Dave Eggers como referente

Lo habitual es proclamar que nuestras grandes influencias son Homero, Cervantes, Joyce y, luego, algún escritor maldito, raro y perdido en la noche de los tiempos. Eso, y los poetas simbolistas franceses, los narradores rusos del siglo XIX y algún norteamericano, pero poco sospechoso de ser yanqui. ¡Qué duro y sacrificado, el postureo literario!

Dave Eggers

Yo les voy a confesar que, al margen de mi pasión por el Noir y, cada vez más, por la ciencia ficción distópica –ahí queda eso- soy un fervoroso lector de literatura de viajes. Y que, el escritor con el que me siento más generacionalmente conectado, es Dave Eggers, nacido en Boston, en 1970.

 

Fue durante la celebración del Día de las Librerías. Paseaba entre los anaqueles de Picasso cuando me topé con “Héroes de la frontera”, el penúltimo libro de Eggers, recién publicado en España. Con Eggers siempre tienes entre manos lo penúltimo: produce a un ritmo tan endiablado que, cuando nos llega la traducción de su última novela, en Estados Unidos ya ha publicado un nuevo reportaje, una nueva historia de no ficción, un cómic o una recopilación de sus artículos para McSweeney’s, la revista que él mismo fundó.

O se ha estrenado la película para la que ha escrito el guion. Que Eggers es un todoterreno que se maneja con solvencia en diferentes campos de la escritura y la comunicación.

 

De “Héroes de la frontera” ya les hablé a principios de año, cuando comentamos los riesgos de subir a Sierra Nevada, en invierno, como el que se va a dar un paseo por Puerta Real. Se trata de una novela muy poderosa sobre una madre que decide cambiar de vida y marcharse a Alaska, con sus hijos de corta edad, para emprender un viaje de descubrimiento sobre ella misma. Un viaje físico y a la vez interior, que resulta de lo más revelador.

 

Pero es que Egger también escribió “El círculo”, sobre los peligros de la hiperconexión. Y “Zeitoun”, sobre un refugiado de Oriente Medio que se convirtió en héroe en los días posteriores al Katrina, en Nueva Orleans. Y “Qué es el qué”, sobre los niños perdidos del Sudán, sobre las que ya escribí en su momento y de las que podéis saber más a través de los enlaces.

Como verán, se trata de un autor con visión global que habla de los temas más importantes que nos afectan a todos, como seres humanos que habitamos un lugar llamado mundo.

 

Jesús Lens

Cuidado: resbala

Entré a leer las últimas noticias en la edición digital de IDEAL, el lunes por la tarde, 1 de enero, y me topé con que el sorteo de la ONCE había dejado un buen pico en Santa Fé y con que la primera criatura andaluza del 2018, perfectamente sana y encantadora, había nacido en Loja. ¡Qué alegría, qué paz y qué tranquilidad!

Por desgracia, inmediatamente más abajo, el accidente: un hombre de 30 años había muerto cuando trataba de escalar la cara norte del Mulhacén, sin que constara mucha más información. Doy por sentado que un montañero que se aventura a subir de la Laguna de la Mosca a la cumbre del coloso nevadense, en invierno, sabe lo que se hace e iba perfectamente equipado. Pero un mal paso y… ¡adiós!

Fue la secuencia que más me impresionó de la película “Everest”, de Baltasar Kormákur, de la que hablamos AQUÍ: hay un momento en que un personaje habla con otro y al instante siguiente ya no está, habiéndose precipitado montaña abajo. Acostumbrados a ese (falso) cine de acción rebosante de adrenalina, no somos conscientes de que la fatalidad nos espera, emboscada, donde menos la podemos esperar.

Quienes hemos salido a la montaña, en invierno, bien sabemos que hasta el camino más fácil, como la famosa Vereda de la Estrella, sin ir más lejos; puede convertirse en una trampa mortal por culpa de una placa de hielo de apenas un metro de longitud.

Me acordaba de todo ello mientras leía la fascinante novela “Héroes de la frontera”, del imprescindible Dave Eggers, que cuenta la huida de una madre y sus dos hijos pequeños por tierras de Alaska. En un momento dado, deciden salir del pueblo en que se encuentran para visitar un lago, siguiendo una ruta marcada de amarillo. Hacía un día precioso y la experiencia acumulada en otras aventuras semejantes les hace calcular que no tardarían más allá de media hora en llegar al idílico paraje.

Pero no. El lago estaba más lejos de lo que creían. De repente, se nubla, encontrándose atrapados por una violenta tormenta que, con temibles truenos y abracadabrante aparato eléctrico, les deja paralizados y expuestos a los elementos, sin ropa de abrigo ni calzado adecuado.

Prudencia, por favor, a la hora de disfrutar de la naturaleza y de la montaña: hasta la loma más aparentemente inofensiva puede albergar arteras trampas y peligrosas añagazas.

Jesús Lens

El Círculo: 1984 en el siglo XXI

Ya os decía que este libro iba a ser importante. De hecho, hoy publico en IDEAL un largo artículo sobre el mismo:

¡Qué buen momento ha elegido el Güasap para lanzar su control de lectura de mensajes, con el famoso doble check azul que a todos nos sorprendió hace unos días! La puesta en marcha de este acuse de recibo automático me sorprendió en plena lectura de “El círculo”, la nueva novela de Dave Eggers, un tipo que, además de ser un excelente escritor; se ha convertido en un activo agitador cultural y social. Eggers publica una revista que combina la literatura y los relatos con las ideas y el estudio de nuevas tendencias (http://www.mcsweeneys.net/) y sus libros mezclan la ficción con la realidad, haciendo que lo improbable sea posible y poniendo a sus personajes en situaciones tan extrañas como amenazadoramente verosímiles.

 El círculo lens

En “El Círculo”, el punto de partida es una corporación que consigue agrupar a buena parte de los usuarios de las redes sociales del mundo, al obligarles a identificarse y, por tanto, a ser responsables de lo que dicen, escriben y comunican a través de sus perfiles. De esa forma, el Círculo consigue terminar con los insultos, las amenazas y toda la verborrea ensordecedora que tan poco le aporta a una Red que, muchas veces, más parece un vertedero que un espacio de debate y confrontación de ideas.

Y como el Círculo mola mogollón y cuida a sus empleados con mimo y delectación (integración, las mejores instalaciones y seguros médicos, los más exclusivos eventos, actuaciones y performances; modernidad a raudales, buen rollo, comida orgánica, gimnasios de diseño, zonas verdes, dinámicas de equipo, terapias, clubes, el management más avanzado y todo el etcétera que el lector sea capaz de imaginar), los empleados de la empresa, los Circulistas, se convierten en lo más de lo más, una élite que marca tendencia… y marca el paso al resto de la sociedad.

 El círculo Eggers

A medida que Dave Eggers nos introduce en las entrañas del Círculo y nos descubre sus secretos, nos sumergimos en un universo cada vez más intrusivo y controlador: ya no se trata de hacer cosas, sino de compartirlas. Un Circulista que no comparte lo que hace, lo que compra, lo que come, lo que ve, lo que escucha… es un mal empleado. Y, lo que es peor, un mal ejemplo para la sociedad y, por tanto, un pésimo ciudadano. ¡La gente tiene derecho a saber! Porque la Transparencia ya no es una demanda de la sociedad. Es una exigencia.

Progresivamente, el Círculo irá facilitando, de forma universal, un acceso casi ilimitado a una tecnología de la comunicación que convierte a los individuos en permanentes observadores (y juzgadores) de la vida de los otros. Por eso, una senadora decide que ha llegado el momento de ser absolutamente transparente y acepta llevar un dispositivo que transmite on line y urbi et orbe cada segundo de su vida: sus reuniones, sus conversaciones, sus comidas, sus compras… Obviamente, lo puede apagar cuando quiera, -para disfrutar de su intimidad familiar o de las visitas al excusado, sin ir más lejos -pero no es recomendable: cuanto más tiempo esté apagada, más sospechas despierta. ¿Qué estará haciendo que no quiere que sepamos? Y, por supuesto, una vez que una senadora se hace transparente, los ciudadanos quieren que todos sus representantes públicos también lo sean. A fin de cuentas, no deberían tener nada que ocultar, ¿verdad? Ejemplaridad extrema, o sea.

 El círculo Dave Eggers

Dado que los usuarios del Círculo crecen exponencialmente, éste va estando cada vez más presente en sus vidas… y en las del resto del mundo: elecciones virtuales, localización de prófugos de la justicia, vigilancia y control de delincuentes, detección prematura de enfermedades y otro larguísimo etcétera. Además, como todo el mundo quiere trabajar para el Círculo, las mentes científicas más brillantes y los jóvenes más inquietos y mejor preparados trabajan en sus ideas y sus proyectos sabiendo que, si gustan a los gurús de la omnipotente corporación, serán compradas, implementadas y puestas en marcha de forma casi inmediata; por extremadamente complejas que puedan parecer.

El conflicto se produce, por supuesto, con la gente que quiere permanecer ajena al Círculo. ¿Qué pasa con una persona que guste del anonimato y no desee estar permanentemente expuesta en la Red?

A lo largo de 450 adictivas páginas, Eggers sitúa al lector frente a una terrible y reveladora paradoja: por un lado, le hace temer (e incluso odiar) al Círculo. Por otra, le hace consciente de la cantidad de ideas y comportamientos que tiene y comparte… y que son propios de los circulistas y sus usuarios más feroces y convencidos.

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Estamos, pues, ante una novela radicalmente contemporánea, de las que nos invitan a cuestionarnos el modelo de sociedad que, entre todos, estamos construyendo; cediendo cada vez más parcelas de nuestro tiempo y nuestra privacidad en beneficio de quién sabe qué ni por qué.

Jesús Lens

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El círculo de Dave Eggers

No hay ahora mismo otro libro que me apetezca leer más que este. Uno de esos títulos que deberían hacer correr ríos de tinta. Por el tema que trata y porque Dav Eggers es uno de los grandes. De los más grandes. ¿Os acordáis que allá por 2008 hablábamos de su sensacional “Qué es el qué”, sobre los Niños Perdidos del Sudán? Pues Eggers no ha perdido el pulso… Un anticipo:

El día que Mae Holland es contratada para trabajar en El Círculo, la empresa de internet más influyente del mundo, sabe que se le ha concedido la oportunidad de su vida.

El círculo Eggers

A través de un innovador sistema operativo, El Círculo unifica direcciones de email, perfiles de redes sociales, operaciones bancarias y contraseñas de usuarios dando lugar a una única identidad virtual y veraz, en pos de una nueva era de civilidad y transparencia.

Mae está entusiasmada con la modernidad y la actividad de la compañía, las espaciosas oficinas de diseño, las cafeterías acristaladas y las acogedoras instalaciones del campus. Cada día se celebran fiestas, conciertos al aire libre y actividades deportivas. Hay clubes de todo tipo, e incluso puede visitarse un exclusivo acuario de peces exóticos de la fosa de las Marianas.

El círculo Dave Eggers

Mae se siente afortunada de formar parte del centro del mundo, a pesar de que se aleje cada vez más de su vida fuera del campus y de que su rol dentro de El Círculo acabe siendo del dominio público. Lo que empieza como la fascinante historia de ambición e idealismo de una mujer se convierte en una trepidante novela de suspense que plantea cuestiones tan vitales como la memoria, el pasado, la privacidad, la democracia y los límites del conocimiento humano.

Jesús Lens

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