Andalucía, Tierra de Conseguidores

Mi artículo, en IDEAL de hoy lunes. Que haberlos, haylos por todos sitios. Pero que aquí florecen como las setas…

En “Pulp Fiction”, el personaje interpretado por Harvey Keitel se presentaba así: “Hola. Soy el señor Lobo. Arreglo problemas”. Si Tarantino recibiera una subvención de la Junta de Andalucía para filmar una película en nuestra tierra, estaría obligado a escribir sobre un personaje, quizá menos interesante, pero mucho más cercano: el conseguidor.

“Hola. Soy el señor X. Consigo fondos. Y subvenciones. Y ayudas”.

Conseguidores Lobo

El conseguidor andaluz es un tipo avispado, simpático y con muchos contactos que lo mismo te monta un fondo de reptiles que te organiza unos cursos de formación fantasma. Un tipo, disponible las veinticuatro horas del día y siete días a la semana, que igual te consigue unas subvenciones millonarias de la UE que una campaña de publicidad con muchos ceros de un consorcio, cluster u organismo cualquiera.

El conseguidor andaluz es un currante de tomo y lomo que se conoce al dedillo, no solo la letra pequeña del BOJA, sino también su letra más minúscula. Y hasta la ínfima. Y, sobre todo y más importante, el conseguidor sabe leer esa otra letra tan especial y complicada, escrita con tinta invisible: la que permite acceder a la correcta interpretación de las disposiciones normativas que terminarán satisfaciendo tanto a los mandamases como a los interventores, administradores y secretarios que han de estampar su firma en un cheque, en una transferencia o en una orden de traspaso.

Conseguidores BOJA

El conseguidor andaluz, por tanto, desempeña un papel trascendental en una administración autonómica más volcada en la captación y gestión de este tipo de recursos que en implementar políticas de desarrollo económico y de creación de empleo, como todos los índices y cifras macro se empeñan en demostrar.

El problema viene cuando el conseguidor cobra conciencia de su importancia y empieza a querer ganar más de lo que gana. Entonces, la cosa canta. Por soleares. Le ha pasado, presuntamente, al conseguidor de la Fundación Lorca, un prodigio en la captación de fondos de allende nuestras fronteras al que no le ha temblado el pulso a la hora de falsificar contratos y documentos para subirse los porcentajes de sus emolumentos. Presuntamente, insisto.

Imagino que el conseguidor llega a ese punto de audacia porque se siente cómodo y confiado en que las instituciones a las que tiene que rendir cuentas de su gestión no le van a prestar excesiva atención a minucias como la que va de un 4 a un 15% en el cobro de sus emolumentos. Y así se pierden millones y millones de euros a lo largo de varios ejercicios, con los representantes de las instituciones encantados de conocerse y discutiendo sobre el sexo de los ángeles en vez de estar gestionando y fiscalizando la correcta ejecución de los presupuestos.

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Gente que arregla problemas, en el mundo del cine y la televisión hay muchos, de Ray Donovan a Michael Clayton. Pero esta especie tan particular de conseguidor parece ser un endemismo de nuestra tierra.

Jesús Lens

Twitter Lens

Vividores… de aventuras

Leyendo “El retorno de los tigres de la Malasia” (reseña aquí) o, lo que es lo mismo, la actualización del mito de Sandokán a manos del sin par Paco Ignacio Taibo II, me encontré con un personaje secundario del que llevo mucho tiempo queriendo hablar y sobre el que el mismo Paco debería escribir un serial completo.

Se trata de Stefan Hyner, también conocido como Old Shatterhand, y que se define a sí mismo como “conseguidor de historias”.

Sólo por disfrutar de un capítulo como “El protagonista de Karl May” ya merece la pena leer la vibrante novela de PIT II. Y es que la grandeza del maestro es construir una novela a base de pequeños y cortos capítulos que, en sí mismos, son pequeños relatos perfectos, cargados de magia, posibilidades y magnetismo.

¿Quién es el tal Stefan?

Un tipo montaraz y aventurero que volvía, deprimido, de las tierras fronterizas norteamericanas, donde había vivido con los apaches. Un día, se encontró con un escritor, Karl May, un novelista muy famoso que estaba sufriendo una honda crisis personal y creativa.

Stefan pasó varios días contando sus historias a un May que le escuchaba entre embelesado y rendido, absolutamente fascinado. Y le propuso un trato al melancólico hombre de acción: convertirse en su personaje.

Así, Stefan se la pasaba viajando por el mundo y viviendo aventuras, encontrando las mejores historias para relatar a un Karl May que las escribiría, las publicaría… y le pagaría por ellas.

Y así fue como se cruzó en el camino de Sandokán y Yáñez, tomando activa participación en esta nueva aventura que… bueno, que si yo fuera tú, ya habría leído, por supuesto.

No le he preguntado a Taibo si este pasaje es real o un homenaje al propio Emilio Salgari que, sabido es, hizo todas sus maravillosas y evocadoras descripciones del extremo y misterioso Oriente desde su escritorio, únicamente consultando atlas, mapas y otros libros.

(Obligatorio recordar que, en tiempos de Salgari, no existía el Google Earth)

Y ahora, la pregunta: ¿nos hacemos vividores de aventuras y conseguidores de historias?

¿Nos aventuramos?

Venga, venga, ¿quién se apunta?

Razón AQUÍ.

Jesús aventurero frustrado Lens

PD.- Los tres últimos 09/09, también blogueamos: 2008, 2009 y 2010.