Cúmulo de disparates

Feo. Muy feo. Feísimo, lo de Íñigo de la Serna con el alcalde de Granada. Y, por extensión, con los técnicos del Ayuntamiento que trabajaron en una propuesta de soterramiento del AVE calificada por el ministro de Fomento como “cúmulo de disparates técnicos y económicos que han sonrojado a la plantilla -del ministerio-”. (Lean AQUí la entrevista de marras) .

¡Love is in the air, clarísimamente! Que Francisco Cuenca no ha tardado en responder airadamente al ministro, como no podía ser de otra manera. (Leer AQUí)

Más allá de las palabras referidas al sonrojo provocado por una propuesta claramente mal medida por parte de Francisco Cuenca y de la que se descolgó la propia rectora de la Universidad, Pilar Aranda, nada más tener conocimiento de ella; la entrevista de IDEAL a Íñigo de la Serna es un interesante ejemplo de una forma de comunicación que podríamos definir como “pasivo-agresiva”.

 

El ministro, como si fuera un Géminis en el que convivieran el poli bueno y el poli malo de las mejores tramas noir, lo mismo apela a la lealtad institucional y a la colaboración que critica los “numeritos políticos” del alcalde granadino. De la Serna, por un lado entiende la reivindicación de los vecinos de Granada, sin tren desde hace 900 días… a la vez que recuerda que todavía quedan muchas capitales españolas sin Alta Velocidad.

Con el tema de los plazos, igual. Por una parte, confirma que las obras terminarán en 2017, a la vez que no asegura para cuándo volverán los trenes a Granada, apelando a seguridad: “No va a ser el ministro el que le diga a la Agencia de Seguridad Ferroviaria cuándo tiene que dar por buenas las pruebas”. Eso, claro, nos recuerda al Metro Fantasma, que ya ha dado la vuelta al mundo varias veces, pero en pruebas y sin transportar a un solo pasajero.

 

Y luego está lo de la memoria selectiva, que el ministro no habla de por qué se contrataron las obras del tramo de Loja sobre una oferta claramente insuficiente, lo que ha motivado problemas, retrasos y encarecimientos sin fin. Una oferta tan baja y ridícula que, suponemos, sonrojaría a los técnicos del Ministerio que habían cuantificado esas obras… ¡en el doble de por lo que se contrataron!

Yo no sé ustedes, pero yo ya no me creo nada ni confío en los plazos ni en las promesas del señor ministro de Fomento.

 

Jesús Lens

AVE: Ser o no ser

Un día que comienza montándote en un autobús que sale de una estación de tren, cuando en tu bolsillo tienes un billete para el AVE, apunta a un cierto surrealismo, que aumenta cuando te acomodas en la parte de atrás del autocar, dispuesto a leer el periódico.

Ustedes deben saber que soy alto. Mucho. Aunque tampoco tanto. Sin embargo, embutirme en el espacio que los autobuses normales destinan a las piernas de un ser humano, es jodido. Muy jodido. Menos mal que el bus va medio vacío y puedo disponer de dos asientos.

 

Ahora, déjenme que les cuente una exclusiva: una asociación humanitaria (no diré cual), va a exigir a la Fiscalía que tome medidas contra el nuevo Youtuber gilipollas que ha metido pasta de dientes en galletas Oreo y se la ha dado a un mendigo con la chufla de que así se limpia los dientes.

Lo sé porque una mujer lo comenta por teléfono. Que no es que yo sea un fisgón o un cotilla. Que estoy a tres filas de distancia de ella. Pero habla tan alto por teléfono que la mitad del pasaje nos enteramos de su vida. Completa. De hecho, sé dónde va a pasar los próximos cinco días y qué fechas serían más adecuadas para que un caco diera un palo en su casa.

 

Un par de horas después, voy en el AVE. En el de verdad. Mi vecino trabaja silenciosamente con un portátil y un catálogo de viajes. Le llaman por teléfono. Pego el oído, a ver si pillo alguna otra información relevante o me entero de alguna oferta viajera que no pueda rechazar. Nada. Tarda 15 segundos en despachar a su interlocutor. «Te llamo cuando llegue a Madrid». ¡Cachis!

 

Suena otro teléfono. Su dueño lo silencia sin contestar. El vagón de clase turista, que va lleno, es una gozada. La gente conversa con naturalidad, sin gritos ni aspavientos. Quizá, que la megafonía nos haya recordado en Antequera que los andenes son lugares extraordinarios para contestar al móvil, tenga algo que ver.

¿Por qué salir o llegar a Granada tiene que ser un coñazo mientras que viajar por el resto de España, puede ser una agradable experiencia? Antequera, Córdoba, Madrid… ¡Ay, qué suerte tienen algunos y qué ¿cenizo? tenemos los pobres cateticos de Graná, ciudad tan bonica y colleja, menos mal…

 

Jesús Lens

Granada Sin

Ya hemos hablado de las playas granadinas, sin arena y repletas de pedruscos y escalones, convertidas en campos de minas e impracticables para personas mayores o de movilidad reducida. Playas que a duras penas se pueden denominar como tales, como señala Mercedes Navarrete en este reportaje.

Playas de piedra playa granada

Reflexionando sobre el tema, he llegado a la conclusión de que nuestras playas sin arena son una perfecta metáfora de una tierra que podría acuñar la marca “Granada Sin”, por la cantidad de Sines que empieza a acumular. El más actual: Sin el Legado de Lorca, por supuesto. Que las informaciones sobre su posible venta al Harry Ransom Center de Texas explicarían la urgencia de la BIC-Declaración y contribuyen a complicar aún más las cosas. Si cabe.

Otro ejemplo de una Granada Sin lo tuvimos hace un par de fines semana, cuando se abrieron al público dos flamantes estaciones de Metro, sin metro, por supuesto. Lo curioso de estas visitas es que concitan el interés de miles de granadinos a los que les gusta bichear por los intersticios más recónditos del Subte. Es lo bueno de un Metro que se presentó como proyecto en 1998 y cuyas obras arrancaron en 2007: han sido tantos años de excavadoras, túneles y discusiones sobre el soterramiento que, al final, aun sin verlo, le hemos tomado cariño.

Cruda Realidad metro

Y, por supuesto, está la Madre de todos los Sin. Sin AVE. Y digo más: sin trenes, volando o sin volar. ¡Eso sí que es un logro! Más de un año sin ferrocarril. Y lo que te rondaré. Y aquí no pasa nada. El día del aniversario, un poco de ruido. Nada más. Es que ni una fecha aproximada. Aunque luego se salten el plazo a la torera. ¡Un algo, por favor!

Además, estamos sin alcalde. Y sin gobierno. Y ya estamos sufriendo las consecuencias: parálisis, prórrogas, comisiones que no se celebran, órdenes del día que quedan completamente desordenados…

Torres Hurtado dimisión

Granada es, también una ciudad sin cine. Sin cine en versión original. Sin cine alternativo. Las salas comerciales lo obvian y al único Festival que nos daba un poco de oxígeno, Cines del Sur, lo han puesto en hibernación. En barbecho. En standby. Como si lo hubieran castigado al rincón de pensar.

Sí. Granada Sin. Un eslogan que, si pensamos en su traducción al inglés, resulta ser una condena. Sin. Pecado. Granada Sin. Pecaminosa. Abúlica y perezosa. Sin nervio. Sin tensión. Sin liderazgo.

Jesús Lens

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