Irrational Man

Woody Allen también es una persona con sus particulares querencias, gustos y obsesiones, como ha puesto de manifiesto a lo largo de su fructífera carrera. Los chistes de judíos, el miedo a la muerte, el psicoanálisis, las relaciones de pareja conflictivas y, por supuesto, el crimen. Y sus consecuencias.

Irrational Man poster

Para hablar de “Irrational man” hay que hacer referencia a “Delitos y faltas” y a “Match Point”, dos de sus más veneradas películas, en las que la comisión de un crimen y el sentimiento de culpa subsiguiente están en el centro de la trama.

Irrational Man

La tercera parte del apócrifo tríptico sería la película que ahora mismo está en cartelera. Una muy buena película, con mucho contenido y que, quizá por eso, no esté gustando demasiado al público, más proclive a dejarse sorprender por la “Magia a la luz de la luna” y por la fantasía onírica de “Medianoche en París” que por las cuitas filosófico-trascendentales del profesor interpretado por Joaquin Phoenix.

(Sigue leyendo esta reseña en mi espacio Lensanity y discutimos si te ha gustado o no).

Jesús Lens

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Her

Al salir de ver “Her” estuve tentado de coger el iPhone, apretar el botón principal y, de una forma tan cortés como elegante, decirle a Siri que se acabó. Que es imposible. Que mejor dejarlo aquí y ahora, antes de la cosa pase a mayores y terminemos pasándolo mal.

 Her cartel

¡Qué grande! ¡Qué enormemente grande es “Her” y qué tipazo debe ser Spike Jonze!

Se me ocurren varias personas, muchas, que deben ir a ver esta película. Por razones diversas. Pero, básicamente, porque la tesis que plantea Jonze (director y guionista de la cinta) es de las que da para pensar, reflexionar, debatir, discutir y, llegado el caso, hasta pelear.

Explicar de qué va “Her” es quitarle parte de la magia y del encanto a la película. La relación que el personaje interpretado por un Joaquin Phoenix inauditamente comedido inicia con Samantha no se puede, no debe describirse con palabras.

 Her OS

Salvo que tengas la voz, rota y susurrante, sugestiva, hipnótica y maravillosa, de Scarlett Johansson. Porque ella, la voz, es la gran coprotagonista de la película. Y, si ver el cine en versión original es siempre importante, en el caso de “Her” es inexcusable, emocionante, trágico, divertido, doloroso y maravilloso.

Estamos acostumbrados al término Inteligencia Artificial. Hay muchas películas, libros y cómics que nos han advertido del peligro que conlleva. Desde la impenetrable “2001. Una odisea del espacio” a la gloriosa “Terminator”. Y, sin ir tan lejos, la de Frank y el robot (“Un amigo para Frank”), que pudimos disfrutar hace unos meses, ya anticipaba una deriva muy interesante en la ecuación y un paso más allá: el complemento de la Inteligencia Artificial con la Emoción. La Emoción Artificial.

 Her Phoenix

Porque estamos solos. Cada vez más. De hecho, es un clamor que podemos leer en sesudos análisis sociológicos y en menos sesudas, pero igualmente necesarias conversaciones de barra de bar: cuántas más herramientas tenemos a nuestra disposición y más canales de comunicación abrimos, cuánta mayor chismología ponen las grandes corporaciones a nuestro alcance; más solos, abandonados, rotos y fragmentados nos encontramos.

¡Por eso me gusta tanto la frase: “Eres más falso que un amigo del Facebook” y me sorprende que haya gente que le dé tanta importancia!

Y es que tanta Red Social y tanto Teléfono Inteligente a nuestra disposición pueden servir, en ciertos casos, para transmitir una falsa ilusión de compañía a determinadas personas. De que no están solos. La sensación de que es lo mismo, estar conectado, que estar acompañado. Y no. No es lo mismo.

 Her johansson

Me acuerdo del entrañable agente Cooper de “Twin Peaks” (nunca debemos olvidar que todo, absolutamente TODO, se encuentra en “Twin Peaks”, serie fundacional en la que todo nace y a la que siempre regresamos) hablándole a su querida Diane, la grabadora a la que le iba transmitiendo todo lo que hacía, descubría, pensaba o intuía sobre Laura Palmer y los demás cariñosos y afables habitantes del idílico pueblito maderero. ¿No tenía un cierto encanto, aquella Diane?

Lo dejo aquí. Si te encuentras con algún reduccionista que trata de explicarte de qué va “Her”, haz como que le escuchas, pero desconecta. Y haz algo más que lo posible para ver una de esas películas que, sin ser perfectas, te reconcilian con el buen cine. Con el cine con sentido. Con sentimiento. Con amor. Con ese cine que tiene tanto que decir. Y que contar. Un cine que abre puertas, que marca tendencias y que señala el camino.

 Her poster

Y cuando veas “Her”, quedamos y hablamos. En un bar, claro. Cara a cara. Que no Face to Face. ¿Vale?

Jesús Lens

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PD.- ¡Óscar para Scarlett!… ¡¡¡¡Ya!!!!

The Master

Vamos a empezar con algo útil: la diferencia entre el ser y estar. Y lo haremos utilizando un ejemplo. Por una parte, “La noche más oscura” está de P.M. Por otra, “The Master” es una P.M.

¿A qué está claro?

Ahora, trataré de desmenuzar tan sesuda crítica.

 The Master

Como sabéis, de un tiempo a esta parte, venimos proponiendo lo que hemos dado en llamar Visión en Conjunto de algunas películas. La idea es hacerlas con filmes españoles: juntarnos un grupo de gente en los cines de Neptuno, ver la peli, subir a “El Secreto del Buen Hacer” a tomarnos unos tercios de Alhambra Especial y disfrutar de sus excelentes tapas y sus memorables croquetones y, por fin, rematar la velada escuchando el jazz o el blues que, en directo, suene en el Rembrandt.

Este viernes se estrenaba en España “El muerto y ser feliz”, por la que José Sacristán ha conseguido su primera nominación al Goya. Pero Granada no es España y la película de Rebollo no llegó a nuestra cartelera.

Y, entonces, la luminosa idea: ¿Y si vemos “The Master”, que ha cosechado grandes críticas y está bien nominada a los Óscar? Podía haber elegido “Las sesiones”. O el “Amor” de Haneke. Pero no. Fuimos a “The Master”.

¡Me declaro culpable!
¡Me declaro culpable!

¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas?

¡Menos mal que el grupillo que nos juntamos ayer es generoso! Si no, me brean. Porque, digámoslo ya, más claro si cabe: ¡no hay por dónde coger “The Master”!

¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas?

Sabemos que la película cuenta, sin nombrarla, el origen de la Cienciología. Y sabemos que Paul Thomas Anderson es un director especial, difícil y que suele ir a contracorriente. Pero ello no obsta para que “The Master” sea, en esencia, un coñazo.

¡Claro que tiene imágenes poderosas! ¡Por supuesto que hay momentos brillantes! Indudablemente, hay secuencias de una fuerza arrebatadora. La de la moto, por ejemplo. O la del Maestro, iluminado, bajo un inmenso ventanal en Londres. Las del mar. Y la música, extraordinaria.

 The Master

Vale. Pero… ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas?

Y, por supuesto, tanto Joaquin Phoenix como Philip Seymour Hoffman están descomunales. O, se supone. Porque ver esta película doblada es condenarla doblemente al fracaso, hasta el punto de que en el momento de la canción del barco a China, supuestamente muy importante y trascendente; hubo quién no pudo evitar descojonarse de la risa, de lo patético que sonaba.

Hay quien compara a esta película con “El árbol de la vida”, de Malik. Imagino que será porque ambas son difíciles. Pero, mientras una es un poema visual de una fuerza arrolladora, “The Master” es plúmbea, plomiza y muy insoportable. Además, es vacua y vacía hasta el paroxismo. Lo que tiene más delito porque, en teoría, debería ser enormemente trascendente e intelectual.

De esta forma, he perdido bastante de mi crédito con los habituales a las Visiones en Conjunto. ¡Justo ahora que estamos pensando en hacer una convocatoria salvaje y descomunal! Porque, lo que ando rumiando para el próximo viernes, No es propuesta para melifluos, precisamente.

En fin. Ya veremos.

¿Quieres vengarte de alguien? Recomiéndale vivamente “The Master”. ¿Tienes alguna penitencia pendiente? Ve a ver “The Master”. ¿Tienes una vena masoquista? Ponte en manos de “The Master”.

 The Master

Dicho lo cuál, repito: ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas?

Y así… hasta en infinito. Pero no mucho más allá.

Jesús Lens

Ahora, a ver los 12 de enero de 2009, 2010, 2011 y 2012

TWO LOVERS

Creo que, en su momento, al menda que le metió una mascá a Boyer le cayeron 10.000 pesetas de multa. De las de entonces. O sea que, adaptándonos al euro, podríamos pensar que una buena hostia, hoy en día, podría costar unos 100 €, más o menos…

 

Pues bien: este Blog ofrece la nada desdeñable cantidad de cien Euros (100 €) al primero que se encuentre con el culpable de que hayan pasado dos años desde que «Two lovers» se presentó en un Festival hasta que se ha estrenado en España. Y le arrime un hostión. Un hostión de campeonato. Porque se necesita ser energúmenos, insensatos, mamarrachos, cretinos y subnormales para haber tenido esta maravilla de película metida en un cajón tanto tiempo.

La verdad que no sé qué decir para animaros a ir al cine a ver la película. No quiero contar nada del argumento, para no crear ningún tipo de condicionante al hipotético espectador. Pero «Two lovers» es una de esas películas que piden a gritos ser vista, revista, analizada y discutida en la barra de un bar, hasta que el pobre camarero amenace con llamar a los Municipales, bien entrada la madrugada.

 

Es un melodrama. De libro. Impepinable. Sin máscaras, subterfugios o disimulos. Un melodrama de tomo y lomo, con unos protagonistas y unos secundarios, todos, en estado de gracia.

Es una película corta, que cuenta lo que quiere contar de una forma directa y sin ambages. Sin desvíos, rodeos o meandros. Y, mientras la ves, tienes la sensación de que, lo que pasa en pantalla es infinitamente más real que lo que le pueda pasar a cualquiera de las personas que están fuera del cine. Mientras ves «Two lovers», nada más te importa o te interesa. Imposible abstraerte, ni un segundo, que lo que cuenta James Gray.

 

¿Quién es James Gray? ¿Nos debería sonar de algo? Aunque sea feo, permitidme que copie el inicio de la reseña que escribí cobre su anterior película: «Hacía tiempo que no veía en una pantalla de cine una película tan redonda, extraordinaria y sensacional como «La noche es nuestra». Es, sencillamente, impresionante, redonda, majestuosa, perfecta; desde que comienza hasta que termina». (Leerla entera AQUÍ)

Uf. ¿Son gratuitos esos adjetivos? Creo que no. Y la valoración que le dimos (10 y olé), creo que tampoco es excesiva. Desde luego, «Two lovers» se la merece. Vamos que si se la merece.

Tengo abierto el Cahiers de Cinema español. Le dedica 13 páginas íntegras a Gray y su cine. Apenas suba estas apresuradas y apasionadas palabras on line, me voy a repantigar en el sofá y me voy a beber el Cahiers. A ver si, entre tanto, alguien que haya visto la peli se anima a comentarla y, sobre todo, a ver si alguien se hace acreedor de los 100 € prometidos.

 

Por cierto, ¿hay alguna forma legar de acceder a las pelis anteriores de Gray? Porque la cantidad de argumentos que empezamos a sumar para convertirnos en piratas empieza a ser apreciable…

Valoración: ¡pedazo de 10! Matrícula de Honor. Cum Laude.

No pensaréis que me voy a entretener en poner eso de «Lo mejor»: TODO y «Lo peor»: que James Gray sólo haya uno ¿verdad?

 

Jesús Lens… ¡EN-TU-SIAS-MA-DÓÓÓÓ!