La vida sigue, pero no igual

Me impresionó leer en ABC a la historiadora ucraniana Natalia Yakovenko, que decía sentirse “ansiosa y con mucho miedo” en Kyiv, mientras esperaba la llegada de los rusos encerrada en su apartamento de la capital. “Lo que más me ayuda es mi trabajo de traducción. Llevo dos años traduciendo ‘Ab Urbe condita’ del historiador Tito Livio al ucraniano. Livio es mi pareja, mi acompañante en estos días de zozobra, es un poco imperialista, pero su trabajo es enorme”, terminaba bromeando.  

Mientras seguimos los partes de guerra y las declaraciones de Biden en las que menta la Tercera Guerra Mundial, tomo cervezas, como cochinillo, veo baloncesto y hago planes culturales. Así es. Estamos ultimando el programa del festival Gravite, por ejemplo. Con el patrocinio de CaixaBank, irá del 22 de mayo al 2 de junio. Al menos, así lo hemos programado.

Pero no hay que mirar tan lejos. Esta misma semana, Granada puede presumir de una actividad cultural desbordante. El miércoles, y ahí tengo el corazón ‘partío’, coincide la presentación de lo más reciente de mi querido Enrique Bonet en el Ateneo con una charla a la que le tengo muchas ganas: ‘La primera página del Quijote’, a cargo de Pedro García Martín, catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Madrid. Será en el Teatro CajaGranada y mañana le dedicaré ‘El rincón oscuro’, mi sección semanal sobre cultura negrocriminal.

El jueves acompañaré a mi amigo Juan Antonio Malo en una conversación a propósito de su sorprendente novela, ‘La colonia tiria. Siervo de Sapas’. Será también a las 19.30, en la librería Troa del Zacatín. Digo sorprendente porque de Juanan me hubiera esperado una guía montañera de rutas por Sierra Nevada, el Geoparque o la Almijara. O un libro de cuentos sobre mitos y leyendas de La Alpujarra. ¿Pero una novela histórica sobre los fenicios, tan bien documentada y mejor escrita? Eso nos lo tendrá que explicar el autor, con pelos y señales. 

Y ojito a la temporada de exposiciones. Sobre la de Fortuny tenemos que hablar, largo y tendido, y a no mucho tardar, que le queda poco. Pero ojo a la de Javier Seco en Arrabal & Cía. Le descubrí, años ha, en Orce y me quedé flipado con su propuesta. Deseando estoy ver esta: seguro que es provocativa, imaginativa y deslenguada, marca de fábrica de un artista irreverente, libérrimo y desprejuiciado. Y el próximo viernes vuelve Juan Vida a Condes de Gabia con ‘Vida entre amigos’, una selección de su obra repartida entre la gente de su entorno y que, por tanto, es un lujo ver expuesta al público. 

De conciertos no hablo, que sigo sin ir a las salas y no entiendo por qué, de verdad se lo digo. No sé si todo esto tendrá sentido, con lo que pasa ahí fuera. Imagino que tan poco como traducir a Tito Livio en Kyiiv, esperando la llegada de los tanques y misiles rusos. 

Jesús Lens.   

       

Un Juan Vida a libre disposición

Ayer a mediodía se percibió una gran perturbación en la Fuerza. Pasaba media hora de las doce cuando el artista Juan Vida alertaba desde su página de Facebook —altamente recomendable, por cierto— de la desaparición de una de sus obras: sus pinturas del techo del antiguo cine Aliatar habían volado, literalmente hablando.

Foto de Ramón L. Pérez

Sobre la marcha, un alud de comentarios criticando semejante barbaridad. ¡No será posible que las hayan destruido! Afortunadamente, no. En menos de cuatro horas, el periodista Javier Morales removió cielo y tierra para aclarar lo sucedido: tras varios años cerradas, las galerías comerciales del edificio Aliatar se van a convertir en una perfumería y sus dueños decidieron retirar las pinturas de Juan Vida “ante el progresivo deterioro de la obra, trazada sobre lienzos en el año 94”, sustituyéndolas por una plancha de escayola ondulada.

No sé cómo quedará la decoración de la perfumería, pero hay que ser muy osado para renunciar a tener un original de Juan Vida en su techo. De encontrarse en un mal estado alarmante, podrían haber tanteado la opción de una restauración. O lo mismo les rompía radicalmente la estética y prefirieron partir de cero…

Foto reciente de los lienzos, subidos por el propio Juan Vida a su pagina de Facebook

Lo que resulta inadmisible, en cualquier caso, es que nadie le dijera al artista que se iba a quitar sus pinturas de allí. Ni los dueños del local ni los funcionarios del servicio de bienes de la Junta de Andalucía que dieron el OK a la operación.

Porque los lienzos, tal y como relata Morales, se encuentran sanos y salvos, retirados por una restauradora y almacenados “con el objetivo de cederlas gratuitamente a cualquier institución se interese y quiera hacerse cargo de su instalación, conservación y exposición”.

Académico de Bellas Artes de Granada, Juan Vida es uno de los mejores artistas de nuestra tierra. Su pintura, a caballo entre lo figurativo y lo narrativo, en muchas ocasiones cargada de una importante carga de denuncia social, es imprescindible.

Foto de Juan Ortiz

Esperemos que, efectivamente, alguna institución granadina se haga cargo de esos lienzos, los restaure y los exhiba en las mejores condiciones. Dejarlos enterrados en un oscuro almacén, por bien conservados que estén, no sería sino una muestra más de la indolencia cultural de una ciudad incapaz de consolidar proyectos a medio y largo plazo, como bien denunciaba Mariano Sánchez Pantoja hace unos días.

Pendientes de la cultura-espectáculo y de los (supuestos) eventos y acontecimientos más o menos mediáticos, nos olvidamos de ese patrimonio artístico que tanto nos enriquece.

Jesús Lens

Tierra esférica, mentes planas

La imagen de la portada del XL Semanal representaba una esfera de color marrón surcada por hileras de personas en movimiento. Nada más verla supe que era de Genovés, uno de los pintores españoles con una obra más personal y reconocible. Hace unos años, en ARCO, disfruté acercándome a escasos centímetros de dos de sus cuadros, maravillado por cómo conseguía que unos ‘borrones’ de pintura apenas sugeridos en el lienzo, vistos desde lejos, parecieran personas.

Genovés conseguía con sus cuadros el efecto contrario a lo sugerido por Harry Lime en ‘El tercer hombre’: la distancia dotaba de humanidad y personalidad a la imagen esbozada en el cuadro.

En su último obra, inacabada, Genovés muestra a decenas de personas dando vueltas por el mundo. Para su hijo, el artista busca lecturas filosóficas y existencialistas, dado que siempre le damos vueltas a lo mismo. Superpuestas sobre un marrón esférico tan terráqueo y terrenal como lunar y marciano, esas tiras con personas en movimiento, por su condición nómada y emigrante, también se me asemejan a alambre de espino. Aunque esa impresión está condicionada por haber visto muchas obras de Juan Vida estos días.

Contrasta la perspectiva cilíndrica, el ojo de buey de la esfera terrestre, con el encefalograma plano de esa peste del siglo XXI que son los terraplanistas. El fin de semana se hizo viral el vídeo de una tatuadora granadina que pedía explicaciones sobre el imposible discurrir del Nilo en una tierra esférica. “Y no me vengáis con la mariconada de la gravedad porque para mí, la gravedad no existe”, remataba su maravillosa alocución. Y digo bien maravillosa porque, gracias a su éxito y al margen de los insultos y los mesamientos de cabello virtuales, aparecieron en la red multitud de vídeos científicos estupendos.

Me encantó, por ejemplo, uno de Carl Sagan sobre Eratóstenes en el que, con la ayuda de un simple palo —¡un palo, un palo!— demuestra científicamente que la tierra es esférica. Paradojas de la vida: ahora que llevamos en el bolsillo móviles de ultimísima generación con no se cuántos terabytes de capacidad, hay que volver a los básicos y demostrar empíricamente que la tierra es redonda y que las vacunas salvan vidas. (AQUÍ, mi opinión sobre la hez antivacunas)

Son las contradicciones del siglo XXI, denunciadas por Umberto Eco: “las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de imbéciles”. Será por eso que esas mismas redes se encargan de matarle una y otra vez, cíclicamente, dos o tres veces por año.

Jesús Lens

Juan Vida: el color del jazz

Esta noche, el Festival de Jazz en el Lago le hace entrega a Juan Vida de un más que merecido premio a la labor de difusión que, desde hace décadas, viene realizando gracias a su trabajo como diseñador.

Jazz

Efectivamente, uno de los puntos fuertes tanto del Festival de Jazz de Granada como del Jazz en la Costa, es la presentación del cartel diseñado por Juan Vida. Son carteles luminosos y coloristas, con un estilo perfectamente reconocible, y que siempre hacen volar la imaginación del espectador que los contempla.

Carteles evocadores que invitan, en verano, a embarcarte y cruzar mares y océanos, escuchando buena música. Y a conocer a los personajes que los protagonizan, como ese capitán con pendiente en la oreja que, tocando la trompeta, preside el cartel del Jazz en la Costa de este año.

Me gustan especialmente los carteles de Juan Vida que fusionan elementos del jazz más tradicional con otras disciplinas artísticas, aprovechando la estética del género negro o del grafiti, por ejemplo. Y es que, si por algo se caracteriza la obra del combativo artista granadino, es por su mestizaje, mezcolanza y la interacción de temas, técnicas y motivos.

Jazz Vida

Enhorabuena, pues, al Festival atarfeño por conceder el premio honorífico de este año a un artista de la talla de Juan Vida. Como bien señala Juan Carlos Roldán, el director artístico del Jazz en el Lago, hay que destacar “el papel divulgador del jazz que, durante décadas, ha realizado Juan Vida desde el campo de la creación artística, colaborando para los festivales hermanos de la ciudad de Granada y Almuñécar con carteles que se han convertido en verdaderas obras de arte…  siempre desde su libertad creativa y solvencia artística”.

Como seguidor de la filosofía de Terencio, convencido de que nada de lo humano me resulta ajeno, y como fiel defensor de las alianzas y de las afinidades electivas, me parece colosal que el Festival de Jazz en el Lago de Atarfe haya premiado a un artista polifacético que diseña los carteles de otros festivales de jazz de la provincia.

Jazz Juan Vida

Se trata de un detalle de buen gusto que denota la elegancia y el savoir faire de los responsables de uno de los Festivales con más solera del panorama español. ¡Así, así es como se tejen redes y se forjan alianzas creativas! Una vez más, ¡enhorabuena, Atarfe! (AQUÍ mi última columna sobre el Festival de Jazz en el lago)

Jesús Lens

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Fracaso cultural

La lúcida, sincera y desencantada conversación entre Juan Vida y Luis García Montero que ayer publicaba IDEAL, no hace sino reafirmarme en una idea que tengo muy repetida, pero a la que vuelvo insistentemente: el gran fracaso de la democracia española ha sido el cultural.

Fracaso Cultural Vida García Montero

La gran decepción de los sucesivos gobiernos del PSOE y del PP ha sido no conseguir que los ciudadanos sintamos la cultura como un bien de primera necesidad, como algo necesario en nuestra vida, como piedra angular sobre la que planificar nuestro tiempo libre y en la que invertir nuestros ahorros.

Lo dice Juan Vida, recordando que antes había cola para entrar en las exposiciones mientras que ahora están vacías. Y lo ratifica Luis, al hablar de la sociedad del espectáculo, de la banalización de la felicidad, del consumismo desaforado y la mercantilización del arte.

Tras la Transición y los Locos Años 80, en la época de vacas gordas de los 90 y la primera década del siglo XXI, se dotó a buena parte de las ciudades y pueblos de España de una envidiable infraestructura cultural. Pero no se trabajó en la cultura de base. Se gastaba el oro y el moro en llenar teatros y auditorios, pero no se invertía en una política cultural a largo plazo que hiciera sostenible el tinglado.

Fracaso cultural movida

A la vez, las autoridades educativas empezaron a preguntarse para qué servían determinadas asignaturas. Qué sentido práctico tenían. Y el estudio de la literatura, la lengua, el arte o la filosofía, empezó a considerarse inútil. Todo ello nos condujo a la infantilización de una sociedad que solo consume entretenimiento facilón y pasatiempos de usar y tirar.

El gran fracaso de la democracia en España fue desvalorizar el esfuerzo que requiere adquirir una mínima cultura que permita a los ciudadanos disfrutar de los libros, más allá de los best sellers; de la música, más allá de la pachanga; del cine, más allá de los blockbusters; del arte, más allá de los convencionalismos figurativos.

Una sociedad culta exige compromiso, inversión, esfuerzo y dedicación. Y ejemplaridad. Por desgracia, los diferentes gobiernos que hemos tenido en estos últimos veinte años, invirtieron mayoritariamente en una cultura del espectáculo que les permitiera lucir en la foto, dejando la formación de base en manos de las multinacionales del entretenimiento y de las cadenas privadas de televisión.

Fracaso Cultural Telebasura

Y así nos va.

Jesús Lens

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