2031; horizonte cercano

Cuando les digo a mis amigos que el pasado lunes participé en un debate sobre Granada como capital europea de la cultura, se les ponen las orejillas tiesas, mirándome con interés. Cuando puntualizo que la fecha señalada es el 2031, enarcan las cejas mientras asoma en su boca un rictus entre lo cómico y lo despreciativo.

Cuesta trabajo, en una ciudad como Granada, pensar en el 2031: si no sabemos dónde estaremos mañana, ¿cómo nos vamos a preocupar de una fecha tan lejana como incierta? Es cierto que el 2031 suena a ciencia ficción, a secuela de Blade Runner. Pero también nos parecían inalcanzables el año 2000 o la odisea espacial del 2001, cuando éramos pequeños, y ya estamos enfilando el final del 2017.

 

Declarar que el 2031 está a la vuelta de la esquina nos permite jugar con la elasticidad del concepto espacio/tiempo y con una teoría de la relatividad que, en Granada, es más relativa que en ningún sitio.

Utilizaré la carta y el presupuesto como ejemplos de dicha relatividad. Del presupuesto seguro que han oído ustedes hablar, dado que va camino de prorrogarse por tercer año consecutivo. Al presupuesto del ayuntamiento de Granada, me refiero. Que aquí cambian el partido en el gobierno, el alcalde, los concejales, los máximos responsables de las áreas de gestión municipales… pero no hay tripas de aprobar un presupuesto diferente al del gobierno de Torres Hurtado.

 

Esto, se lo tratas de explicar a alguien de fuera, y no lo entiende. Pero en Granada sí. En Granada es lógico y normal que los concejales de los diferentes partidos no hayan sido capaces de consensuar un nuevo presupuesto adaptado a los tiempos y a las circunstancias.

 

Y ahí es donde entra la carta como prueba. Porque Pablo Rodríguez nos sorprendía con la noticia (leer AQUÍ) de que los grupos municipales van a emplear dos meses en redactar el texto de la carta que el consistorio enviará a otros ayuntamientos de España, recabando su apoyo a nuestra capitalidad cultural del 2031. Dos meses para redactar una carta, entre el borrador original y las diferentes enmiendas, tachaduras y modificaciones que los unos y los otros consideran oportunas, pertinentes y necesarias.

Es entonces cuando todo cobra sentido: si se necesitan dos meses para consensuar una carta, ¿no van a hacer falta cuatro años, al menos, para cuadrar todo un presupuesto?

 

Jesús Lens

La Granada varada

Hubiera sido una maravillosa metáfora, lo de los problemas técnicos en el avión de Madrid que dejaron varado a Pedro Sánchez, si no fuera porque es una vergüenza.

 

El mensaje de @sanchezcastejon en Twitter rezaba lo siguiente: “Problemas técnicos en el avión a #Granada me obligan a suspender mi visita a la UGR y mi encuentro con representantes de la cultura. Disculpas, nos vemos muy pronto”.

“¡O no!”, daban ganas de responderle, después de agradecerle que le pusiera el hashtag a nuestra ciudad, de forma que todos los internautas que busquen #Granada  en Twitter, descubran lo jodidamente complicado que sigue siendo venir a la capital nazarí.

 

¡Qué maravillosa ironía, que el líder del PSOE, uno de los partidos que tan poco han hecho por dotar a Granada de unas infraestructuras de transporte dignas, no pueda acudir a su cita con nuestra ciudad por culpa del lamentable aislamiento al que estamos sometidos, desde tiempos inmemoriales!

Eso es lo que hay, Pedro. Que encuentras fecha para venir a Granada, montas una potente agenda institucional en la ciudad, comprometes a la rectora de la UGR y a todo su equipo para antes de comer y citas para la sobremesa a un puñado de “representantes de la cultura” y luego, unos “problemas técnicos en el avión” dan al traste con la jornada, dada la poca frecuencia de vuelos entre Madrid y Granada y el bochorno de que no tengamos tren desde hace casi mil días.

 

Esto es lo que hay, Pedro, en el día a día económico, empresarial e institucional de una ciudad convertida en una ratonera y a la que cuesta un trabajo infinito -y una pasta gansa- traer a cualquier persona de fuera. Aunque sea de Madrid.

 

Los problemas técnicos de ayer no son más que una diminuta muestra de los problemas recurrentes que atenazan a Andalucía Oriental, colaborando al secular retraso de nuestra tierra, y que distan mucho de estar siquiera en vía de solución. Una muestra diminuta, pero muy ilustrativa.

Ya es mala suerte para el socialismo granadino que la abortada visita de Pedro Sánchez sirva para sacarles los colores a los representantes políticos de una Granada olvidada, ninguneada y despreciada. Esperemos que Susana Díaz tenga más suerte que Pedro Sánchez en su visita de la semana que viene y la circunvalación no sufra otro de sus habituales y recurrentes atascos matutinos.

 

Jesús Lens