El gran desafío por venir

Contrasta la alegría desatada entre las personas que viajaban en el Aquarius, cuando se acercaban al puerto de Valencia, con la zozobra que provoca el siguiente titular: “Salvamento Marítimo busca en el mar de Almería y Granada a 47 inmigrantes cuya patera se hundió”.

Un titular que recoge un teletipo de EFE, fechado el domingo 17 de junio a mediodía, justo a la hora en que los tres barcos del convoy Aquarius terminaban felizmente su periplo.

Desde que surgió la noticia del Aquarius, la información sobre la compleja cuestión de la emigración se ha polarizado entre quienes estábamos radicalmente a favor de acoger en España a las 629 personas que viajaban en el barco, sin dudas ni titubeos, y quienes han aprovechado la coyuntura para fomentar el miedo, la aporofobia y el racismo, hablando de Efecto llamada y otros topicazos por el estilo.

Cientos de periodistas han cubierto la odisea del Aquarius y los medios de comunicación le han dedicado todo el tiempo y el espacio que requería una de esas situaciones que nos sirven para definirnos a nosotros mismos y para conocer un poco más y mejor a quienes nos rodean.

La llegada de cerca de mil personas provenientes del África subsahariana a las costas andaluzas, a lo largo del fin de semana, también ha sido cubierta por los medios de comunicación, pero no ha tenido, ni de lejos, el mismo impacto que todo lo referente al Aquarius.

El problema que conlleva la enorme atención mediática a puntuales momentos simbólicos de lacerantes y dolorosas situaciones que se prolongan en el tiempo es que, una vez finalizado el momento en cuestión, los focos se apagan, el interés decae y la conversación languidece… mientras que el problema dista mucho de estar siquiera en vías de solución.

Foto/Miguel Paquet

Lo escribía ayer domingo Jerónimo Páez en un imprescindible y argumentado artículo: con los índices de natalidad de buena parte de los países africanos, sus niveles de pobreza y los estragos provocados por el cambio climático, o empezamos a trabajar de inmediato y a escala multinacional en un decidido Plan Marshall para que África genere actividad económica y empresarial, desarrollo y riqueza; o Europa no podrá asimilar la presión migratoria de los próximos años, por muy envejecida que esté nuestra población y lo muy necesitada de sangre joven que se encuentra nuestra sociedad.

Jesús Lens

Turbulencias y (negros) presagios

Así comienza el sensato, clarividente, necesario e imprescindible artículo que el abogado y editor Jerónimo Páez publica en las páginas de opinión de El País:

En las últimas décadas una oleada de fanatismo, intolerancia e irracionalidad se está apoderando de numerosos sectores de población en algunos países, hasta el extremo de amenazar la convivencia entre distintas comunidades y, en algunos casos, poner en peligro la paz mundial. Se presenta embutida en un ropaje ideológico que se pretende progresista y enraizado en las más puras esencias de cada pueblo. En el fondo, son variantes de un mismo fenómeno: “nacionalismos integristas”, reaccionarios y excluyentes, ya sean de índole religiosa, étnica, cultural o identitaria.

No son, como a primera vista podría pensarse, exclusivos del mundo musulmán. Se dan también en muchas otras naciones que creíamos vacunadas de esta enfermedad. Es un fenómeno que está desvirtuando la naturaleza de estas sociedades y destruyendo los valores que cimentaban la convivencia entre comunidades que antaño vivían en relativa armonía. No son movimientos espontáneos. Durante años han sido apoyados, atizados y subvencionados por partidos políticos, Gobiernos y por determinados grupos y lobbies con mezquinos intereses.

Aquí puedes seguir leyendo «Un futuro de turbulencias y negros presagios», uno de esos serenos y reflexivos artículos ante los que solo cabe decir: ¡Amén! Y no porque nos guste el panorama que pinta, precisamente.

Jesús Lens

OBAMA ¿EL PRESIDENTE DEL SIGLO XXI?

Obama aspira a ser el Presidente del siglo XXI. Hablamos de ello hace unas semanas, comentando el tema de la soledad del líder. De momento, ha cumplido con el primero de los requisitos: convertir su imagen en la de un tipo popular, cercano y afable. De hecho ¿no tenéis la sensación de que un día cualquiera pueden llamar a tu puerta y, al abrir, puedes darte de bruces con el Barck Hussein, con total naturalidad, armado con una pizza y unas birras, dispuesto a ver en la tele un partido de baloncesto contigo?

 

Sí.

 

Obama está llamado a ser el Presidente del siglo XXI. Y para saber cómo ha llegado aquí y cómo se ha labrado esa imagen tan cálida y asequible, no dejen de leer el ilustrativo artículo que José Manuel Navarro Llena publica hoy en IDEAL sobre el tema.

 

Y, sin embargo, si Obama quiere pasar a la historia, su gran reto no será tanto salvar al Capitalismo del colapso en que supuestamente se encuentra (ya se salvará solito, que buenas muestras de sus habilidades para la supervivencia ha dado a lo largo de la historia) cuanto resolver el conflicto de Oriente Medio, si tal es posible.

 

Se lo decía hoy a Jerónimo Páez, después de leer el lúcido, recomendable, valiente y comprometido artículo que publica hoy en El País. Si Obama quiere responder a las expectativas creadas en torno a su mesiánica figura, el reto lo tiene en Irán, Siria, Líbano, Palestina e Israel.

 

¿Estará a la altura?

 

El tiempo lo dirá.

 

Jesús Lens.

OTRA GRANADA

La primera columna del año, en IDEAL. A ver qué les parece.

 

Kandor Graphics. ¿Les suena? ¿Y Almed? Quizá no. Pero si hablamos de una película como «El lince perdido», que ojalá esté batiendo récords de taquilla, y de un libro titulado «Los sueños de mi padre», autobiografía de Barack Obama, seguramente sí sea más fácil ubicarnos. ¿Y qué tiene que ver Obama con el lince de Banderas? Pues que ambos proyectos, uno editorial y el otro cinematográfico, están radicados en Granada. Y que ambos tienen proyección internacional, habiendo encontrado eco y cobertura en los medios de comunicación de todo el país.

 

Dejando aparte la cuestión turística y monumental, no es fácil que nuestra tierra suene más allá de nuestras fronteras. Salvo por noticias chuscas o desastrosas, quiero decir, que todo es posible en Granada. Por eso es muy de destacar la labor que, entre lo cultural y lo empresarial, desarrollan personas como Jerónimo Páez, predicadores con el ejemplo, que hacen cosas y van más allá de las meras proclamas, filípicas o declaraciones de intenciones.

 

La editorial Almed es modélica, habiendo publicado libros exquisitos y de una factura formal admirable. Si pasan por una librería, deléitense pasando los dedos por las hermosas ediciones de los títulos dedicados a la historia de Constantinopla, Florencia o de esas tres puertas del Mediterráneo que cuenta Daniel Rondeau. Pero, además, tenemos la suerte de poder disfrutar de libros necesarios y esenciales para comprender el mundo de hoy, de «Los Vulcanos. El gabinete de guerra de Bush» a la referida autobiografía de Obama o los interesantísimos «Marruecos en transición» o «Islam y libertad».

 

Como envidiable es lo que han hecho Manuel Sicilia y Raúl García con «El lince perdido», nominada a los Goya como «Mejor película de animación» y producida por Kandor Graphics, una empresa a caballo entre Granada y Los Ángeles con un currículum envidiable, un portfolio que quita el hipo y una lista de clientes que acredita a los Kandor como unos auténticos cracks: formados en Pixar, han puesto su talento al servicio de ideas y propuestas que, basadas en nuestro imaginario más cercano, están llamadas a trascender fronteras.

 

Qué alegría comprobar que tenemos en Granada a personas que, interesadas por la cultura, están fuera de las vendettas de los vates locales, habiendo sido capaces de poner en marcha proyectos empresariales que apuestan por una radical independencia de contenidos, logrando éxito y reconocimiento más allá de los asfixiantes límites de nuestro entorno.

 

Ejemplos de que otra Granada es posible. Una Granada que, sin titubeos, pelea con las grandes multinacionales de la edición y la producción cinematográfica, poniendo el talento de personalidades de todo el mundo al servicio de proyectos empresariales de aspiración global, pero con inequívoco acento local. Una Granada globalizada, moderna, sin complejos, con las miras fijadas en los cuatro puntos cardinales del planeta.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.