“Terry O’Neill. El rostro de las leyendas”, muestra del fotógrafo británico, en CAJAGRANADA

El Centro de Exposiciones de CAJAGRANADA en Puerta Real, en colaboración con Fundación Telefónica, acoge de la exposición “Terry O’Neill. El rostro de las leyendas”, que estará abierta hasta el 26 de marzo y que se puede ver por primera vez en Andalucía

 

La exposición, comisariada por Cristina Carrillo de Albornoz, plantea un recorrido por la trayectoria profesional del británico Terry O’Neill, que fotografió, en los años 60 y 70 los rostros de jóvenes promesas musicales del pop y a las grandes estrellas de Hollywood

 

Entre las 66 imágenes –en blanco y negro y en color– que se exhiben, se encuentran algunas de las más célebres, como las de los inicios de The Beatles o The Rolling Stones, rodajes de películas, retratos de actrices y figuras célebres del pop.

 

Su estilo inédito de fotografiar –natural, directo e informal– se apoya en el uso de la cámara de 35 mm. y el acceso excepcional a los fotografiados  

 

 

“Terry O’Neill. El rostro de las leyendas” es la muestra de 66 imágenes en blanco y negro y en color producida por Fundación Telefónica, con obras del gran fotógrafo británico de los mitos del cine, la música y la moda de la segunda mitad del siglo XX y que se exhibe en el Centro de Exposiciones de CAJAGRANADA en Puerta Real, desde hoy y hasta el 26 de marzo.

La exposición, comisariada por Cristina Carrillo de Albornoz, contiene algunas de las fotografías más célebres de Terry O’Neill, quien ha centrado su carrera en el retrato, documentando así los momentos más intimistas y naturales de los grandes mitos del cine de los últimos 60 años, los grupos de pop y rock que marcaron tendencia musical en los 60 y 70 y las figuras de la moda, sobre todo, de los 90.

 

La inauguración de “Terry O’Neill. El rostro de las leyendas” ha contado con el director de CAJAGRANADA Fundación, Diego Oliva Rodríguez; la responsable de Colecciones y Exposiciones de Fundación Telefónica, Laura Fernández Orgaz, y la comisaria de la muestra, Cristina Carrillo de Albornoz, quienes se han mostrado muy contentos de que la obra de Terry O’Neill llegue a Granada, una ciudad que al fotógrafo apasiona especialmente, destacando la importancia de una colaboración institucional entre las Fundaciones Telefónica y CAJAGRANADA que redunda en beneficio tanto de los granadinos como de los visitantes que viajan a Granada, constituyendo un aliciente más para potenciar el turismo cultural en nuestra ciudad.

El estilo natural e inconfundible de O’Neill nace de la conjunción de dos factores: el uso de la cámara de 35 mm., mucho más ligera y cómoda de manejar que las habituales de la época, y el acceso excepcional a los fotografiados, con los que pasaba días enteros como si fuera uno de ellos: “todos los fotógrafos utilizaban aún las aparatosas cámaras con grandes planchas. “Yo iba con mi pequeña cámara de 35 mm. que muy pocos conocían y que había comprado en Fleet Street. Esa cámara, que me permitía tomar las fotos de manera más espontánea, discreta y directa, fue como una puerta de bienvenida a la fama”.

 

Según O’Neill, hay tres reglas imprescindibles para ser un gran fotógrafo: ser lo más invisible posible, tener una gran paciencia y saber combinar una gran discreción con unas grandes dotes de relaciones públicas.

 

Del Londres del swinging a los astros de Hollywood

 

El Londres del swinging de la década de los años 60, en plena efervescencia cultural y social, fue documentado y vivido por varios fotógrafos de la época, entre los que se encontraba Terry O’Neill junto a Terence Donovan o David Bailey. En 1963 realizó la primera fotografía de The Beatles para el periódico Daily Sketch en el patio trasero de los estudios de Abbey Road, donde el grupo grababa su primer disco, Please, Please Me. Además de ser la primera fotografía de The Beatles que se publicaba en prensa, también fue la primera vez que un grupo aparecía en la portada de un periódico británico. La tirada se agotó. A esta fotografía, le sucedieron muchas otras de grupos musicales de la época que empezaban a despegar como The Rolling Stones, David Bowie o Elton John o supermodelos como Jean Shrimpton o Twiggy, estrellas femeninas que poseían “una personalidad y carisma excepcionales”, según O’Neill.

Cuando O’Neill tenía veintiséis años, decidió ir a Hollywood a retratar a las grandes estrellas. Con la ayuda de sus amigos Michael Caine y Richard Burton, O’Neill se introdujo en el mundo del cine y retrató a Clint Eastwood, Paul Newman, Groucho Marx, Ava Gardner, Steve McQueen y a la que fue su mujer, la actriz Faye Dunaway. Los astros de la gran pantalla fueron recogidos por la mirada de O’Neill y formaron parte incluso de su círculo personal. Pero el más retratado a lo largo de su trayectoria artística fue el cantante Frank Sinatra, a quien fotografió durante 30 años, desde su primer encuentro en Miami, durante el rodaje de La mujer de cemento (Lady in Cement, 1968).

 

 

Terry O’Neill

 

Terry O’Neill (Londres, 1938) comenzó su carrera en el departamento de fotografía de British Airways en el aeropuerto de Heathrow en Londres, donde retrataba a los viajeros que llegaban al país. En 1959 empezó a trabajar para el periódico Daily Sketch en Fleet Street y su primer encargo fotográfico fue Lawrence Olivier.

 

A partir de ahí, retrató los inicios de las grandes bandas de pop y rock de los 60 en Inglaterra. Después inició en Hollywood una carrera como fotógrafo profesional que le permitió acercarse a los grandes del cine y retratarles con un estilo que le ha caracterizado a lo largo de su trayectoria.

Terry ha sido galardonado con la medalla de The Royal Society’s Centenary en 2011 «en reconocimiento a su importante contribución al arte de la fotografía». El fotógrafo ha producido portadas para medios como Time, Stern, Paris Match, The Sunday Times Magazine, Vanity Fair y muchas otras publicaciones a lo largo de las seis décadas de trayectoria profesional, además de haber creado pósteres para el cine y portadas de álbumes que se han convertido en iconos.

 

En la actualidad, su trabajo se exhibe en galerías nacionales y colecciones privadas de todo el mundo y promueve los premios internacionales de fotoperiodismo que llevan su nombre.

 

Información práctica sobre “Terry O’Neill. El rostro de las leyendas”

 

Entrada gratuita

 

Horario de la sala:

 

De martes a viernes de 18.30 a 20.30 horas.

Sábados: de 12 a 14 horas y de 18.30 a 20.30 horas

Domingos y festivos: de 11 a 15 horas.

Lunes cerrado

 

Fechas: del 19 de enero al 26 de marzo de 2017

 

Lugar: Centro de Exposiciones CajaGRANADA-Puerta Real Acera del Casino, 7. Granada Telf.: 958 227 791

200 años de regresión creativa

Ayer jueves, 16 de junio, Villa Diodati abrió sus puertas en el centro de Madrid, en el Espacio Fundación Telefónica, para acoger la que pudo ser la última reunión de los Hijos de Mary Shelley, convocados por el escritor Fernando Marías para conmemorar y celebrar los doscientos años del nacimiento de una criatura inmortal: Frankenstein. Y a ello dedico mi columna de IDEAL, además de dejarte señalada esta entrada de El Rincón Oscuro, mi sección Noir de IDEAL, en la que hablo más en extenso de esta noche mágica y de su significado. Y no olvides este repaso al imaginario cinematográfico nacido a partir de aquella noche, que lo repasamos en Moon Magazine.

Hijos de Mary Shelley Marías

16 de junio de 1816. Un grupo de románticos ingleses se encierran en Villa Diodati, a orillas del lago Leman suizo. Cae la noche. Y deciden inventar historias de terror. Y allí nació el vampiro. Y la criatura inerte, fabricada de retales de muertos, a los que el científico da vida.

16 de junio de 2016. Un grupo de escritores, músicos, dibujantes, actores y narradores, tratamos de revivir aquella velada, reunidos en torno a la presentación de uno de esos libros que ya son codiciada pieza de coleccionista: «Las noches de Clairmont», la última recopilación de relatos de los Hijos de Mary Shelley.

Hijos de Mary Shelley Foto Mavi

Una cita que trasciende lo literario y lo artístico para entrar en lo paranormal, al haberse convocado a espectros y espíritus, al alma de personas que no está claro que existieran. Aunque tampoco consta que no existieran. Como ese músico que compuso una nana maldita que condujo a la destrucción al mismísimo doctor Polidori, creador del primer vampiro de la historia de la literatura.

Y estuvieron Lord Byron, Percy B. Shelley, su esposa Mary y Claire, su hermana. Estuvieron representadas y dibujadas, convertidas en los fascinantes personajes de la portada del libro «Las noches de Clairmont», realizada por Javier Olivares, Premio Nacional de Cómic por su álbum sobre Las Meninas. Y también hicieron una enigmática aparición a través de dobles y fantasmas, adoptando su propia forma y personalidad.

Hijos de Mary Shelley Frankenstein Jesús Conde

Porque esta reunión de Hijos de Mary Shelley coincidió con la inauguración de una exposición sobre monstruos, dobles y autómatas. Porque el terror adopta muchas formas. Pero, siempre, lo más terrorífico anida dentro de cada uno de nosotros. Lo más habitual es mantenerlo encerrado y a buen recaudo. Sin embargo, a veces, alguna gente deja salir a su Mr. Hyde particular. Y pasa lo que pasa.

Otros, por fortuna, transformamos en arte y creatividad esa dimensión salvaje y monstruosa de nuestro ser. Y es así como, poco a poco, nos convertimos en esos inquietantes y terroríficos Hijos de Mary Shelley.

Jesús Lens

Twitter Lens

Paco Roca ambulante

Tuve que subir a Madrid, con mi hermano, para resolver una cuestión administrativa. Un martes. Fuimos en bus. Temprano. Para ser precavidos, reservamos el billete de vuelta, ese mismo día, pero bastante tarde. Por si se nos complicaba la cosa.

 Paco Roca arrugas

Íbamos con un propósito, por si resolvíamos con celeridad el tema burocrático: asomarnos al edificio de Fundación Telefónica a ver la exposición sobre Paco Roca. Para ponernos en ambiente, nos llevamos dos de sus cómics más conocidos: “Arrugas”, del que había visto la película, y “Los surcos del azar”.

Poco después de las cuatro de la tarde, y tras haber tomado unas viandas en un garito asturiano de cerca de Fuencarral, acompañados por el Gran Rash, entramos en el espectacular edificio que Telefónica ha convertido en centro cultural.

Empezamos por ver la muestra sobre Tesla, que no me dijo demasiado, la verdad sea dicha. Y seguimos por la de Paco Roca, cuya serie “Un Dibujante en Pijama”, que actualmente se publica en el suplemento de El País, me parece prodigiosa. Muy aconsejable para todo el mundo, es obligatoria para cualquier persona creativa y/o dotada de alguna pulsión artística, musical o literaria.

 Paco Roca exposición

La exposición recorre toda la trayectoria artística de un autor que, tan joven, ya ha publicado joyas como “Arrugas”, cuya versión cinematográfica le hace justicia a un tebeo prodigioso. En él se cuenta la vida de un hombre, antiguo director de una sucursal bancaria, que ingresa en una residencia de mayores, aquejado de un incipiente Alzheimer. Todos los personajes, tratados con un mimo y un respeto exquisitos, se hacen querer por el lector, que terminará enamorados de ellos.

Sus conversaciones, sus travesuras, sus despistes, sus gestos de ternura y cariño, sus pequeñas rebeliones… se leen y se sienten como si fuera la más adictiva de las aventuras. Se nota, y esa es la parte que se descubre en la exposición, que Paco Roca pasó mucho tiempo visitando a las personas que viven en las residencias. Que las acompañó, habló con ellas y empatizó con su situación.

 Paco Roca himself

Dejando al margen los originales de algunos de sus trabajos, lo que más me gustó de la exposición fueron los Cuadernos de Viaje del autor. ¡Mataría por ser capaz de convertir mis viajes en joyas como ésa! De ahí el empeño que tenía yo en que mi querido Colin Bertholet viera esta exposición, más allá de nuestra admiración por Roca. Esas imágenes, aparentemente sencillas. Esos bocetos. Esos apuntes del natural. Esa recreación de la realidad que uno percibe cuando está de viaje… una maravilla.

Y está la investigación para la historia de La Nueve que Roca nos regaló en su excepcional y extraordinario libro “Los surcos del azar”. Porque el libro combina dos historias. La primera tiene a Roca como protagonista, cuando viaja a un pequeño pueblo de Francia para localizar a Miguel, un anciano que, supuestamente, participó en la II Guerra Mundial. Y, a modo de flash backs, por supuesto, la historia de Miguel, desde que zarpó del puerto de Alicante el 28 de marzo de 1939, con la Guerra Civil ya decidida.

 Paco Roca Surcos

Una historia, la de Miguel, no ya interesante, sino apasionante. su paso por los campos de refugiados franceses, su lucha en el norte de África y su participación en la liberación de París, con Leclerc, formando parte de esa mítica Nueve a la que por fin se está haciendo justicia por parte de autores como Juan Laborda, Alejandro Gallo y Paco Roca, por supuesto.

“Para qué llamar caminos

a los surcos del azar”.

Con esos versos de Antonio Machado comienza una narración que, en sus algo más de trescientas páginas, permite al lector acercarse a una historia de dolor, desgarro, violencia, muerte, honor, coraje, valentía y determinación. Una historia en la que los buenos y los malos no están tan alejados como nos gusta creer. En la que se demuestra que las cosas cambian, que las veleidades de la política no son solo cosa de ahora y en la que, nuevamente, Roca pone el acento en esos personajes que, habitualmente, están alejados de los focos y de la primera línea de la presión mediática. Personajes que cumplen con su deber y que, por encima de todo, son honestos y fieles a su forma de pensar, a sus ideales y a sus camaradas.

 Paco Roca surcos del azar

Y los queda, claro, “El invierno del dibujante”, que los Reyes, más majos que nunca, tuvieron a bien regalarme a comienzos de este año. Otra narración compleja, poliédrica y repleta de matices, en la que se cuenta el intento, en la España de posguerra, de un grupo de dibujantes de desmarcarse de la editorial Bruguera y crear una revista independiente en la que los dibujantes fueran dueños de sus creaciones y propietarios de los derechos sobre sus personajes.

Una historia que bucea en el pasado para narrar la valentía y el arrojo de unos, la oportunidad que se abrió a otros, el militante anarquismo vital de tipos como Vázquez, la estajanovista ética del trabajo de Ibáñez y el pragmatismo de otros cuantos.

 Paco Roca invierno dibujante

Porque la vida nunca es fácil y, en ciertos momentos, nos obliga a tomar decisiones de las que, más adelante, no nos sentiremos especialmente orgullosos. Que le pregunten a Víctor Mora, por ejemplo. O al señor González, posiblemente, uno de los personajes más tristes de la historia del cómic español. Por real. Por cierto. Por ser el espejo en que tantos y tantos artistas frustrados se pueden ver representados.

Pero volvamos a esa exposición sobre Paco Roca. Con artilugios y objetos tan singulares como los provenientes de ese Japón al que fue invitado, en el seno de una legación española y donde recibió honores y distinciones. De aquel viaje salieron estampas para los Cuadernos de Viajes, por supuesto.

 paco Roca pijama

Y, quizá, ideas para “Un dibujante en pijama”. O para alguna otra narración. ¿Una de samuráis? ¿La historia de los japoneses establecidos en Andalucía que dieron lugar a la amplia y extensa familia apellidada Japón? No se sabe. Porque los caminos de la creatividad son inescrutables y, por eso, exposiciones como la de Paco Roca ayudan a comprender y a disfrutar más y mejor de uno de los grandes del cómic español contemporáneo.

Jesús Lens

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