Pedos de hipopótamo

Es importante que tanta gente se haya creído lo del pedo del hipopótamo, dando la noticia por cierta y compartiéndola en sus redes sociales. Fijo que la han leído: en el parque de Cabárceno, un hipopótamo soltó un ventosidad de tal calibre que tres ancianos tuvieron que ser hospitalizados al entrar en contacto con el gas metano emitido por el animal.

La noticia era tan chusca que llegaba a decir, como en la canción de Radio Futura, que alguno de los afectados cayó fulminado al suelo. ¿Se acuerdan? “Han caído los dos, cual soldados fulminados, al suelo. Y ahora están atrapados los dos, en la misma prisión…”.

 

Es importante que nos creamos noticias falsas como la del pedo del hipopótamo para constatar la facilidad con la que nos tragamos trolas y cuentos chinos; nuestra predisposición a dar por verdaderas historias cuestionables, patéticas y ridículas.

 

Lo paradójico es que, al mismo tiempo, nos cuesta creernos informaciones que, pudiendo ser ciertas además de verosímiles, ponemos en solfa y en sordina. Por ejemplo, lo del antiguo alcalde de Granada, su secretaria, su hija y las cuentas en Zurich. ¿En serio? ¿De verdad? ¿En Zurich? ¿El tipo aquel de Píñar del que los guays del paraguays se mofaban por cateto, pero que arrasó en tres elecciones consecutivas, en la muy culta, vanguardista y moderna ciudad de Granada?

 

Zygmunt Bauman popularizó el término de “líquido”, aplicado a la sociedad, a la cultura y a los tiempos que nos han tocado vivir: es todo tan voluble y cambia a tanta velocidad que los modelos sociales, los valores y las estructuras no tienen tiempo de enraizar y hacerse costumbre o norma para los ciudadanos. Lo que valía ayer, hoy lo despreciamos y no entendemos cómo le podíamos conceder importancia alguna.

Hablas ahora con cualquiera, le recuerdas que Pepe Torres arrasaba en las urnas una y otra vez; que incluso ganó el último cónclave electoral, hace un par de años, después de sufrir un ictus y con la mitad de su partido en contra; y se hace un silencio incómodo, como si aquello no hubiera ocurrido nunca.

¿Y si hubiéramos evolucionado, pasando de la sociedad líquida a una gaseosa, repleta de cortinas de humo y pedos de hipopótamo que nos aturden, nos confunden y no nos dejan ver la realidad, por mucho que la tengamos delante de los ojos?

 

Jesús Lens

En falta

Llevo todo el día echándoles en falta. A los insultos, me refiero. Tras dos jornadas de hemiciclo plagadas de imprecaciones más o menos originales, imaginativas, hirientes y descalificadoras; la paz de ayer jueves me resultó insulsa, sosa y aburrida.

En falta

Y es que el debate de investidura, trocado en embestidura, estuvo repleto de alusiones personales a través de las que nuestros representantes públicos se arrojaron cal viva a los ojos y se tacharon de bluf, corrupto, traidor, fraude, bochorno, tapón, falangista y un largo etcétera.

Y luego estaba el eco de sus corifeos, en las Redes Sociales. Eso sí que resulta aburrido, leer a los afines repitiendo las mismas consignas, una y otra vez.

¡Un poquito de originalidad, por favor! Si sabemos por anticipado y de antemano todo lo que vas a decir, ¿para qué vamos a molestarnos en leerte o escucharte? Una cosa es reírles alguna gracia de vez en cuando y otra muy diferente, asumir como propias todas y cada una de las posturas de los líderes supremos, dándoles difusión a través del altavoz de las Redes.

En falta Rivera

Si la disciplina de partido ya era complicada de asumir en las épocas del prietas las filas, impasible el ademán y quién se mueva no sale en la foto; en los tiempos de las Redes Sociales resulta empachosa e indigesta. Da igual que sea simpatizante de los tradicionales PP y PSOE o que pertenezca a los partidos del cambio: un militante activo con Twitter y Facebook tiene más peligro que Pablo Iglesias acercándose para saludarte con afecto.

¿No echan ustedes en falta los lapsus de Rajoy y las manos tendidas a Sánchez? Tendidas… y extendidas para zurrarle la badana, obviamente. Dos días, en fin, cuyos insultos y fétidos juegos florales han eclipsado lo de SuperTrump y el Súpermartes y, más alarmante aún, lo del doble dígito del 100.000 / 1.000.000.

100.000 parados en Granada y 1.000.000 en Andalucía. Que se dice pronto. Dramático y espeluznante. Pero son cifras a las que, por desgracia, ya nos hemos acostumbrado, como si fueran el sonsonete de la lotería de Navidad cantada por los Niños de San Ildefonso.

En falta Sánchez

Y así llegamos al debate sobre el Estado de la Comunidad andaluza. Que ya ha pasado. Sin hacer ruido. Nada. Ni mijita. ¡Ni mititilla! Claro, como todos estábamos tan entretenidos, comentando y reproduciendo los insultos y chascarrillos de San Jerónimo…

Jesús Lens

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