Esto no va del 8M

No todo va a ser 8M hoy, ¿verdad? Que también tenemos derecho a leer y escribir sobre otras cosas. Por ejemplo, de cine. ¿Han escuchado ustedes los edificantes comentarios sobre ‘esqueletillos’, tías buenas y demás lindezas en la retransmisión de los Goya a través del Facebook de RTVE? Qué pestazo salía del portátil en esos momentos, como a vestuario masculino mal ventilado; a grupo de guasap de hombres y muy de hombres.

Choca oírlo tan a las claras, pero ¿quién de ustedes, lectores varones, no ha leído y/o escuchado lindezas parecidas en los últimos días? Por desgracia, es un ecosistema mucho más habitual del que queremos reconocer.

Hablemos de política local. ¿Escucharon ustedes la intervención de Rafael Azor, el Damo de Baza, en un pleno municipal, hablando de lo que son o no son las mujeres? ¡Cómo sería la cosa de repugnante y vomitiva que hasta el mismísimo Vox le ha desautorizado, a pesar de ser su portavoz!

Cambiemos de tema. Vayamos a Economía. ¿Han seguido la visita de Felipe VI y Pedro Sánchez a la fábrica de Seat en Martorell? A pesar de que la Generalitat en pleno brilló por su ausencia, hubo una amplia representación de los empresarios catalanes. En este caso, el uso del masculino no es genérico, abarcando a hombres y mujeres. Escribir ‘el empresariado catalán’ no sería riguroso: en las fotos, quienes aparecen son hombres empresarios de riguroso traje azul oscuro casi negro. Y ya.

Cuando los columnistas de opinión escribimos sobre un tema y necesitamos ejemplos que lo ilustren, tiramos de hemeroteca. En este caso no ha hecho falta. Todo lo antedicho ha ocurrido en lo que va de marzo. ¡Y aún estamos a día ocho! De ahí la risa que me da cuando escucho a los equidistantes de género decir que el debate del feminismo está superado, que en la España de 2021 ya hay igualdad. Esos ‘neutrales’ que, cuando hablan de machismo, siempre acaban incluyendo la palabra ‘feminazi’ en la misma frase, no vaya a ser que…

No. Esta columna no va del 8M. Esta columna habla del machismo recalcitrante que sigue encastrado en el ADN de nuestra sociedad. Porque, aunque nos joda reconocerlo, seguimos teniendo mucho de los mostrencos que clasifican a las mujeres en esqueletillos y verbeneras tatuadas y vemos normal que los empresarios sean esos señoros que se visten por los pies y lucen corbata, gemelos y pañuelo en el bolsillo.

Jesús Lens

Día de la Mujer

Hoy es un día en el que resulta muy fácil detectar a cierto tipo de espécimen sobre el que es necesario seguir trabajando y al que resulta imprescindible tratar de educar. Hablo, por supuesto, de las personas que hoy, Día de la Mujer, dirán eso de: ¿y por qué no hay un día para el hombre?

En su mayoría, serán hombres los que suelten la manida perla de rigor. Pero también habrá alguna mujer que lo piense… y verbalice. Hoy es un día en que, entre todos, tenemos que reflexionar sobre la brecha que sigue separando a las mujeres de los hombres en nuestra sociedad.

 

Porque la hay. Una brecha que, por desgracia, no parece ni hacer amago de estrecharse, como se pone de manifiesto con las insoportables e intolerables cifras de asesinatos machistas en lo que va de año.

Y el asesinato, no lo olvidemos, es el resultado final de una violencia estructural que, históricamente, los hombres han ejercido contra las mujeres. Ya es triste, en pleno siglo XXI y en España, tener que escribir una atrocidad como esta. Pero el acoso verbal y físico, el menosprecio, el insulto, la intimidación… todas esas actitudes machistas siguen presentes en nuestra sociedad, en todos los ámbitos, edades y extracciones sociales.

 

Hoy miércoles, la consigna es “Nosotras paramos”. Porque, tal y como arranca el llamamiento al paro internacional de mujeres convocado para hoy, “las mujeres del mundo estamos hartas de violencia física, económica, verbal y moral dirigidas contra nosotras”.

 

Hoy, es importante que hagamos visible la desigualdad que lastra nuestra sociedad, que seamos conscientes de que una mitad de la población no puede ser considerada inferior por la otra mitad. Empezando por los sueldos que cobran y por los puestos que ocupan en los centros de poder.

 

No hace falta más que mirar a nuestro alrededor para comprobarlo: ¿cuántas muestras de desigualdad no hay en su entorno más cercano, estimado lector?

No. Lo siento. No creo, ni por asomo, que la causa del feminismo esté desfasada ni que sea una lucha que haya que dar por concluida. Las furibundas reacciones a una iniciativa como el de CalendariA de la UGR, sobre el que hablé aquí, lo dejan bien a las claras. Hoy, 8 de marzo, todo hombre que se precie de serlo, debe proclamarse feminista. Y, por supuesto, debe serlo. Hoy, mañana y pasado. Porque, mientras la desigualdad de género siga vigente en la sociedad, tenemos mucho trabajo por hacer y mucho camino por recorrer. Desgraciadamente.

 

Jesús Lens