Como lo haría Manolo

Para Manuel Villar Raso. 

In Memoriam.

 

 

Mi artículo de hoy en IDEAL es muy, muy especial:

Es inevitable, una vez que han pasado las Navidades y volvemos a la rutina, replantearnos esos propósitos de Año Nuevo tan fantásticos que nos hicimos bajo los efectos del cava, el turrón, los asados y los polvorones. Es hora de adaptarlos a la realidad de un 2016 que tiene pinta de ir a ser apasionante.

Otra vez.

La ancestral sabiduría china tiene una maldición que aparenta ser lo contrario: “Te deseo que vivas tiempos interesantes”. ¡Qué empacho, a estas alturas de siglo XXI, de tiempos interesantes, cambios disruptivos, citas con la historia, refundaciones, adaptaciones y reinvenciones!

Como lo haría Manolo

Hace unos días iba corriendo junto a la vera del Genil, escuchando el murmullo del río y pensando en todas estas cuestiones, cuando creí verle venir, en la distancia. Empecé a aflojar el ritmo para saludarle, pero caí en la cuenta de que no. De que no podía ser él. Porque nos dejó hace ya unas semanas. Y me pasé el resto de mi trote mañanero rememorando algunos de los grandes momentos que tuve la suerte de compartir con Manuel Villar Raso.

Manolo fue uno de los tipos más vitalistas que he conocido. Cuando no estaba planeando un viaje, estaba trabajando en una novela, traduciendo poemas, escribiendo artículos, caminando por la Sierra y, siempre, absolutamente siempre; leyendo.

Como lo haría Manolo Villar

Me encantaba hablar con él y que me pusiera al día de las novedades del panorama literario más actual. Discutíamos mucho, que a veces no compartíamos el mismo criterio, pero sus argumentos siempre eran apasionantes. Tampoco había película de estreno que se le escapara, por ejemplo. Si he conocido a una persona a la que se adaptara como un guante la definición de Hombre Sabio, ése era Manolo.

Pero lo más importante, lo que más me gustaba de él, era su actitud ante la vida. Su insaciable curiosidad. Sus ansias por descubrir cosas nuevas. Y su capacidad de emocionarse. Nunca olvidaré un viaje que compartimos por Turquía. Estábamos en Esmirna y circulábamos en una furgoneta por una avenida que corría paralela al mar. Teníamos prisa, pero Manolo obligó al chófer a cambiar el sentido de la marcha y conseguir que nos asomáramos, aunque fuera brevemente, al puerto.

– ¡El puerto de Esmirna! -rugió con su característica y recia voz castellana. -¿Os acordáis del cuento de Hemingway, sobre el incendio del puerto de Esmirna?

No. No me acordaba. De hecho, en aquel momento yo no sabía nada sobre todo aquello. Pero Manolo consiguió transmitirme esa pasión que le caracterizaba. Y, a la vuelta del viaje, en Granada, lo primero que hice fue leer el cuento. Una maravilla, por cierto.

Manolo, pionero, aventurero y aglutinador
Manolo, pionero, aventurero y aglutinador

Así pues, y de cara a los próximos meses, mi propósito es afrontarlos como lo haría Manolo: con curiosidad, fuerza y pasión. Con hambre, con ganas, con decisión. Y, en la medida de lo posible, llamando a las cosas por su nombre. Se irrite quien se irrite. Pero, siempre, absolutamente siempre, con una sonrisa en el rostro y sin un mal gesto.

Jesús Lens

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