Fundamentalistas sanitarios

Es sintomático cómo los extremos terminan tocándose. Por un lado, sufrimos la amenaza de la sinrazón oscurantista de los islamistas radicales que, a través de la aplicación de la Sharia, quieren devolvernos a la Edad Media.

Fundamentalistas sanitarios

Por otro, tenemos a esos modernillos tan supuestamente avanzados que, renegando de la medicina contemporánea y de los avances de la ciencia, llegan a condenar a muerte a sus hijos. Por ejemplo, no vacunándoles. O, como en el caso de los canadienses Collet y David, tratando la meningitis del pequeño Ezekiel “con remedios caseros que permitieran estimular su sistema inmunológico”.

Cuando hablamos de fundamentalismo, automáticamente pensamos en hombres barbudos con turbante, armados con AK47 o blandiendo machetes, y en mujeres cubiertas con burka. Son estereotipos, claro. Porque llevo un rato mirando la fotografía de Collet y David, ambos rubios y sonrientes, blanquitos y sonrosados bajo lo que parece ser el tibio sol del Canadá, y me cuesta asumir que también ellos sean fundamentalistas.

antivacunas

El fundamentalismo adopta los más diferentes rostros y expresiones. Pero la más inquietante e incomprensible, para mí, es la de esa gente que, teniendo a su alcance siglos y siglos de evolución de la ciencia y la medicina, decide tirarlos por el retrete en aras de a saber qué teorías.

Y lo peor es que, con su tozudez, acaba llevando a la tumba a sus propios hijos. ¿Se acuerdan ustedes del niño de seis años de Olot, que murió de difteria hace unos meses y que no había sido vacunado? Leer en las Redes a personas supuestamente inteligentes haciendo apología de la Antivacunación me enervó de tal manera que tuve que desconectar todos mis dispositivos móviles para no dejar rastro de los insultos que salían de mi boca.

Fundamentalistas vacunas

Sí. La industria farmacéutica tiene lados oscuros. Y la medicina, también. Sí. Hay gente que abusa de la medicación. Sí. El cuerpo es sabio y sabe luchar contra las enfermedades. Pero en apenas cien años, la esperanza de vida en España se ha multiplicado exponencialmente. Gracias, sobre todo, a los avances científicos y al desarrollo de la medicina. ¡Cómo para que vengan ahora una caterva de Brujos de la Caverna a convencernos de lo malo que es el uso de vacunas y medicinas!

Por favor, no caigamos en el relativismo moral ni en lo políticamente correcto con algo tan importante como es la salud.

Jesús Lens

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