquets, como todas las anteriores de Padura, podemos empezar a contar (casi) por el final. Pero sin fastidiarle nada, estimado lector. Porque la novela (casi) termina con una fiesta de cumpleaños. Y es que Conde, el personaje por antonomasia del policial cubano, cumple 60 años. Y si 20 años son toda una vida, no les digo ya lo que deben ser 60…

Mario Conde, ex policía convertido en librero de lance, profesión a través de la que sobrevive a trancas y barrancas; es más consciente de todo lo que le rodea a medida que se va haciendo mayor. De ahí que el tiempo, además de ir pasando, le pese. Por ejemplo, cuando descubre esas barriadas de aluvión que han nacido en el entorno de La Habana, al modo de los bidonville africanos, pobladas por personas invisibles para el sistema, desplazados de todo el país que buscan su particular El Dorado en la capital… para terminar chapoteando en el barro.

Conde tendrá que visitar esas zonas marginales de La Habana durante su búsqueda de un objeto muy extraño que le han encargado localizar: la imagen de una Virgen de Regla. Una virgen negra sustraída de la casa de un antiguo compañero de estudios de Conde que, apelando a su vieja amistad, vuelve a poner en marcha al antiguo policía.

Y, como ya es tradicional en la novelística de Padura, una investigación del presente conduce al lector a un pasado, más o menos remoto. En este caso, siguiendo los pasos de la Virgen de Regla, haremos todo un viaje en el tiempo, comenzando por la Cataluña de la Guerra Civil, pasando por el Renacimiento y llegando hasta…

Como señala el propio Padura, “La trasparencia del tiempo” es una novela y debe leerse como tal. “Las realidades presentes y pasadas tienen sustentos históricos, contextos y escenarios reales, pero trabajados en función de su escritura y empleo novelescos”.

Eso sí: “los episodios del presente cubano están apoyados en un conocimiento vivo y en una indagación de una realidad que forma parte de mi propia vida y experiencia, aunque el procedimiento investigativo de la trama policial en que participa Mario Conde es pura ficción”, señala un Leonardo Padura que, efectivamente, no le pierde el pulso a la realidad cubana contemporánea.

Si son ustedes seguidores de esta sección, recordarán que hace unos meses escribíamos en El Rincón Oscuro sobre la adaptación al cine y la televisión de las primeras novelas de Padura protagonizadas por Mario Conde, cuando todavía era policía, señalando que La Habana que nos mostraba no es la de ahora, La Habana contemporánea. En su primera tetralogía, Padura nos describía la depauperada ciudad que, a comienzos de los años 90 del pasado siglo, tuvo que sobrevivir al conocido como Período Especial. (Lean AQUÍ)

Pero el tiempo pasa. Y, en “La transparencia del tiempo”, sí que transitamos por la capital cubana contemporánea. Y lo que vemos, a través de los ojos de Conde, da miedo: ¿y si la historia que persigue está “empeñada en mostrarle todas y cada una de las costras de una ciudad que, bien vista, parecía afectada de lepra”?

La clave de la mejor novela negra es precisamente esa: mostrar la realidad que se oculta tras la apariencia, bucear en los intersticios de una sociedad que siempre es más compleja y contradictoria de lo que a primera vista podemos pensar. Y Leonardo Padura es el mejor guía posible para conocer la realidad de una Cuba contemporánea en la que, como en casi todo el mundo, hay demasiado nuevo rico que parece mear colonia, por mucho comunismo que prediquen los voceros oficiales.

El mundo del arte vuelve a estar muy presente en una magnífica novela protagonizada por un Conde en estado de gracia: reflexivo, vulnerable y temeroso. Un Mario Conde que se pregunta por el sentido de la vida mientras se relaciona con traficantes de toda laya que viven en mansiones decoradas de acuerdo al minimalismo imperante. Un Mario Conde que no pierde sus referentes: Tamara, el Conejo, Carlitos o Yoyi; y que sigue escuchando a la Creedence mientras tumba botellas de ron.

Un Conde que vuelve a las andadas, en fin, “por curioso y, sobre todo, por comemierda, el componente psicológico que mejor expresaba su demodé sentido de la responsabilidad y de lo justo”.

Jesús Lens