El bouquet del miedo

De todas las burbujas que han asolado España -la inmobiliaria, la punto.com, la de los Triunfitos, la de los tertulianos basura…- ninguna con efectos tan perniciosos para el común de los mortales como la burbuja gastronómica. (Lee AQUÍ mi reportaje sobre Gastronomía Noir, en El Rincón Oscuro)

El empacho de Másterchefs televisivos, la masiva apertura de Gastrobares, el impulso de los Gintónics con ensalada flotante y el tontunismo rampante en torno al retrogusto y los taninos del vino pedía a voces que la novela negra hiciera justicia. Aunque fuera poética.

El bouquet del miedo

Por eso me lancé como un poseso sobre “El bouquet del miedo”, de Xabier Gutiérrez, publicado por Destino.

Conste que admiro a esos cocineros que han elevado la gastronomía a las más altas cotas del arte. Y que Arzak, cuyo departamento de innovación es dirigido por Xabier, es un referente. Pero la cosa gastronómica se nos está yendo de las manos.

Afronté la lectura de la novela muy tranquilo, pues, en el convencimiento de que el autor sabe de lo que habla. ¡Y vaya si sabe! Y vaya repaso que hace, al mundillo, comenzando por uno de esos chefs-estrella que se pasa más tiempo en los platós de televisión que en las cocinas. Y por la productora del programa. Que menuda individua.

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Jesús Lens

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Cuando éramos ángeles

Hay mucha poesía en el título de la novela de Beatriz Rodríguez. Uno de esos títulos con capacidad de evocación, que nos ponen melancólicos y nos invitan a recordar.

Cuando éramos ángeles.

¿Os acordáis?

Cuando éramos ángeles

Porque todos hemos sido ángeles. Aunque ya haga tanto, tanto tiempo… El primer acierto de Beatriz Rodríguez es, con solo tres palabras, transportarnos mental y emocionalmente a un pasado juvenil por el que transcurre parte de su novela.

El pasado. La juventud. Pero la juventud de verdad, no esa juventud sociológica, engañabobos y marketiniana según la cual, a los 35 palos, se sigue siendo jóven.

“Cuando éramos ángeles”, publicada en la prestigiosa colección Biblioteca Breve de Seix Barral, nos retrotrae a esa adolescencia que, recién abandonada la infancia, permite a sus protagonistas encarar el futuro con decisión, libertad, ilusión, esperanza, deseo. Y con un punto de inocencia. También.

Cuando éramos ángeles Beatriz Rodríguez

Un pasado, sin embargo, al que viajamos desde el presente. Y el presente… ¡ay, el presente! El presente es otra cosa. Muy diferente.

En el presente, por ejemplo, han asesinado a Fran Borrego, uno de los prebostes del pequeño pueblo en que transcurre la trama de la novela. Razones para matar a Fran las hay. Y muchas. Y candidatos para haberlo apiolado, también. De ahí que la investigación del crimen no vaya a ser precisamente fácil. Sobre todo, porque su muerte ha acaecido en plenas negociaciones sobre la venta de las mejores tierras de la comarca a una empresa de gestión de aguas.

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Jesús Lens

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