Cotton Club: Más que un Club

Celebramos el Día Internacional del Jazz, desde ese Cine con Swing en que Cid & Lens estamos comprometidos, con una entrada imprescindible que esperamos os guste:

Algunos sitios nada más nombrarlos nos traen las más intrincadas elucubraciones. Sus nombres están asociados a personajes míticos, encuentros siniestros y sorprendentes, acontecimientos inolvidables, y, como es este el caso, a músicos inolvidables. Con el Cotton Club me pasa una cosa, cuando quiero encontrar una similitud con algo semejante por estas tierras pienso en los antiguos cafés cantantes madrileños o sevillanos dónde se reunía el mundo flamenco todo. Guardando las diferencias claro. Tampoco quiero decir con esto que los clubes de jazz sean las peñas flamencas de ahora, no sigan por ahí…

 Cotton Club

El Cotton Club estará para siempre asociado a la etapa del swing, al mundo de los gángsters, a las bing bands, y a la Ley Seca. Era el “Lugar Número Uno”. Allí dónde todo músico quería estar. Se cuenta que en cierta ocasión la big band de Fletcher Henderson fue rechazada y que en su lugar eligieron a la de Jimmie Lunceford. Curiosa historia porque la banda de Henderson fue la “primera big band”. El caso es que en Nueva York había otros locales, como el Connie’s, pero el Cotton Club era otra cosa. A ello contribuyeron seguramente el hecho de que su propietario fuera el gángster Owney Madden (Bob Hoskins en la película), que tuviera la sesión más golfa y sonada de la noche del domingo en Nueva York (las “Celebrities Nights”), y que se convirtiera en cita obligada para todo músico de jazz que pasara por la ciudad, ya fuera el Duque, el Conde, Bessie Smith, Cab Calloway, Ella Fitzgerald, Louis Armstrong, Billie Holiday, Nat King Cole,… ¿se imaginan?

 Cotton Club Hoskins

Pero el Cotton Club fue ante todo hijo de su época, y como toda época tiene su final, el Cotton desaparecería, hijo de su tiempo, con ella; fue en 1940, veinte años después de que su primer propietario, el boxeador Jack Johnson, abriera sus puertas. ¡Ahí es na! La brillantina, el jolgorio, el “famoseo”, y ¡ay! el glamur, la canalla noche del jazz de NY, que lo seguiría siendo por cierto, pero con otro aire, dieron pasó a otro tipo de música y de ambiente. Ni mejor, ni peor. Otro. El be-bop traía nuevas ideas al jazz, y el Minton’s, su templo, nada tenía que ver con el “club del algodón”. El escritor Leonard Feather (The Jazz Years) lo deja claro, el Cotton Club “propiedad de la mafia representaba un Harlem para blancos”; el be bop, en contraste, era una música de músicos esencialmente negros que querían romper con el pasado; y sigue Feather, por si alguien no tiene clara la diferencia: “De una manera más significativa, supe que el Cotton Club admitía a negros sólo como músicos. Con la excepción de alguna celebridad ocasional, que era aceptada a regañadientes (nadie se atrevió a insultar a un Bojangles Robinson que portaba una pistola negándole una mesa), los negros no eran bienvenidos como clientes. Saber esto significaba que yo no estaba cómodo allí. Consecuentemente, y quizás alocadamente, incluso atendiendo a su interés social, nunca vi el interior del club”.

 Cotton Club BSO

Quién si conoció bien el Cotton Club, de primera mano, no fue otro que un buen amigo de Leonard Feather, el gran Duke Ellington, quién me imagino se llevaría más de un secreto a la tumba; antes, sin embargo, nos dejó algunos recuerdos de su paso por el mítico local:

“La noche del domingo era la gran noche del Cotton Club. Estuviesen actuando en uno u otro local, todas las grandes estrellas neoyorquinas que se encontraran en la ciudad se acercaban al Cotton Club a saludar al público. Harlem tenía una fama excelente por aquellos días, y su atmósfera resultaba pintoresca a más no poder. Se trataba de un lugar de visita obligada, como Chinatown lo era en San Francisco.

El Cotton Club se hizo famoso a escala nacional por nuestras retransmisiones radiofónicas de costa a costa, que tenían lugar casi todas las noches. A los artistas se les pagaban elevados salarios, y los precios para los clientes, también eran elevados. La sala contaba con doce bailarines y ocho coristas, guapísimas todas. ¡Qué bien iban vestidas! Uno ya no ve esa clase de chicas en los escenarios.

 Cotton Ellington

Durante los años de la Prohibición, siempre era posible comprarle buen whisky a “alguien” en el Cotton Club. Por entonces vendía lo que llamaban Chicken Cock. Venía en una botella que estaba dentro de una lata, y la lata estaba sellada (…). Las incidencias de la era de los gangsters no eran conveniente materia de conversación. La gente a veces me preguntaba si conocía personalmente a fulano o mengano.

 

– No, qué va – decía yo –, no lo he visto en la vida.

 

Pero sí que les conocía a todos, y cuando empecé a tocar en el Cotton Club, las cosas ya se habían salido de madre”.

BSO (Geffen Records, 1984):

The Mooche (Duke Ellington/Irving Mills), Cotton Club Stomp 2 (Duke Ellington), Drop me Off in Harlem (Duke Ellington), Creole Love Call (Duke Ellington), Ring Dem Bells (Duke Ellington/Irving Mills), East. St. Louis Toodle (Duke Ellington), Truckin’ (Rube Bloom), Ill Wind (Harold Arlen), Cotton Club Stomp 1 (Duke Ellington), Mood Indigo (Duke Ellington/Irving Mills), Minnie the Moocher (Cab Calloway/Irving Mills), Cooper Colored Gal (J. Fred Coots), Dixie Kidnaps Vera (Al Woodbury), The Depression Hits/Best Beats Sadman (Al Woodbury/John Barry), Daybreak Express Medley (Duke Ellington)

Productor musical: John Barry.

Cine con Swing

Venimos hablando estos días de un nuevo proyecto. Y será fílmico-literario, efectivamente. ¡Y musical! Charlando con Fernando Marías, en septiembre, comentábamos nuestras actuales andanzas, proyectos e ideas. Y conveníamos en que no había cuerpo, ganas ni moral para encerrarse otros dos años a ver un puñado de películas y escribir un libro sobre ello.

 Cine con Swing

Que es un trabajo duro. Muy duro. Y, a veces, ingrato y desabrido. Solitario. Muy solitario. Por todo ello, para encarar este nuevo proyecto, Jesús Lens y Juan Manuel Cid, unimos fuerzas y cambiamos el formato.

Al grano: ¿aunamos dos de nuestras pasiones, el cine y el jazz?

Vale. Pero con condiciones.

La primera, para que esto no se nos vaya de las manos, es que solo hablemos de películas en las que el jazz es protagonista de la historia o la trama. Así, no vale meter películas cuya banda sonora sea jazzística, pero no así el argumento de la misma, aunque nos dejemos en el tintero títulos esenciales como “Ascensor para el cadalso” o “Anatomía de un asesinato”.

 Cine con Swing Davis

La segunda: que cerremos un número asumible de películas sobre las que trabajar. Por ejemplo, veinticinco.

La tercera condición es ir compartiendo el proyecto on line, a través del Blog y de las Redes Sociales, para que la gente interesada lo pueda ir leyendo despacio y, además, para que nos aporten su conocimiento y sabiduría, de forma que se vaya enriqueciendo el proyecto.

Y es que, con la crisis, el jazz está más vivo que nunca. En Granada tenemos la activa y dinámica Asociación Ool Ya Koo, que nos está trayendo a lo mejor del jazz andaluz. Y por doquier surgen clubes, combos, conciertos y actuaciones.

 Cine con Swing Ool Ya Koo

Es, pues, el momento de aportar nuestro granito de arena al fortalecimiento del jazz, a su difusión, popularización y conocimiento.

Por eso, más condiciones. La cuarta: hablar de las películas y, dándole la misma importancia, de las bandas sonoras. De la música que suena en las mismas. De forma que la historia filmada vaya de la mano de la historia musicada.

Más condiciones: entremezclar el análisis técnico con el factor humano y entreverar lo fílmico y musical con lo histórico, lo artístico y lo anecdótico. Si habéis leído “Café-Bar Cinema” y “Cineasta Blanco, Corazón Negro” ya sabéis a qué estilo nos referimos. Y si no los habéis leído… ¿a qué esperáis? 😉 Esta era la quinta condición.

Y todavía hay una sexta: avisar con tiempo de qué película vamos a hablar para que los seguidores de “Cine con swing” tengan la oportunidad de verla antes de meternos a destripar sus entretelas.

 Cine con Swing Round Midnight

Porque, y esta es la séptima condición, vamos a dedicar un mes a cada una de las películas. ¿Te parece un plazo razonable?

¿Películas? ¿Sólo? No. Porque la condición número ocho para enfrentar este proyecto es que también hablemos de una serie de televisión tan extraordinaria como “Treme”.

Y ya que hemos llegado a completar ocho condiciones, tratemos de cerrar el círculo con dos deseos, dos esperanzas, dos anhelos.

Primero (o noveno, según se mire): tratar de trascender los visionados individuales y, si tenemos apoyo, eco y repercusión; organizar Visiones en Conjunto, colectivas y compartidas, de algunas de las veinticinco películas seleccionadas para “Cine con Swing”. Por no hablar de la posibilidad de organizar conciertos temáticos con alguna de la música que suena en las películas.

 Cine con Swing Treme

Y, por último, pero no menos importante: conseguir completar un trabajo lo suficientemente  atractivo y bien rematado como para que, allá por el 2015 o 2016, podamos estar brindando por la publicación de un nuevo libro. ¡Ése sería el 10!

¿Qué les parece? Porque ya estamos trabajando en ello.

¡Va por ustedes!

¡Salud!

Cid & Lens.

Hashtag en Twitter & Facebook: #cineconswing

Las películas y los enlaces con los textos escritos por Cid & Lens:

Round Midnight

Paris Blues

Los fabulosos Baker Boys

The Cotton Club

 

Día Internacional del Jazz: Cannonball Adderley Sextet y “Jive Samba”

¿Qué sorpresa nos trae hoy Juan Manuel Cid, para disfrutar en esta noche de jueves primaveral? Ya sabéis que, tras el vídeo, viene la explicación. ¡No se puede quejar, el Día Internacional del Jazz, de la semana tan intensa que le estamos dedicando!

Julian Edwin “Cannonball” Adderley, inmenso saxo alto, no hay más que ver en este video esa pareja de “gigantes” formada por él y Yusef Lateef allá por el año 1963. Bromas aparte, no sé si han existido muchas formaciones que tengan la calidad de ésta en la historia del jazz. ¡Haberlas hailas! sí, pero esta formación tenía algo especial: un líder con personalidad, un fiel escudero, su hermano el cornetista Nat Adderley, un pianista excelente, Joe Zawinul en este caso, y siempre, siempre, una gran sección rítmica, aquí tenemos a Sam Jones, al bajo, y a Louis Hayes a la batería. Finalmente, y no menos importante, este video lo delata, hay muy buen rollo en esta formación.

“Jive Samba” (el jive era un baile de los años 40 en EE.UU.) fue uno de los hits de la banda y fue compuesta por Nat Adderley. Es una suerte “bossa nova” tocada con ritmo frenético y dónde todos los miembros del grupo, como corresponde, tienen su intervención estelar. Merece la pena seguir los “solos” que se marcan todos y cada uno de los miembros del sexteto.

Recomiendo encarecidamente escuchar la interpretación de este tema en el disco “Dizzy’s Business”, grabado en 1963 con la misma formación.

Por cierto, ¿alguien reconoce a Joe Zawinul, enfrascado en ese traje de chaqueta y corbata, con algo más de pelo?

¡A disfrutar!

Juanma, sí que hemos disfrutado. Como con los temas anteriores, que podéis seguir desde aquí.

Nos queda un día. Un día más para escuchar… y pensar en qué votar. ¡Difícil decisión!

Jesús jazzista Lens

Veamos ahora, otros 26 de abril, qué teníamos en el tintero… 2008, 2009, 2010 y 2011.

Día Internacional del Jazz: Mal Waldron y Jeanne Lee

Aquí tenemos el tema de hoy. ¡Qué maravilla! ¡Qué voz!, nos dice Juanma.

En homenaje a Chema García Martínez, crítico de jazz y mejor bloguero

Mal Waldron y Jeanne Lee. ¡Menuda pareja! Detrás del vídeo, Juan Manuel Cid nos cuenta sus razones para haberlo elegido.

En un chat reciente con Chema García Martínez, y a propósito de un vídeo que había colgado en su blog del gran pianista Mal Waldron («All Alone»), me decía que ambos son «dos héroes sin corona de la historia del jazz». Estamos de acuerdo.

Transitar por los caminos menos «ortodoxos» del jazz suele tener sus consecuencias.

Jeanne Lee poseía una voz personal, grave y profunda, acostumbrada a interpretar en formatos de dúo: Ran Blake, Gunther Hampel o Mal Waldron, por citar sólo a algunos de sus acompañantes. Con Waldron tiene un disco más que recomendable: «After Hours» (1994).

Waldron es simplemente uno de los grandes pianistas que ha tenido el jazz. No hay que olvidar que éste ya había sido pianista y arreglista de Billie Holiday, así que ya sabía algo de acompañar a una voz femenina cuando se une a la Lee en los años 90. El tema de nuestro corte de hoy, «The Seagulls of Kristiansund», aparece en el disco homónimo de 1989.

No me resisto a pasar lista a la formación que acompaña a Waldron en este disco: sus fieles escuderos de la base rítmica, Reggie Workman (bajo) y Ed Blackwell (batería); y una sección de vientos de ensueño, Woody Shaw (trompeta) y Charlie Rouse (saxo tenor).

Nos quedan dos temas. La elección se va poniendo difícil, ¿no? Desde AQUÍ, los anteriores temas a concurso.

Y tanto que sí, Juanma, y tanto que sí.

Jesús jazzista Lens

¿Y los anteriores 25 de abril? 2008, 2009, 2010 y 2011