Cervezas Alhambra nos invita a disfrutar del sabor de la experiencia

Probar diferentes variedades de Cervezas Alhambra, con los ojos tapados, es una inmersión en el placer del descubrimiento sensorial

Una cata a ciegas. De cerveza. Una experiencia sensorial que permite a los participantes disfrutar del olor y el sabor de diferentes modalidades de Cervezas Alhambra, poniendo en juego todos los sentidos para tratar de identificarlas. Menos el de la vista. Al menos, en primera instancia.

Foto de Ramón L. Pérez

Esa es la propuesta que hace Cervezas Alhambra, de cara al final del año. Concretamente, unas jornadas experienciales para impulsar la cultura cervecera en su centro de producción de la Carretera de Murcia, que tendrán lugar los días 27 y 28 de diciembre y que, una vez probadas, podemos decir que resultan de lo más estimulantes, divertidas y aleccionadoras.

La compañía ofrece un programa que comienza con una visita guiada a través de sus instalaciones, donde un maestro cervecero muestra los secretos de la elaboración de sus cervezas y las diferencias entre cada una de las distintas variedades de Cervezas Alhambra.

Es importante, de tanto en tanto, detenernos para mirar a nuestro alrededor y descubrir el origen y las raíces de lo que hacemos. A eso nos invita Cervezas Alhambra en estas jornadas. A conocer el proceso de fabricación de esas cervezas tan nuestras, tan especiales y que tanto nos gustan.

Impresionan los enormes recipientes de cobre en los que se realiza el proceso de cocción de la cerveza. Y resulta curioso y atractivo tener en la mano el lúpulo, olerlo y palparlo; y ver los diferentes colores del mosto a partir del que surgen las diferentes modalidades de cerveza.

Foto de Ramón L. Pérez

Tras esa primera parte de la experiencia sensorial, que nos lleva a conocer el origen del sabor tan especial de las Cervezas Alhambra, pasamos a disfrutar de la cata a ciegas, momento de poner en práctica lo aprendido durante la visita a las salas de cocción… y la experiencia atesorada en las barras de los bares de nuestro entorno.

Probamos tres cervezas diferentes. Con la primera, lo tengo claro. Es la Especial de toda la vida. Me resulta familiar y cercana. Con la segunda, dudo. Creo que es la Roja. Pero me desconcierta la tercera. No la identifico. ¿Será la Milno?

Pero no. Esa tercera cerveza -la segunda sí era la Roja, efectivamente- es una de las novísimas cervezas que integran la gama criada en barrica. En este caso, con aroma a Pedro Ximénez.

Muy interesante, la nueva iniciativa de Cervezas Alhambra, poniendo en el mercado las llamadas “Numeradas”. Se trata de una nueva gama de cervezas, recientemente presentadas, que han sido criadas en barricas que previamente han sido utilizadas en la elaboración diferentes tipos de vinos de Jerez: Amontillado, Palo Cortado y Pedro Ximénez.

De las dos primeras todavía no les puedo comentar, que no las he probado, pero la criada en barrica de Pedro Ximénez tiene toda la fuerza y el sabor de la mejor cerveza, con un toque afrutado que la hace muy, muy singular.

Foto: Ramón L. Pérez

Alfredo Dávila, Director del Centro de Producción de Mahou San Miguel en Granada, comenta el sentido de estas jornadas experienciales: “Estamos muy ilusionados de recibir a los ciudadanos en nuestro centro de producción y de mostrarles nuestra pasión y maestría en la elaboración de nuestras cervezas a través de una actividad inmersiva, educativa y divertida”.

Y, sobre las nuevas modalidades de Cervezas Alhambra y esta original forma de presentarlas, en una cata a ciegas: “Como compañía líder del sector, es nuestra responsabilidad contribuir a elevar la categoría y a que el consumidor valore un producto con enormes matices y posibilidades, especialmente, como gran aliada de la excelente gastronomía local”, añade.

El grupo Mahou San Miguel contribuye activamente al desarrollo económico y social de Granada. En este sentido, en 2017 la cervecera invirtió 2 millones de euros en sus instalaciones granadinas, un 67% más que el año anterior. De esta manera, la compañía reafirma su compromiso con este centro al que ha destinado un total de 10,6 millones de euros en la última década con el objetivo de asegurar su competitividad y sostenibilidad futuras, lo que resulta perceptible al hacer la visita guiada, tanto a las salas de cocción como a la embotelladora.

Además, fiel a su papel como dinamizador de la vida social de la provincia, el grupo Mahou San Miguel sigue colaborando, a lo largo del año, en diversas iniciativas relacionadas con la cultura y el ocio granadino, cuyo apoyo se incrementó un 14%, con respecto al 2016.

Destacan el patrocinio oficial del Granada CF, a través de Cervezas Alhambra, así como del Festival Internacional de Música y Danza, la Feria del Corpus o el festival multicultural Granada Noir; y la puesta en marca de actividades gastronómicas como el certamen “Bocados”.

Las catas a ciegas de Cervezas Alhambra permiten despedir el año con el mejor sabor de boca, disfrutando de una experiencia singular tan divertida como instructiva.

Jesús Lens

Bocados originales y especiados de India

Muglia, uno de los restaurantes pioneros en abrir la gastronomía granadina a otros sabores del mundo, nos invita a descubrir la India más sabrosa

El Punjab es un área del norte de India cuya toponimia tiene origen persa y significa Cinco Ríos. A comienzos de los años 90 del pasado siglo, un joven indio, amante de la historia antigua, viajaba por el mundo. En 1991 recaló en Granada, donde se enamoró de la Alhambra y del constante rumor del agua. Y tomó una decisión: quedarse en nuestra ciudad y abrir el primer restaurante de comida india en la historia de la capital nazarí.

Así nació Muglia, pionero y veterano restaurante en el noble e imprescindible arte de hacernos viajar por el mundo a través de los sabores, concentrando la esencia gustativa de la gastronomía india en su recién ampliado restaurante de Casillas del Prat, templo imprescindible para los amantes del curry… y de las más de veinte especias con las que el equipo de Mirza lleva casi tres décadas preparando la cocina tradicional de su pueblo.

Una cocina que comienza por el popularísimo, exquisito y casi venerado Pollo tikka masala, primera y obligatoria parada para adentrarse en el intenso mundo de aromas y sabores de la gastronomía india. Tal y como nos explica Mirza, “gusta a todo el mundo por su suavidad. Se trata de un plato preparado con una base de curry, anacardos, nata y frutos secos, que puede picar… o no. A gusto del comensal. Ideal para empezar a conocer nuestra cocina”.

No fueron fáciles los inicios de Muglia en Granada, que la gente era poco receptiva a tanto exotismo. Pero Mirza fue venciendo reticencias a través de una herramienta imprescindible: la palabra. Pasó muchos años hablando con los clientes, explicándoles los fundamentos de la gastronomía de su país, contándoles qué es el curry y aimándoles a probar exquisiteces como sus diferentes panes, que los hay rellenos de queso, de ajo o el sorprendente pan de coco, almendras y pasas.

“Con el paso de los años hemos fidelizado a una clientela granadina que se ha convertido en asidua a Muglia y, además, atraemos a mucho visitantes internacionales que, durante su paso por la ciudad, no dudan en ponerse en nuestras manos”.

Además del tikka masala, para hacerse una idea de los sabores de un país tan grande como el coloso asiático, es necesario probar otro clásico de Muglia: el Pollo al curry. Sobre todo porque lo preparan con un curry único en el mundo, una mezcla de especias que solo es posible degustar en Granada. Igualmente imprescindible es el Pollo korma, con almendra y leche de coco y, cambiando de carne, el cordero es otra de las joyas de la gastronomía asiática. Mirza nos recomienda dos variedades, el Puna y el Madrás, que combina el picante y las especias con el dulzor de la leche de coco.

Le preguntamos a Mirza a bocajarro: ¿Por qué, el picante? “India es un país muy caluroso y ya se sabe que el calor mata al calor”, dice entre carcajadas. Y no le falta razón. Porque la comida picante, refresca. Suena a paradoja, pero es así: al comer picante, sudamos. Y el sudor es el recurso que utiliza el cuerpo para refrigerarse. Por tanto, una vez pasado el primer impacto en papilas gustativas y paladar, la sensación térmica del cuerpo desciende y el comensal sentirá un reconfortante frescor.

Eso sí, por mucha agua o cerveza que se beba -en Muglia recomiendan la Cobra, original de India; y nuestra querida Alhambra- la sensación de picor no desaparece fácilmente. Mejor tomar un buen batido natural de la extensa carta del restaurante, como los de plátano o mango, por ejemplo. Y para los amantes del mundo vegetal, una recomendación especial: las sensacionales Espinacas con queso. Y el Arroz basmati, por supuesto, complemento obligatorio de cualquier comida india que se precie.

Nos dice Mirza que, en los últimos diez años, ha percibido una mayor cultura y curiosidad gastronómica en la sociedad granadina, más abierta de mente y con ganas de probar sabores diferentes. La carta de Muglia, eso sí, solo ofrece cocina tradicional de la India, sin mestizajes, mixturas ni probaturas. Y es que su recetario es tan amplio y variado que uno puede volver y volver al restaurante sin necesidad de repetir platos. A ello ayuda que sus propuestas gastronómicas incluyan más de veinte especias distintas, como dijimos antes: cúrcuma, cardamomo verde y cardamomo negro, canela, comino y un largo etcétera.

Como postre, Mirza recomienda los batidos, de los que hablamos antes, o su amplia selección de helados, con el pistacho y el mango a la cabeza.

Anímense a visitar el restaurante Muglia y no tengan empacho en preguntar y dejarse aconsejar por Lía, la hija de Mirza, que la segunda generación de los Asghar viene pisando fuerte.

Dirección: C/ Casillas del Prat, 6. Granada Tfno. Reservas: 958 264 828. Jefe de cocina: Sara Asghar. Jefe de sala: Mirza Asghar. Estilo de cocina: India tradicional Precio medio: 15/20 euros. Menú del día: No. Imprescindible: Pollo Tika Massala. Capacidad: 130 comensales. Cierra: No. Cerveza: Cobra y Alhambra. Wifi: Sí. Aparcamiento: Calles adyacentes y párking público.

Jesús Lens

El Mesón de la Villa: bullicio gastronómico en el corazón de Salobreña

La primera vez que entré en El Mesón de la Villa iba dispuesto a tomar pescado, que para algo estábamos en Salobreña. Sin embargo, terminé cenando callos con garbanzos y chorizo picante. El lo especial de la casa de Petra y Ernesto: siempre te sorprenderán con una propuesta original y diferente, como bien sabe el artista y diseñador Colin Bertholet, para quien la cocina de Petra es “pura constancia y creatividad”.

El Mesón de la Villa abrió sus puertas allá por 1994. Ernesto y Petra tenían experiencia previa en la hostelería, habiendo llevado varios bares en Motril, pero les apetecía probar suerte en su pueblo natal, donde todavía estaba todo por hacer en materia gastronómica. Y la experiencia les ha ido tan bien que se ha convertido en uno de los lugares de referencia de la Villa, como bien comenta Encarny Tamayo, técnica de cultura del Ayuntamiento y buena clienta del Mesón.

Una curiosidad: Ernesto Gándara fue el inventor de las ahora conocidísimas y populares rosquillas. “Empecé en Motril. Me gustaba la forma tan particular de aquel pan y se las ofrecía a los clientes, pero no había manera. Convencido de que terminarían teniendo éxito, decidí ponerlas de tapa y, cuando nos mudamos a Salobreña, los clientes venían al Mesón solo por ellas. Hubo un día que, entre los siete bares que Petra y yo llevábamos en Motril, llegamos a servir 700 rosquillas. Ahora, las hay por todos lados. ¡Hasta envasadas al vacío, en las grandes superficies!”

Para Maria Eugenia Rufino, alcaldesa de Salobreña y cliente fiel del Mesón de la Villa, hay que reconocer “al entrañable Ernesto, que te acoge como en casa, y a esas manos artesanas que lo acompañan desde los fogones. A mí, que adoro la cocina, me parece que lo de Petra es digno de contar y de saber. Imposible borrar del recuerdo del paladar esos champiñones rellenos de jamón que sólo te comes en El Mesón de la Villa. Las ensaladas tropicales ya las hacía Petra cuando, aquí, ni nos habíamos puesto de acuerdo en llamarnos Costa Tropical. Y los mejillones tigre… la primera vez que los comí fue en su casa, como las rosquillas con ajo y tomate para acompañar. Y es que lo de nuestro pueblo y la gastronomía es para gritarlo a los cuatro vientos. ¡Qué amplia oferta tenemos! Y de calidad. Por algo decimos que Salobreña está para comérsela”.

El Mesón de la Villa sirve pescado del día, frito y a la plancha. Y marisco, por encargo. Pero la carne es su plato fuerte, que no solo de peces, crustáceos y cefalópodos vive la Costa. Directamente de Ávila vienen sus entrecots, solomillos y chuletillas, que resultan memorables. Y la estrella de la carta: un rabo de toro que, preparado por Ernesto, sale bravo, bravísimo.

A Petra le gusta dejarse llevar por la inspiración y los productos de mercado. Por ejemplo, le encanta cocinar bacalao e ir variando de receta. El último que ha preparado es uno con albahaca y alcaparras. Y también son famosas sus ensaladas tropicales, frescas y jugosas. Aviso a navegantes: llega el tiempo de las brevas y los higos.

Ernesto y Petra también trabajan los mejores embutidos y chacinas. El queso de cerdo, por ejemplo, es una de sus exquisiteces, perfectamente indicado para acompañar a algunas de las cerca de cien referencias en vino con las que cuenta El Mesón de la Villa. De los varios vinos de Granada, Ernesto se decanta por Vertijana y, de Ribera, los clientes más cultivados en cuestión de caldos están pidiendo el Carmelo Rodero. Para acompañar al jamón al corte y a su potente queso curado, Ernesto también recomienda los vinos de Toro y del Somontano. Y, entre las gamas algo más altas, el Cepa 21.

Terminamos este repaso por las interioridades del Mesón de la Villa hablando de sus postres, que todos son caseros. Petra siempre prepara clásicos como la tarta de chocolate o la de queso, pero disfruta dejándose llevar por la improvisación y las posibilidades del mercado. Así, las últimas que ha horneado son de albaricoque con fresa y piña con ciruela. Y muy atentos a su exquisita presentación.

El remate a esta visita costera a la Costa Tropical lo pone la alcaldesa de Salobreña, Maria Eugenia Rufino: “Lo de Petra es talento. En este mundo de la gastronomía, por desgracia, hay un porcentaje ínfimo de mujeres frente a los hombres. Curioso: cuando “ellas” lo han hecho toda la vida, ellos llegan a ser grandes chefs y ellas, como mucho, buenas cocineras… Por eso, Petra tiene un lugar propio y merecido. Como en el cante, Petra cocina por derecho. Y es una mujer. Y está en Salobreña”.

Jesús Lens

Cuando Anthony Bourdain mordió Granada

En este mundo hay dos tipos de personas: las que se limitan a probar la comida, dándole bocaditos pequeños; y quiénes la devoran a dentelladas. Viendo a Anthony Bourdain tomarse una cerveza Alhambra Especial en el Oliver, sabemos que era de los segundos, de los que se beben la vida en tragos largos, sin andarse con melindres, recelos o medias tintas.

La grabación de un capítulo de su famosa serie gastronómada, “Parts Unkown”, trajo al cocinero neoyorquino a Granada durante la Semana Santa del 2013 y, más allá de las procesiones, las farras flamencas y las tentaeras taurinas a las que acudió de la mano de El Fandi o Curro Albaicín; Bourdain tuvo ocasión de disfrutar de algunas de las excelencias de la gastronomía granadina, dejando imágenes para el recuerdo durante su paso por diferentes barras de nuestra tierra.

Bourdain nunca fue un tipo al uso. Ni cuando ejerció como cocinero ni cuando se pasó a la divulgación gastronómica. Nacido en 1956 en Nueva York, la ciudad que nunca duerme, consumió los años 70 a velocidad vertiginosa, como las estrellas del punk, alternando ambos lados de las barras, sin darse tregua o descanso.

Posteriormente, cuando llevaba una vida más tranquila y oficiaba en Les Halles de Park Avenue, publicó en “The New Yorker” un ensayo sobre su experiencia en el lado salvaje de la restauración, sin escatimar en detalles sobre los rincones oscuros y más sórdidos del mundillo. Su éxito le llevó a cambiar las cocinas por las cámaras, frente a las que se sentía tan cómodo como entre los fogones. En la serie “Treme”, por ejemplo, aparece en multitud de ocasiones, que la comida tiene mucho que ver en la trama urdida por David Simon. De hecho, Bourdain aprovechó la experiencia para sacar a la luz los secretos mejor guardados de la cocina cajún y criolla de Nueva Orleans, en otro de sus libros.

En sus viajes no comía únicamente en los restaurantes más caros y afamados, sino que le encantaba callejear, visitar los mercados, entrar en bares y tabernas de toda la vida y, sobre todo, no dejar ni un bocado sin probar. Así, no es de extrañar que la morcilla fuera uno de sus platos favoritos: a su paso por Granada la toma recién sacada de la plancha o en forma de paté, preparado por Juan Andrés Morilla: “¡El chocolate de los Dioses!”, exclama un maravillado Bourdain al probar la exquisitez.

Ejemplo de su filosofía gastronómada es una de sus imágenes más icónicas, bebiendo a morro una cerveza con Barak Obama en el Bun Cha Huong Lien, un popular garito de Hanoi donde compartieron un menú de tres dólares: rollitos de primavera, cerdo y un plato de fideos, rodeados de clientes habituales del local. Tal y como escribió en Twitter el expresidente estadounidense, al conocer su muerte: “Taburete de plástico bajo, fideos baratos pero deliciosos, cerveza fría de Hanoi. Así es como voy a recordar a Tony”.

Durante su muy provechosa visita a Granada, Bourdain salió de tapas, flipando con un modelo de negocio que, tal y como confiesa en el programa, hacerlo funcionar en Estados Unidos sería más difícil que encontrar un unicornio dorado. Granada, sin embargo, sería imposible de entender sin la tapa, como le explican sus anfitriones, con los que degusta un buen vino en La Tana mientras prueban unas tostas de salmorejo con anchoas. Continúan por el Oliver, donde caen unos mejillones y unas berenjenas con miel de caña, seguidos de unas almejas y, como remate, unas suculentas cigalas… que se salen del concepto de tapa, pero ante las que Bourdain exclama con pasión. Y es que, la tapa bien entendida, debería ser una muestra de las bondades gastronómicas de la casa, una invitación a profundizar en la carta, y no un fin en sí mismo. La ruta termina en el Gallardo, donde Bourdain dará cuenta de un plato de queso, unos boquerones fritos y unas suculentas chuletillas de cordero.

Antes de disfrutar del tapeo, Bourdain había estado viendo torear al Fandi y degustando un potente guiso de rabo de toro. También pasó por la Alhambra y por la Cueva de Curro, para disfrutar del flamenco y encontrar el duende en el fondo de un vaso de Ballantine’s.

Por fin, la tradicional moraga en una playa de Almería, lo más parecido a una barbacoa yanqui, pero con pulpo a la brasa, acompañado por el admirado paté de morcilla o una crujientes tostas con salmorejo y mojama: prosciutto de atún.

Tras alabar las bondades de un desayuno en Casa Pasteles conformado por café con leche, en vaso, y tostada de tomate con aceite, Bourdain remata su periplo nazarí con unas poderosas migas caseras, antes de descubrir el placer de la siesta. Admirado por todo lo vivido, lo bebido y lo comido, el famoso chef viajero no duda en exclamar ante la cámara que Granada es el sueño hecho realidad de cualquier ser humano.

Contrasta este vitalismo y su sentido del humor con el trágico y abrupto final de su vida, colgándose en la habitación de un hotel de París, donde estaba grabando un capítulo más de “Parts Unknown”. El fantasma de la depresión, que siempre le acompañaba. Ese fantasma que aparece al comienzo del capítulo granadino de la serie: encontramos a Bourdain en lo alto de un cerro, frente a una maravillosa vista del Albaicín. Mientras se bebe una Alhambra Especial, a gollete y desenfadadamente, le confiesa a la cámara, en voz baja: “Las vistas preciosas siempre me deprimen un poco…”.

Terminemos este homenaje al cocinero viajero por excelencia dando nuevamente la palabra a un Obama que, en su Tuit de despedida al chef, hizo una auténtica declaración de principios: “Nos enseñó sobre comida, pero lo que es más importante, sobre su capacidad para unirnos en torno a ella. Para hacernos un poco menos temerosos de lo desconocido. Le echaremos de menos”.

Jesús Lens

Mondo Meraki: la reconstrucción de los huevos rotos

Mondo Meraki hace un arte de la ciencia del buen comer e invita a sus comensales a disfrutar de la cocina con los cinco sentidos. El local, amplio y diáfano, cuenta con una enorme cristalera que proporciona transparencia y claridad a un espacio tan céntrico como tranquilo y que ha hecho bandera de la reinvención de los huevos rotos.

“Están de moda porque son fáciles y baratos de hacer, muy típicos del recetario tradicional, pero nosotros les hemos dado una vuelta, volviendo a los orígenes a la que vez que innovando en su preparación”, señalan los hermanos Jacinto y Daniel Juárez, dueños de Mondo Meraki, cuando hablan de esos huevos rotos que tan de moda están, pero que ellos conocen desde los tiempos de su abuela Carmen, a la que dedican una de las especialidades de su menú, corto, pero selecto y muy bien terminado.

“¡Uuh, con tanta gente en la mesa, huevos con papas para todos!” solía decir la abuela Carmen. Y es que, como bien sostienen los hermanos Juárez, ¿a quién no le gustan una buenas papas con huevos? Los suyos, combinados de diferentes maneras -jamón y pimientos, chorizo y queso, setas y paté casero o pulpo y gulas- resultan muy especiales por su personalísima preparación, horneando las patatas y utilizando, exclusivamente, huevos ecológicos, de gallinas camperas. Y dándoles un toque final tan personal como original cuyo descubrimiento debe constituir un reto para el comensal.

Mondo Meraki. Un nombre muy particular, unión de un término latino y otro griego para fusionar los conceptos de trabajo y esfuerzo, el noble principio de poner el alma en el empeño; con los de espacio limpio, libre y rebosante de creatividad.

El suelo de madera que da la bienvenida al comensal, repleto de letras que conforman diferentes palabras, representa a las antiguas cajas de madera que, en la época de la Prohibición, se utilizaban para transportar el alcohol de contrabando. Un homenaje a la clandestinidad y al secreto, a la exclusividad y el misterio. Un toque canalla para un público abierto de mente.

Y la decoración de piedra vista y bruñido metal, con diferentes detalles visuales en forma de plantas, botellas y otros objetos estratégicamente repartidos por el local; contribuyen a crear una acogedora y envolvente atmósfera, muy bien rematada por una elegante y sutil selección musical.

Daniel y Jacinto abrieron Mondo Meraki hace año y medio, tras haberse fogueado en diversas cocinas de Granada. Y lo hicieron para poner en práctica su filosofía gastronómica: pasión creativa e innovadora aplicada a la cocina tradicional.

Una filosofía que conlleva, también, dedicarle espacio y cariño a los productos de temporada y de cercanía. De ahí su defensa de los quesos Las RRR de Maracena, por ejemplo, galardonados con diversos premios internacionales y que todavía no son demasiado conocidos y valorados en nuestro entorno. Y de ese compromiso con el mercado diario son sus diferentes propuestas para el fin de semana, siempre dependiendo de las estaciones del año: acaban de terminar sus recetas basadas en el espárrago y ya se aprestan a disfrutar de la inminente temporada de sabrosos y reventones tomates rojos.

Así, la ensalada de bacalao marinado con vinagreta de pimentón, la de queso de cabra, la ensalada de la huerta o la parrillada de verduras de temporada conectan perfectamente con esa filosofía del aquí y el ahora, cada vez mejor apreciada y demandada por los clientes más cultivados y exigentes.

Mondo Meraki cuenta con una clientela fiel, gente del barrio, habituales que de vez en cuando se encuentran compartiendo espacio con los viajeros que paran en los hoteles de la zona, pero sin la asfixiante presión de las áreas más turísticas de Granada. Clientela fija que disfruta de las comodísimas y mullidas sillas del local, un auténtico -y poco habitual- lujazo para las lumbares.

Rematamos este periplo por la renovada tradición gastronómica de Mondo Meraki con su plato estrella: la carrillera de vaca vieja. Un plato diferente, que amplía horizontes más allá del cerdo o la ternera, que también los hay en la carta, por supuesto, acompañados de diferentes salsas, al gusto de comensal.

La carrillera, un plato diferente y original, elegido por la especial preparación que demanda de Jacinto: carne en cocción durante 12 horas, al vacío -lo que le permite quedarse en su jugo- aderezada con salsa de manzana, canela y uva, lo que le da un particular toque agridulce.

Mondo Meraki, la gastronomía de siempre, en la Granada de toda la vida, entendida y cocinada desde la rabiosa contemporaneidad del siglo XXI.

Jesús Lens