Ánima

Hace ya cerca de un mes que terminé de leer “Ánima”, recién publicada por la editorial Destino, pero aún no había sido capaz de escribir una palabra sobre ella. Eso sí: me ha mantenido muy activo en otro orden de cosas.

 Ánima

Por ejemplo, la impactante y escalofriante novela de Wajdi Mouawad me llevó a terminar de decidirme por ir al Centro José Guerrero, a ver la exposición de William Christenberry que reseñé en este artículo publicado en IDEAL.

Además, quiso la casualidad que leyera el libro mientras veía, cada semana, los capítulos de “True Detective”, en (casi) riguroso directo. Y es que la ya mítica serie de Nic Pizzolatto comparte con “Ánima” espacios, tono, aroma y fotografía.

Porque “Ánima” es un libro de huele. Y que duele. Que te deja las manos manchadas con el barro de los pantanos de Louisiana. Y que abrasa. Como ese Alburquerque, en Nuevo México, que hemos transitado gracias a Walter White y “Breaking Bad” y que también aparece en el libro de Mouawad.

 Anima Wajdi Mouawad

¿Puede ser casualidad?

No lo creo.

En Estados Unidos hay una zona con poblaciones cuyos nombres tienen resonancias míticas. La más conocida, posiblemente, sea Memphis. Pero hay otras muchas, desde Nueva Jerusalén a Tebas, pasando por Cairo y otras terminadas en el sufijo –polis, de origen griego. Y, por tanto, trágico. Ciudades bañadas por las lodosas aguas de ese río Misisisipi que todos los lectores de Mark Twain llevamos impreso en nuestro inconsciente lector. Y que quizá no sea como nos habían contado.

Vivir en ese tipo de ciudades debe imprimir carácter a algunos de sus habitantes. También los hemos conocido, sobre todo, gracias al cine. La White Trash. Los Rednecks. Los protagonistas secundarios de “Deliverance” o de “La presa”, sin ir más lejos. Gente violenta y racista que considera que, efectivamente, el perro es el mejor amigo del hombre. Siempre que se trate, como mínimo, de un Pit Bull. Y salvaje, además.

 Ánima recomendación

La novela de Mouawad comienza, precisamente, con la salvaje agresión a una mujer. Embarazada. Tan salvaje que solo imaginártela te obliga a cerrar y apretar los ojos. Para no ver. Para tratar de no sentir. El marido de la víctima de la agresión, devastado y aniquilado como ser humano, emprende la búsqueda del culpable. No tanto para cobrarse venganza cuanto para entender. Para mirar a los ojos del verdugo de su esposa y tratar de atisbar lo que se esconde ahí detrás.

Arranca a partir de ahí un western contemporáneo, más decadente que crepuscular, cuya estructura formal es un tour de force para el autor y un reto para el lector: cada capítulo -y los capítulos son cortos- está narrado desde el punto de vista de un animal que, por haces del destino, presencia lo que acontece. Y hasta lo juzga, a veces. Desde su óptica animal, muchas veces más clara que la humana.

 Ánima

Perros, pájaros, arañas, moscas, gatos, hormigas, gusanos, ratas o serpientes irán haciendo avanzar la búsqueda Wahhch Dech, el protagonista de la historia. Wahhch. ¡Vaya nombrecito! ¿Quién es este Dech? Porque esa es la otra gran pregunta de un libro que tiene tanto de descubrimiento interior como de viaje hacia el horror. El horror y la abyección más totales y absolutos. ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? Porque el hacia dónde vamos, nuestro fatum, vendrá marcado por esas dos primeras preguntas primigenias.

No. Yo no te voy a recomendar que leas “Ánima”. No quiero tener ese peso sobre mi conciencia. Pero sí te puedo asegurar que, si la lees, no podrás olvidarla. Jamás. Y no. No creo que se vaya a hacer una película sobre “Ánima”.

¿O sí?

Quizá una miniserie.

 Ánima publi

Porque… ¿has reparado en el nombre del autor de la novela? Wajdi Mouawad. ¿No te dice nada? Pues mala suerte. Porque Wajdi Mouawad está detrás de la que fue, posiblemente, la película más impresionante de todo el año 2010.

 Ánima Wajdi Mouawad

Y ahí lo dejo.

De momento.

Jesús Lens

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Prisioneros

A ver. Que quede claro. “Prisioneros” no es una película de Hugh Jackman. Es una película de Denis Villeneuve, protagonizada por el susodicho Jackman y por Jake Gyllenhaal, Viola Davis y Maria Bello en sus roles principales.

 Prisioneros poster

¿Por qué digo esto?

Porque hay espectadores que entran a ver “Prisioneros”, que es una joya y una película prodigiosa, una de las mejores del año, sin duda; pensando que va a ser un filme de acción y aventuras protagonizada por el oficialmente Hombre Más Sexy del Mundo. Y cuando se enfrentan a los 146 tensos e intensos minutos de un drama con trasfondo de thriller pueden sentirse sobrepasados. Máxime porque Hugh luce durante toda la película con el ceño fruncido y el rostro tapizado por una espesa barba.

Dicho lo cual, volvamos al primer párrafo. Y a un nombre: Denis Villeneuve. ¿Quién es Denis Villeneuve? ¿De dónde ha salido este tipo y cómo es que Hollywood lo ha puesto al frente de un proyecto tan potente como “Prisioneros”?

La respuesta es una palabra. Una sola palabra: “Incendies”.

¿Cómo? ¿Qué no sabes de lo que hablo? Pues, en ese caso, tienes una laguna cinéfila del tamaño del Lago Titicaca y ya estás tardando en llenarla. Porque “Incendies” es una de las películas mejor diseñadas y rematadas de los últimos años.

Así, no es de extrañar que “Prisioneros” sea tan buena. Una película que parte de una trágica situación clásica: la desaparición de dos niñas pequeñas, mientras juegan, en uno de esos lugares aparentemente tranquilos e inocuos de la América trabajadora en la que la gente, religiosa y honrada, vive en grandes casas de madera, viste con camisas de cuadros y disfruta comiendo asado y tarta de manzana con sus vecinos.

 Prisioneros jackman bello

¿Quién se ha llevado a las niñas? Comienza la caza del hombre. Porque, desde el principio, hay un sospechoso. Y el padre de una de las niñas, interpretado por Jackman, presiona al policía encargado del caso, un impecable Jake Gyllenhaal, para que le saque la verdad. La verdad… de dónde está su hija.

Y por ahí va la tensión de la película, en la contradicción entre la (des)confianza en las instituciones y ese individualismo a ultranza que tan del gusto norteamericano resulta. Y en la obsesión por descubrir la verdad. Como método para encontrar a las niñas. O no.

El guion, prodigioso y cadencioso, avanza al ritmo preciso para mostrar todas las aristas y las contradicciones de una situación que lleva hasta el límite la capacidad de aguante de todo ser humano, sea padre, policía o sospechoso. Una fotografía oscura y tenebrosa. Un diseño de producción impecable (la lluvia, el frío, el bosque, el vecindario, la carretera, las casas, etcétera). Unos actores en estado de gracia. Un montaje perfecto que, sin trampas, conduce al espectador hasta un final que… bueno. Un final del que no se puede (ni se debe) decir una palabra.

 Prisioneros actores

Si te gustan las películas fáciles, no vayas a ver “Prisioneros”. Si te gustan las narraciones sencillitas, las tramas mascadas, los personajes previsibles y los guiones simplones; no vayas a ver “Prisioneros”. Si te gustan los actores guapos que lucen palmito en pantalla, en plan guay y enrollado; no vayas a ver “Prisioneros”.

Ahora bien: si quieres ver una de las grandes películas del año, una de esas películas que dejan huella; no dejes de ir a ver “Prisioneros”.

 Prisioneros cartel

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens